Nuevo cambio metodológico en los datos que facilita el gobierno sobre el COVID-19. Si ya parecía que al ministro de Sanidad se le hacía difícil "aplanar la curva" (por la reiterada repetición de una idea que ya llevaba haciendo la pandemia varias semanas atrás) ahora se le complica encontrar un sistema de visualización de la situación real de la enfermedad.

Al Ministerio se le atragantaron los test rápidos de anticuerpos. Primero, por el escándalo de su adquisición, y luego por el enredo de su contabilidad sanitaria. Veamos por qué.

Los llamados test rápidos son pruebas que detectan anticuerpos de la enfermedad. Hay tres anticuerpos indicadores de una respuesta inmune a una infección por el coronavirus SARS-CoV-2: el IgA, el IgM y el IgG. El IgA podría detectar de manera muy incipiente la infección, pero su empleo por ahora resulta complicado. Los test rápidos apuntan a los anticuerpos IgM e IgG.

Los IgM se producen pronto tras la infección y comienzan a ser detectables a los 5 o 7 días del contagio, pero dejan de serlo a los 21 días aproximadamente. Los IgG, en cambio, comienzan a producirse en torno al día 14 del contagio y, una vez superada la enfermedad, se mantienen en sangre asegurando la inmunidad duradera.

Los test rápidos pueden detectar uno de esos anticuerpos o ambos. Detectar IgM implica que la enfermedad sigue activa, por lo cual el paciente puede contagiar a otro. Detectar el IgG implica que la enfermedad puede estar pasándose o haberla superado y ser inmune. Los esfuerzos sanitarios se centran en los test rápidos que detectan ambos anticuerpos.

Sin embargo, siempre queda una duda, de ahí las "complicaciones de interpretación" a las que alude Fernando Simón cuando se le plantea la posibilidad de que las empresas o particulares realicen test rápidos. Hay "ventanas", momentos del contagio, en los que no resulta fácil saber con un test rápido en qué situación se encuentra el paciente.

Por ejemplo, desde el contagio y hasta los 5 o 7 días, una persona infectada tiene virus en su interior replicándose, puede aún no presentar síntomas y ni siquiera ha iniciado una respuesta inmunológica. ¿Cómo se puede saber si alguien en esa situación está infectada? Haciendo otra prueba, el denominado PCR (reacción en cadena de la polimerasa), que identifica genes del virus, con lo que garantiza que esa persona puede contagiar.

Podría ocurrir, asimismo, que alguien diese positivo en el test de anticuerpos, se le identificasen indicadores de IgG y, sin embargo, haber superado la enfermedad. Haciendo, nuevamente, una prueba de PCR, se puede saber si esa persona aún tiene genoma viral en su interior y puede por tanto contagiar, o por el contrario ha superado la enfermedad y es inmune.

¿Qué ocurre ahora? El Ministerio se encuentra en una ensalada de datos que identifican nuevos casos, pero que son nuevos casos de diferente valor. Los positivos por test rápido y que en cambio no son positivos en PCR son nuevos casos, sí, porque son personas que estuvieron infectadas pero que no teníamos controladas. ¿Es interesante identificarlas? Sí, para saber cuánto se propagó la pandemia, aunque eso vendrá mejor determinado con el estudio serológico que realizará test a una muestra representativa de los españoles. ¿Sirve para la desescalada? No mucho.

Una vez que se levante el desconfinamiento, la clave para saber si hay nuevos brotes será identificar a personas nuevas contagiadas, que aún tengan el virus activo, que necesitarán asistencia sanitaria y medidas específicas y que cuyos contactos deberán ser rastreados y aislados para evitar nuevos contagios. En esas circunstancias, lo que vale son los PCR.

De ahí que el Ministerio de Sanidad quiera tomar como referencia válida los PCR, algo que, por otra parte, se había hecho en Asturias desde el principio. Para ello, tiene que distinguir bien entre nuevos casos, casos activos, casos que no vio hasta ahora€

Esa desagregación en la estadística diaria, que debería haber sido prevista desde un principio, se ha ido modificando a medida que saltaban a la vista las incongruencias del conteo, con comunidades que incorporaban casos con criterios distintos. Así, algunos territorios sumaban como nuevos casos a los positivos en test rápido, tuviesen o no síntomas. Eso explica las segundas "jorobas" a las que hemos hecho alusión en otras ocasiones.

Los aparentes "repuntes" en la fase de descenso en realidad se deben a la ampliación de la búsqueda una vez que se ha contenido la saturación sanitaria inicial y a la suma de personas que pasaron la enfermedad y que podían entonces presentar síntomas ya o no.

Esa falta de homogeneidad en los datos desespera a quienes realizan estadísticas o predicciones, aunque el Ministerio de Sanidad seguramente quiera saber de manera precisa quiénes son enfermos activos o dónde surgen nuevos contagios para iniciar el proceso de la desescalada. En algún momento habrá que hacer borrón y cuenta nueva.

Ayer el Ministerio dejó de facilitar esos casos de positivos en el test de anticuerpos, aunque el dato puede obtenerse en el archivo bruto de datos que cada día actualiza el Instituto Carlos III. Ese ha sido un fallo que aún mantienen el Ministerio de Sanidad y muchas comunidades: que no exista un archivo en bruto donde cualquier investigador o ciudadano pueda descargarse el conjunto de datos, sin gráficas ni curvas, para su explotación. La transparencia se demuestra así.

En el caso de Asturias, los servicios de Salud del Principado llevan dos días desagregando los positivos en PCR y en test de anticuerpos. Ayer era evidente por qué. Con la cuenta anterior surgían 76 nuevos casos, pero de estos solo 5 tenían confirmación por PCR. La lectura es bien distinta si se conoce esa información.

La tendencia de la curva asturiana sigue por los derroteros previstos, con la mejor noticia de la bajada de los fallecimientos a 4, aunque debemos ser cautelosos por el "efecto fin de semana" que ya hemos visto en momentos precedentes respecto a la aportación de los datos. En cualquier caso, Asturias sigue en descenso y lo importante es tener claro dónde se detectan esos nuevos positivos por PCR.

En las residencias de ancianos se informó ayer de 4 nuevos casos confirmados, con lo cual podemos suponer que los nuevos casos que aparecen son de pacientes de geriátricos, trabajadores de los centros de mayores o sanitarios, principalmente.

En los hogares, con 44 días de confinamiento, se habrían superado ya dos ciclos de contagio (14 días), con lo que no cabe esperar que queden muchos casos activos. De ser así, y salvo sorpresas, el virus estaría muy controlado ya en Asturias y solo restaría esperar a ver cómo la estadística desciende y se incrementan cada día los curados (en cierto modo, la separación de casos ya permite que ver que las altas médicas superan a los casos nuevos confirmados por PCR).

Sin embargo, en los últimos y próximos días tendremos nuevos escenarios para posibles contagios, por lo que será muy importante estar atentos a nuevos casos, detectados por PCR, con independencia de que los test de anticuerpos nos sigan ampliando la visión de la presencia pasada de la pandemia en Asturias.

Los investigadores asturianos Juan Luis Fernández (catedrático de Matemática Aplicada de la Universidad de Oviedo) y Zulima Fernández-Muñiz, llevan desde el principio de la enfermedad modelizando con acierto su evolución. Ellos son conscientes de que los sesgos son enemigo de cualquier análisis científico, y peor lo son aún los datos imprecisos o aportados sin un criterio estable.

El modelo predictivo de los investigadores asturianos los ha tratado de capear y, pese a todo, ha sido acertado en sus pronósticos frente a otras predicciones matemáticas. El 16 de marzo, cuando en Asturias había poco más de 150 infectados, el catedrático de Matemática Aplicada Juan Luis Fernández anticipó que el número máximo de contagios detectados en Asturias se situaría en el entorno de los 2.600. En la actualidad, con la curva en descenso y a punto de tocar fondo, Asturias suma 2.249 casos confirmados por la técnica de PCR.

Ya entonces, los investigadores aseguraron que el máximo de la enfermedad en el Principado se produciría en torno al 25 de marzo y acertó de pleno, según se observa en las curvas diarias. El 19 de marzo, el investigador e ingeniero de Minas aseguró que el pico en España sucedería en 10 o 12 días con un máximo de 12.000 o 14.000 casos. No se llegó a tantos, pero el 31 de marzo se alcanzó el máximo con 9.222 casos. Acierto de pleno.

Juan Luis Fernández y Zulima Fernández-Muñiz han publicado en la edición digital de este periódico, cada día, sus pronósticos de evolución diaria. Además, colaboraron para enviar predicciones a los servicios de Salud de Asturias, Cantabria y Castilla y León, así como a países como Estados Unidos, Pakistán y Venezuela, gracias a su capacidad para anticipar las necesidades hospitalarias.

Este es su pronóstico para el conjunto de España

El pronóstico por comunidades autónomas

Estas son las curvas de evolución de cada comunidad autónoma, que incluyen proyecciones de nuevos casos, fallecimientos, hospitalizaciones, necesidades de UCIs y altas médicas.

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Los gráficos del COVID-19 por comunidades autónomas del 26 de abril