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"Torrijas y Cola Cao" al salir de la UCI

"Siento que he vuelto a nacer", afirma José Manuel Palacio, jubilado de Valdesoto de 69 años, después de 18 días en el HUCA

José Manuel Palacio, con el celador Julio Ordóñez, a la salida del HUCA. A. I.

Después de dieciocho días en el Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA), José Manuel Palacio llegó a su casa de Valdesoto con hambre. Tenía antojo de algo dulce: "Cayeron unas torrijas con un buen vaso de Cola Cao". Un manjar que sabe aún mejor después de haber estado al borde del abismo, en estado crítico en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI), a raíz del COVID-19.

A sus 69 años, a este directivo de la Asociación de Pensionistas, Jubilados y Prejubilados de Valdesoto le salvó su vida activa: "Este virus es terrible, se lleva por delante a gente de cincuenta. A mí porque me pilló con el cuerpo bien, de hacer algo de deporte y sano del corazón y los pulmones", argumenta.

Ahora ya está en su hogar. Pasea a diario por el jardín y se va encontrando mejor. Sin embargo, a finales de marzo la situación era muy distinta. Había llegado de un viaje del Imserso a Lloret de Mar, justo antes de que se produjeran las restricciones y el confinamiento. Pronto empezó a desarrollar síntomas. "Tenía dolor de garganta y fiebre. Tomaba paracetamol y algo me bajaba", recuerda.

Sin embargo, pasaban los días y no acababa de recuperarse. Un día su hijo fue a verle a casa y decidió que era el momento de llamar a emergencias. Lo trasladaron en ambulancia al HUCA. Allí le hicieron las pruebas y dio positivo.

"Me quedé dos días ingresado en planta y luego en mi casa recibieron la llamada", relata. A través de la línea telefónica, la voz de un sanitario les alertaba de que había sido necesario trasladarle a la UCI. Su nivel de oxígeno en sangre había descendido drásticamente.

Allí permaneció durante siete días, sedado, intubado y solo: "No recuerdo absolutamente nada, estaba grogui", subraya. Con la única compañía de los sanitarios, luchó contra la enfermedad hasta que por fin los niveles de oxígeno volvieron a subir y quedó fuera de peligro.

Su primer recuerdo instantes antes de salir de cuidados intensivos es "la boca tremendamente seca, al retirarme el respirador". Le mojaron los labios con una gasa y volvió a nacer: "Es así, tal cual, así me siento", asevera.

Con lo poco que podía llevar, ropa, el móvil y un cargador, volvió a planta. Allí se mantuvo unos días más y acabó de recuperar la concentración de oxígeno. Sin embargo, se encontró con otros problemas: "Quería ir al baño e hice ademán de incorporarme. Vi que venían hacia mí dos enfermeras a cogerme y dije, 'podré hacerlo solo'. Olvídate. Nada más intente ponerme en pie se me doblaron las rodillas. Esto te deja muy débil", comenta.

Las fuerzas las comenzó a recobrar en su domicilio. Allí llegó una vez dio negativo en las pruebas, a las que le sometieron en varias ocasiones.

Lo primero que hizo fue pedir unas torrijas. Se las hicieron, acompañadas por el Cola Cao y a partir de ahí todo fue mejorando. "Los primeros días seguía notando que me costaba moverme. El cuerpo no está igual", apostilla.

Precisamente, lo que más le presta es "la comida de casa, toda, soy un fartón". Y es que no solo de pan -aunque lleve leche y canela- vive Palacio, que se deleita a diario con "buenos cocidos".

Un placer inmenso para el jubilado sierense, que ha pasado por una situación extrema, de la que se ha recuperado: "Ahora todo se disfruta más, después de lo vivido", concluye.

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