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Crisis del coronavirus

Llevar los problemas al límite

Tocar fondo puede ser una solución para coger impulso: la Universidad debe resolver la incertidumbre de la evaluación final sin dejar de lado su objetivo de brindar una enseñanza de calidad

Llevar los problemas al límite

Afrontar los problemas con éxito es lo que nos hace aprender. El físico Albert Einstein dejó grandes enseñanzas al respecto como su sabia frase: "No podemos resolver conflictos pensando de la misma manera que cuando los creamos". La Universidad de Oviedo encara estos días uno de sus momentos más críticos al no haber sido capaz en casi mes y medio que llevan los alumnos en casa de concretar cómo será el modelo de evaluación en plena crisis del coronavirus. "Los exámenes están ahí, es para preocuparse...", dicen los chavales, que esperan como la última nota para graduarse el calendario de exámenes que el Rector anunció el viernes pasado para esta misma semana.

Siguiendo con el planteamiento de Einstein, una vez que somos plenamente conscientes del problema que tenemos, llega el momento de establecer una estrategia para solventarlo. Sabemos nuestros objetivos -una enseñanza de calidad para formar a los mejores profesionales- y la magnitud del obstáculo -salvar la evaluación final en mitad de una pandemia global-. Ahora toca pensar el método.

La formación online se presenta en este momento como la única opción útil cuando la distancia social impuesta por la crisis del coronavirus impide cualquier actividad presencial. Hay muchos profesores que lo están haciendo bien y que han realizado un esfuerzo ímprobo para que todo funcione: enviando emails, apuntes, clases grabadas, pruebas tipo test... Todo, para mantener la evaluación continua.

Del otro lado, una pequeña minoría que mira hacia otro lado y ha dejado a los alumnos naufragando en un mar de dudas, a la espera del dichoso calendario de evaluación final. Y en el medio de todos están los que han visto cómo esta situación los supera y es un reto enorme para las inercias habituales de una institución de más de cuatro siglos de historia. Precisamente por eso no vale mirar hacia otro lado haciendo como que no pasa nada. O manteniendo, como el equipo rectoral, que es posible hacer exámenes presenciales y online. Aunque los presenciales son altamente "improbables", pero si lo pide el profesor, se harán. Un galimatías que no hace más que aumentar la incertidumbre.

En ocasiones, para que algo mejore tiene que empeorar primero. Dicen que tras la tempestad, llega la calma. Tal vez ir al límite y tocar fondo pueda ser una solución para coger impulso. Por ejemplo, cuando hay un incendio muchas veces no merece la pena salvar nada porque es demasiado alto el precio que podemos pagar y habrá que esperar con paciencia a que los bomberos lo extingan y luego tirar todo para reconstruirlo desde cero. La labor de apagar el fuego que le corresponde al Rectorado en esta crisis no parece haber funcionado, al menos, en los términos esperados para alumnos y profesorado.

Ni es fácil adaptarse a una situación desconocida ni tampoco improvisar como si se estuviera en la etapa de Primaria para dar un aprobado general. Llegados a este punto del problema conviene darle una vuelta y visualizarlo como un reto en lugar de como una amenaza. Un Consejo de Gobierno de más de siete horas para llegar al punto de inicio: que conviene no perjudicar al alumno y ofrecerle una respuesta sencilla a esta crisis no es la solución, sino el punto de arranque para llegar a ella.

Es comprensible que la forma de evaluar no puede ser la misma que se había planteado al inicio de curso porque ni se dieron las clases al mismo nivel ni de la misma forma que en otras ocasiones, y los alumnos tampoco pudieron estudiar igual, en medio de la ansiedad del confinamiento. "Tenemos un calendario de inicio de curso sobre el que nadie nos dijo explícitamente que se cancela", explica un estudiante de primero que confía resolver la incógnita en pocos días. La idea, sospechan unos, es mantener las mismas fechas marcadas en las guías docentes, pero pasando a realizar pruebas telemáticas y en caso de que fuera posible la opción presencial, cambiar las fechas. "Lo único que pedimos es que si los exámenes son online, que sean justos", claman desde el colectivo de alumnos.

Algunos ya han vivido en sus propias carnes las consecuencias de esta evaluación discontinua a cuenta del COVID-19. Los primeros test que lanzaron algunos docentes a modo de experiencia piloto han obtenido un resultado desigual: alumnos de 10 en las clases presenciales sacan un 3 cuando la evaluación se realiza a través del campus virtual. ¿Qué falla? "La mayoría está haciéndolo bien", sostienen los chavales, que dan su voto de confianza al Rectorado. Lo que reclaman es dejar de "dar bandazos". Es lo que sucede cuando un profesor de Medicina lanza el siguiente mensaje a mes y medio de la evaluación final: "El examen será presencial en junio, pero preparadlo por si es online en mayo". Así no. Tomar las riendas y poner voluntad es la única opción para resolver este problema.

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