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LORE YAGÜE | Pola de Lena

"Habrá que volver a celebrarlo bien cuando llegue la nueva normalidad"

Ariadna Feito, María Fernández y Hugo Feito. A. M. S.

Flores y dulces para celebrar un Día de la Madre atípico y en pleno confinamiento. El estado de alarma ha obligado a modificar planes a muchas familias como la de Mirta Montero, cubana de nacimiento y avilesina de adopción. "Fue un día un poco raro, estamos en casa; eso sí, no dejé de recibir flores", comenta sonriente. En condiciones normales, habría salido a tomar el vermú y a comer fuera en compañía de su hija, Judit Suárez.

La celebración fue madrugadora. Su hija fue a la pastelería a comprar croissants y otros pasteles, preparó un zumo de naranja y ambas disfrutaron de un completo desayuno, con frutas incluidas. Posteriormente, Suárez le entregó a su madre un ramo de flores. El ramo fue adquirido en un supermercado teniendo en cuenta que las floristerías no están aún abiertas. "Aquí estamos, en casa celebrando el Día de la Madre de una manera extraordinaria", señaló la hija, de 27 años, acompañada también por sus dos gatos, "Kiko" y "Deby".

La familia no descarta posponer una celebración más a lo grande. "Habrá que hacer planes para la nueva normalidad y celebrar el Día de la Madre, el Día del Padre y cumpleaños; mientras tanto, tenemos esta nueva forma celebrar...", señaló Judit Suárez durante "otro día más" de confinamiento.

Mirta Montero y su hija viven bajo el mismo techo y pudieron festejar este día tan señalado juntas. Sin embargo, a Raquel Fernández y a su madre, Mari Pérez, no les ocurrió lo mismo. La hija vive en La Grandiella y su madre en Llano Ponte. Eso sí, Fernández también tuvo un detalle con su madre. Salió a primera hora de la mañana a dar un paseo y de paso, hizo "una parada técnica" en una pastelería para comprar unos dulces. "Nos vimos, pero a distancia", señaló la hija. Mari Pérez se mostró sorprendida ante el detalle de su hija. "No me lo esperaba. Tocaron al timbre, fui a abrir y era Raquel que me traía unos pasteles; me dijo: estira la mano para cogerlos", explicó la madre, que tuvo que conformarse con quedarse en casa en un día en el que suele ir a comer con sus hijos avilesinos. "Al final comeré en casa, con lo bien que estaríamos comiendo por ahí", señaló la mujer, que previamente había hablado por teléfono con su otro hijo y sus nietas, que viven en Bilbao, para celebrar un Día de la Madre atípico. "Fue un día un poco descafeinado, para otro año hay que volver a celebrarlo", concluyó Pérez.

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