El Gobierno salvó ayer la cuarta prórroga del estado de alarma, que permitirá mantener unificada la gestión de la desescalada hasta el 24 de mayo, cuando concluya la primera de las tres fases que restan del plan de desconfinamiento. Una alianza de fuerzas todavía no ensayada en esta legislatura, que suma los votos de Ciudadanos (10) y el PNV (6), sirvió para eludir la retirada de apoyo del PP, aunque sin garantías de que se pueda reeditar en el futuro y de que el Ejecutivo conserve el mando único en la estrategia de salida de la pandemia.

El estado de alarma se mantiene con el menor apoyo desde que se decretó a mediados de marzo: 178 votos, los que suman PSOE, Unidas Podemos, Ciudadanos, PNV y otras formaciones minoritarias, entre ellas los regionalistas. El rechazo a esa figura jurídica, que permite restringir algunos derechos constitucionales como el de movilidad o el de reunión, cosechó 75 votos, los de Vox, la CUP, JxCat y ERC. Los 88 disputados del PP engrosaron las abstenciones, 97 en total.

Con ese reparto, quedó en evidencia la pérdida progresiva de apoyos y el desgaste político que el Ejecutivo sufre como consecuencia de la pandemia. El resultado queda lejos, sin embargo, de la pretensión del PP de dejar al Gobierno en la soledad de las formaciones que lo integran. El aviso anticipado de los populares de que retirarían su apoyo a la prórroga del estado de alarma obligó al presidente Sánchez a bajar a la negociación para buscar garantías alternativas de que conservará la capacidad de dirigir la desescalada. Ciudadanos y PNV, dos aliados que nunca habían coincidido, sirvieron para que el Ejecutivo salvase el pleno de ayer. Ninguno de ellos, sin embargo, garantiza que su respaldo vuelva a repetirse si llega a la Cámara Baja la petición de una nueva prórroga del estado de alarma, algo que el Gobierno considera necesario mantener hasta completar la desescalada, lo que ocurriría en la segunda mitad de junio si se cumplen los plazos previstos. Los nacionalistas vasco consideran que el proceso puede llevarse a cabo sin necesidad de recurrir a la cobertura de ese instrumento, mientras que Ciudadanos anticipa que ante futuras prórrogas deberán evaluarse las condiciones e introducir modificaciones en el plan diseñado por Sanidad. Inés Arrimadas, líder de la formación naranja, acudió ayer en persona al Congreso, pese a su embarazo, para poner cara a uno de los momentos de mayor protagonismo político de su formación en los últimos meses. El voto favorable a la prórroga que solicita el Ejecutivo llegó acompañado de la advertencia de que una nueva solicitud dentro de quince días deberá ir acompañada "de un plan B de salida".

El PNV va más allá y duda incluso de que para el desconfinamineto sea necesario el estado de alarma, que podría mantenerse solo de forma parcial. Los nacionalista hicieron ayer visible un pacto que venía gestándose desde la semana pasada y que permitirá a la comunidades autónomas tener mayor margen de decisión en la salida de la emergencia sanitaria. Es la"cogobernanza", otro término a añadir al "politiqués" de esta crisis, y que el portavoz peneuvista Aitor Esteban tradujo como la capacidad de los territorio para "en función de las facultades que ya son suyas, aplicar las medidas de acuerdo con su realidad". El PNV consigue además uno de sus objetivos mayores: la celebración de las elecciones autonómicas suspendidas en abril, que los nacionalistas quieren en julio. Los partidos vascos despejarán la fecha de los comicios previsiblemente la próxima semana.

Con esa suma de apoyos de grupos cuyas posiciones de ordinario se repelen, el Gobierno compuso ayer una alianza en la línea de lo que Pedro Sánchez pretendía antes de la repetición electoral de noviembre. Entonces todo quedó en un intento fallido de no compartir Gobierno con Pablo Iglesias con el sustitutivo una combinación de socios modificable en función de las circunstancias, una opción que se cerró con la negativa de Ciudadanos a cualquier pacto con los socialistas, antesala de su descalabro electoral y de la renuncia de Albert Rivera al liderazgo del partido.

Fue Pablo Casado quien ayer resucitó la expresión "geometría variable", una resto de la época de José Luis Rodríguez Zapatero, para referirse a esa combinatoria con la que el Ejecutivo sorteó la maniobra del PP de apurar la ocasión de dejar al aire la soledad del Ejecutivo en plena gestión de la pandemia. Cuando el PP anunció que se abstendría poco importaba ya porque la prórroga estaba garantizada con otros votos.

Vox presiona al PP con la amenaza de presentar una moción de censura

El líder del PP se despachó ayer con un discurso duro contra Pedro Sánchez, en el que sus ataques al presidente se cruzaron con los reproches a las formaciones que desactivaron su pretensión de arrinconar al Ejecutivo, para lo que se dejaron tentar por “prebendas de última hora”. El jefe del Gobierno “está más cómodo con el cesarismo del plan A” que con la búsqueda de alternativas, insistió Casado. La cobertura jurídica de la pandemia ha derivado en “una dictadura constitucional”, dictaminó el líder popular el mismo día que el Tribunal de garantías comenzó a examinar los recursos de Vox y el PP contra el estado de alarma. “España no puede seguir viviendo en la excepción constitucional ilimitadamente”, añadió. Casado, que anticipó la posibilidad de que ante una nueva solicitud de prórroga su partido ingrese en el frente del “no”, defiende otro ritmo de salida de la pandemia que agilice la recuperación de la pandemia, pese a que incluso los responsables de territorios emblemáticos para el PP, como la comunidad de Madrid, asumían ayer la dificultad de incorporarse a la fase 1 de desescalada, que comienza el lunes próximo.

“El caos es usted”, acusó Casado a Sánchez, quien gestiona la crisis “mintiendo”, “manipulando” y “malversando”, con una “imprevisión dolosa” y una “incompetencia culposa”. Una acumulación de calificativos que cifró más tarde la portavoz socialistas, la diputada asturiana Adriana Lastra. A tenor de su recuento, Casado batió “su propio récord: 37 insultos en quince minutos en su primera intervención, a razón de tres insultos por minuto”.

En el sector del “no” a la prórroga se agruparon ayer formaciones dispares. Vox, la de mayor peso parlamentario de todas ellas, abrió nuevas expectativas con la amenaza de su líder, Santiago Abascal, de presentar una moción de censura si el PP no asume “esa responsabilidad”. El objetivo de la ultraderecha sería conseguir un gobierno de concentración, que “lógicamente” no podría encabezar un socialista, hasta la primavera próxima, el momento en que podría haber de nuevo elecciones. Tras dar el paso de la abstención al rechazo, ERC afeó al Gobierno que recurra a Ciudadanos para sustituir los apoyos de uno de los socios de investidura. Un reproche que puede cerrar puertas a alianzas futuras.