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La alegría viaja en una carta a Grado

Los mayores de la residencia, azotada por un brote de coronavirus, reciben misivas de los escolares de la villa: "Es un soplo de aire"

La alegría viaja en una carta a Grado

Estrella Valles Menéndez esperaba ayer con ganas la llegada de la comida en su habitación de la residencia de ancianos de Grado. Y no porque tuviera mucha hambre, sino porque junto a la bandeja del almuerzo llega un "alimento" muy importante para el alma, las cartas y dibujos que el alumnado del colegio público Bernardo Gurdiel está enviando a los usuarios para levantar los ánimos de los residentes. La residencia ha sido de las más azotadas en Asturias, con un brote de coronavirus que segó la vida a 21 personas. La infancia está siendo una gran medicina para ellos, que ya se han puesto a responder a las misivas para agradecer a los pequeños su cariño.

"Esperemos que esto pase pronto y volvamos a la normalidad con vuestra presencia, alegría y el cariño que nos dais, que es el mayor regalo que nos podéis dar", escribió Estrella Valles en respuesta a la carta, en la que les explica a los pequeños que, aunque lo pasaron mal al principio por el miedo al contagio, ya están más tranquilos y lo van llevando mucho mejor. "No nos falta de nada, estamos bien atendidos y con todo el cariño de siempre". Así tranquilizarán también a los alumnos del centro educativo, muy preocupados por los mayores de la residencia con quienes mantienen desde hace cinco años el proyecto intergeneracional "Ayer y hoy. Siempre juntos".

Por eso no es de extrañar el afecto y cariño con el que realizan cada carta o dibujo que remiten a los mayores de la residencia. "Es un soplo de aire, fue muy guapo recibir las cartas y una alegría para los residentes que están ya contestando a todas las cartas", explica Carlos Briansó, director de la residencia. El primer lote llegó el pasado 20 de abril y, desde entonces, han recibido muchísimas más, algunas incluso personalizadas para algún residente en concreto con el que el autor mantiene estrecha amistad. También mandan muchos dibujos llenos de colores o fotografías de actividades que han realizado juntos.

"Durante estos días, salíamos cada día mi familia y yo a aplaudir por vosotros y por toda la gente que os estaba cuidando, pensando de alguna manera que eso os podía animar", escribe Valeria a los mayores. En otra misiva, Félix recuerda actividades pasadas con los residentes o las historias que ellos les cuentan, lo que a él más le gusta. "Me acuerdo de una vez que un señor nos contó que tuvo tres toros y trabajó mucho cambiándolos de prao, también me acuerdo de Isabel, que tiene 99 años y nos cuenta que era de Cuba". Y así, entre recuerdos y dibujos van dando ánimos a los mayores.

La dirección del centro educativo envía por correo electrónico las cartas y dibujos y la de la residencia las imprime para su reparto. Al principio lo hicieron en blanco y negro, pero era importante destacar el color del bolígrafo con el que fue escrita o los colores de los dibujos. Se dieron cuenta de que las cartas perdían parte de su alma y decidieron realizar las impresiones a todo color. Y eso encantó a los residentes, que se fijan en cada mínimo detalle de las misivas.

La residencia hace varias copias y las entregan a la hora del desayuno y la comida. Todos los mayores están esperando por ellas como agua de mayo. Cada misiva que llega tiene un matiz sorpresa: "Sobre todo, lo que ellos agradecen es que se acuerden de ellos: "Se sienten reconocidos y eso les presta muchísimo", detalla Briansó.

Luego, las comentan con los profesionales asistenciales del equipamiento público y les dan respuesta a los pequeños. Y este contacto epistolar ya se nota entre los residentes. La llegada de las cartas y dibujos levanta a diario los ánimos en la residencia tras llevar dos meses muy duros, con un foco de coronavirus que obligó a medicalizar la residencia y por el que han perdido la vida 21 personas.

El tráfico diario de cartas ha motivado mucho a los mayores, dedicados en cuerpo y alma a su lectura y a dar respuesta a los pequeños. Unos momentos en los que olvidar los días más duros de la pandemia. "Los anima mucho, han tenido y tienen una paciencia impresionante, dicen 'hemos llegado hasta aquí y vamos a salir adelante', es una exhibición de tranquilidad".

Grandes y pequeños se conocen desde hace tiempo. Comparten distintas actividades a lo largo del curso escolar que les hacen estrechar lazos de amistad. Eso se nota también en las cartas, destaca Briansó. "En todos los escritos se refleja el recuerdo de estas vivencias comunes y el deseo por parte de los niños de recuperar la normalidad de compartir el tiempo".

La última visita fue el pasado mes de febrero, en una sesión de musicoterapia que disfrutaron juntos. Parece que ha pasado un siglo. "Es un proyecto muy guapo, una herramienta que tenemos en la residencia para relacionarnos con la sociedad y esperemos a ver cuándo lo podemos retomar".

De momento, seguirán con su tráfico diario epistolar con el que siguen unidos a pesar de la distancia física, con el que los alumnos trasladan sus querencias y recuerdos a los mayores de la residencia, por quienes han estado tan preocupados en los últimos dos meses. Para los residentes es la alegría del día, un soplo de aire fresco tras los peores momentos de la pandemia. Si grandes y pequeños ya estaban unidos los unos a los otros, la pandemia ha hecho que afiancen aún más sus lazos de amistad. "Espero que cada vez estéis mejor hasta que llegue el día que nos podamos volver a ver para pasarlo tan bien como nos lo pasábamos antes de todo esto", se despide Valeria.

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