"Por hacernos una idea, la actividad normal ha bajado un 90% y hemos mantenido todos los puestos, sin ERTE. En general, los centros privados hemos sacrificado, orgullosos, las cuentas de este año. Era lo que había que hacer". Lo dice Pablo Hernández, gerente del Hospital Begoña de Gijón, pero su opinión es compartida por el resto de centros privados que, a punto de clausurar sus plantas de enfermos de coronavirus, afrontar el regreso a la normalidad como un proceso que se alargará durante al menos varios meses más: "No es un drama; cuando nos ofrecimos a colaborar todos sabíamos que íbamos a tener pérdidas".

El Begoña dio su última alta el domingo y cierra su colaboración con el sistema público con 19 pacientes atendidos por coronavirus, de los que 13 lograron recuperarse. "Viendo el tipo de enfermo que es nos derivaba, el resultado ha sido positivo, porque nos centramos en la atención de pacientes de edad muy avanzada. Tuvimos algo de miedo al principio, pero el personal se implicó al 100%", explica. Su centro logró pasar la crisis sin ningún contagio entre el personal y, a su juicio, trabajar con pacientes con covid-19 les ha ayudado a recuperar la "esencia" de la atención médica. "Pudimos recuperar una humanización especial en el trato que no siempre abunda en la sanidad moderna. Cada llamada a un familiar o los aplausos tras un alta nos hizo ver la importancia real de lo que hicimos", razona. Su impresión es que la normalidad "real" del hospital tardará todavía varios meses: "Muchos pacientes aún tienen miedo, pero ya empiezan a venir un poco más". Clínica Asturias, por su parte, también ha superado la crisis sin contagios entre el personal, según aclaró su gerente, Daniel Basante: "Estamos satisfechos".