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Mucha tarea en el regreso al huerto

Los agricultores aficionados retornan a sus parcelas y apuran la siembra de patatas y fabes, con el mal tiempo como obstáculo añadido al retraso acumulado en las labores

Sinaita González cuida sus flores en Piñera (Navia).

Los huertos ya tienen quien los cultive, aunque en muchos casos las semanas de abandono forzoso se hayan llevado por delante el trabajo de meses. En Asturias, donde proliferan los cultivos de autoconsumo y las pequeñas parcelas de carácter semiurbano, los horticultores a tiempo parcial se afanan ahora en devolver el esplendor a los terrenos.

El abandono de las vegas rurales contrasta con el auge de las plantaciones en tierras cercanas a las ciudades, a veces tan pegadas a ellas que es difícil separar lo rural y lo urbano. Un buen ejemplo se encuentra en la Vega del Cristo, (Oviedo), casi en pleno barrio de Montecerrao, donde Francisco Fernández ha regresado para pasar horas mimando las plantas que tanto ha echado de menos en estas semanas.

En realidad, Paco, como suelen llamarle, ha ido más allá y ha creado un pequeño imperio de huertos que alquila a razón de 25 euros al mes. De ese modo consigue sacar un poco de rentabilidad a las tierras familiares, y, por otro lado, se siente acompañado en sus tareas hortelanas. "Ya tenía ganas de regresar, lo que pasa es que está todo bastante descuidado y hay mucha tarea por hacer", asegura Fernández mientras examina el cuadro, ya trabajado a tractor, en el que planea sembrar patatas. "Ahora para colmo el tiempo no nos acompaña demasiado, la tierra está mojada y eso se une al retraso que ya llevamos", asegura.

Porque no solo son las patatas. Es el momento de poner en la tierra las semillas de todos esos productos que se recolectan en verano, como es el caso de les fabes y de las judías verdes.

A Paco se le ve feliz en la huerta, seguro que mucho más que con la bata y el torno, en la consulta. Eso sí, como médico no olvida dar ejemplo y en ningún momento se quita la mascarilla. Las normas también se cumplen en los huertos de aficionados.

Con la llegada de la fase 0 de desescalada se permitió regresar a la actividad en los huertos urbanos, aquellos destinados a autoconsumo o pertenecientes a redes municipales.

Son muchos los hortelanos no profesionales que habían mostrado su malestar al ver que todo aquello que tenían plantado no lo podían recoger, ni atender debidamente, o tampoco sembrar de cara a la inminente temporada de verano. "Se nos han echado a perder muchas cosas, como los semilleros, pero bueno, es el mal menor y estamos contentos de poder volver a nuestras huertas, que habían quedado ahí abandonadas", asegura Mickael Jauneau, consultor de transformación de negocios, nacido en Lille, en el norte de Francia, desde donde vino para asentarse en Asturias. "Me resulta muy relajante trabajar la tierra; en Francia ya lo hacía, y no quiero dejarlo", explica mientras examina unas plantas de calabacín, uno de los cultivos de nuevo cuño que se dan fenomenal en Asturias. "Pienso que todo esto que está pasando va a cambiar nuestra relación la naturaleza; volveremos a mirar el campo con otros ojos", asegura.

En el huerto, uno de los que arrienda su amigo Paco Fernández, también le acompaña su mascota, feliz de volver a pisar la hierba, aunque el terreno esté un poco enfangado. "Quiero poner todo al día cuanto antes, hay que ganar el tiempo perdido", señala.

Casi todo lo que se planta en este tipo de huertos se destina al autoconsumo, pero en muchos casos los agricultores aficionados ya se plantean vender parte de la producción. "Los hábitos de consumo también se modificarán; la gente busca cosas más saludables y con garantías", indica Mickael Jauneau, que también se encuentra en fase de reactivar su empresa.

A pocos pasos, Judit Peral, consultora de proyectos europeos, de Cangas del Narcea, también se afana en preparar el terreno para ir poniendo tomates y lechugas. A pesar de proceder de un concejo rural jamás tuvo contacto directo con el campo. "Tuve que llegar a la ciudad para descubrir lo gratificante que es esta labor", indica. Una de las ventajas de la actividad agrícola es que permite una organización de tareas bastante flexible. "Lo ideal sería venir cada día una hora, pero no siempre es posible", señala Judit Peral. Las condiciones climatológicas también son decisivas en Asturias. "Cuando vemos un rayo de sol nos lanzamos a coger el picón", asegura Judit Peral.

Paco Fernández observa su huerta, con casi 6.000 metros cuadrados, y señala la gran extensión de terreno que aún queda disponible. "Cuanta más gente venga, mejor, siempre serán bien recibidos", recalca. Eso sí, respetando el distanciamiento social que marcan las medidas contra el covid-19 y manteniendo ese espíritu de colaboración que siempre caracterizó al campo. La ilusión se da bien en cualquier terreno.

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