La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Así es una consulta rutinaria en el HUCA en medio de la pandemia

Geles hidroalcohólicos en la puerta, mascarillas obligatorias y tomas de temperatura antes de entrar al médico para evitar los contagios

Una sala de espera del HUCA E. C.

Es 15 de mayo, Asturias está en fase 1 y toca cita médica en el Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA), epicentro de la crisis sanitaria en la región. El centro cita a los pacientes justos para revisiones y consultas rutinarias, muchas de ellas aplazadas desde al comienzo del estado de alarma. Hay menos gente de lo habitual y todos bailan al unísono siguiendo las instrucciones del personal. Nadie va sin mascarilla y si no la tienen, se la dan.

"Quítese los guantes, están prohibidos dentro del hospital". "Pasen de uno en uno y echen gel desinfectante en las manos". A la entrada empiezan las indicaciones. Por una puerta se accede al área de consultas y por otra se sale. Todo está acotado, no se puede parar en ningún sitio. Al llegar a las máquinas para sacar el ticket de la cita llegan las siguientes instrucciones: "No se peguen unos a otros, mantengan la distancia de seguridad".

En el área de extracciones, normalmente bulliciosa a primera hora de la mañana, una enfermera dirige dónde se sienta cada paciente, separado del resto, y les va indicando cuándo pasar. El pitido incesante de los paneles que marcan el turno de entrada queda silenciado y los pacientes dejan de ser un código, recuperan su nombre y apellidos. Los acompañantes ya no acompañan. Tienen que esperar fuera. En el pasillo han habilitado unas sillas rojas para que esperen. No hay que esperar más de lo habitual. Todo va rápido. Dentro de las cabinas para sacar sangre no hay más cambios de los ya sabidos: todas las enfermeras llevan mascarilla.

Entre la analítica y la cita con el médico suele haber un período de espera. La cafetería está cerrada. De nuevo el archipiélago de sillas rojas del pasillo es el único lugar donde pararse sin ser reprendido.

La consulta del médico está custodiada por una enfermera termómetro en mano. Varios carteles lo advertían: nadie entra a consulta sin tomarse la temperatura. Es rápido. Lo colocan en el oído y se puede continuar. Una vez dentro, las puertas de los despachos no se cierran y las sillas para sentarse frente al doctor están a dos metros de la mesa.

A la salida del hospital, de nuevo gel hidroalcohólico mientras una mujer recuerda la importancia de no apelotonarse para la dosis de jabón. Todo está controlado, desde que se entra por una puerta hasta que se sale por la contraria.

Compartir el artículo

stats