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MARTA SANZ | Escritora, cierra con "pequeñas mujeres rojas" su trilogía "Black, black, black"

"Yo escribo sobre cómo siguen corroyendo los óxidos del franquismo"

"Tras el confinamiento por el covid seremos una sociedad convaleciente en la que las brechas de la desigualdad habrán aumentado"

La escritora Marta Sanz. JOSÉ LUIS ROCA

Marta Sanz (Madrid, 1967) escucha a quienes, aún hoy, hablan desde el interior de las fosas de la Guerra Civil, y desentierra cicatrices políticas y humanas. Con trazos, dice, "de novela negra y wéstern, terror y cuento de hadas", voluntad de denuncia y un estilo pretendidamente barroco y exigente, cierra con "pequeñas mujeres rojas" (Anagrama) su trilogía del detective gay Arturo Zarco, que inició con "Black, black, black". Él está ausente pero su exmujer, Paula Quiñones, hurga en los secretos de los verdugos del bando vencedor. La autora vio cómo el coronavirus congelaba el lanzamiento de la novela. Ahora, con las librerías en desescalada, habla de ella desde su domicilio madrileño.

- ¿Necesitamos dar voz a los asesinados para cerrar las heridas del franquismo?

-Lo que hace que la realidad que nos ha tocado vivir sea tan violenta es que no hemos saldado cuentas con nuestro pasado más negro y traumático. Con este libro quería evitar esa mala memoria marcada por bulos y mentiras y por la reinterpretación libre de los hechos históricos por parte de los sectarios, y reivindicar la memoria. El pasado no es algo exótico, define las redes que sustentan el presente y nuestra proyección al futuro.

- Paula Quiñones, guapa y coja, fuerte y frágil. ¿Qué simboliza?

-Quería una mujer que se saliera del estereotipo de belleza canónica, con torceduras e imperfecciones. Comprometida, inteligente, con sentido cívico, que sabe de números? pero que cuando se enamora se convierte en frágil, vulnerable y pequeña, de ahí la "p" minúscula del título, que invita a que la literatura sea un espacio travieso y transgresor. Ella es un hilo conductor con la otra pequeña mujer roja, Julita Melgar, que representa a aquellas mujeres que a lo largo de la historia, por su imaginación, afán de libertad, excentricidad, curiosidad erótica, por querer ser peonas camioneras o cantantes, han acabado en el baúl de las locas.

- Las páginas respiran violencia, hostilidad, maldad?

-Está relacionado con mi visión de la literatura y del género negro, y su capacidad de crear atmósferas opresivas. Este libro es profundamente político porque es profundamente literario. Un libro no es violento u opresivo solo porque enfoque muertes, asesinatos, feminicidios? sino por cómo lo representa quien lo escribe. Es fundamental que la representación de la violencia contra el cuerpo de las mujeres se sustente en la crueldad, para que sea un golpe ético y provoque reflexión. La literatura debe distinguirse por la inventiva en el lenguaje y la palabra.

- Revela una violencia contra las mujeres que no es precisamente cosa solo del pasado.

-Quería visibilizar la fragilidad y vulnerabilidad de quienes son débiles, porque el mundo los estigmatiza como tales. Eso une a los perdedores y perdedoras de la guerra con las mujeres que son hoy permanentemente minusvaloradas en el espacio público: eso hace que sean maltratadas y asesinadas en el espacio íntimo. Desde el poder y las desigualdades económicas se generan estructuras culturales que las hace perdedoras. Y los dos grandes caballos de batalla de esta ultraderecha que repunta son el feminismo y la recuperación de la memoria democrática.

- ¿De ahí su denuncia política?

-Es una novela política porque enfoca realidades presentes: cómo siguen corroyendo los óxidos del franquismo. En un mundo en que no pensamos las cosas dos veces, en que se privilegia la viscerabilidad frente a la racionabilidad, invita a los lectores a leer de modo no precipitado, a esa idea de "lea despacio", que acompaña el título de varios capítulos, con sentido crítico. Pensé que tras el confinamiento estos temas podrían parecer frívolos, pero en absoluto: se han multiplicado las denuncias por violencia de género y se ha puesto de manifiesto que seremos una sociedad convaleciente en la que las brechas de desigualdad habrán aumentado.

- Descubre a delatores movidos por la avaricia durante la Guerra Civil. ¿Es aún tema tabú?

-El dinero es uno de los grandes temas de la novela negra: la mezquindad, la avaricia, la corrupción? ¿De dónde vienen los grandes capitales amasados en la guerra y la dictadura? Historiadores y periodistas tienen mucho que investigar.

- Delatar a los vecinos? En confinamiento vemos que está a la orden del día.

-Sí. Lo estamos viviendo en caliente. ¿Delaciones o actos cívicos? Dos nombres para una sola acción según el momento. La figura del delator me interesa literariamente. Estos días tenemos muchas cosas en que pensar, como por qué en plena pandemia nos parece reprobable que los estados puedan ejercer mecanismos de control y vigilancia sobre la ciudadanía, cuando lo que quieren es protegerla, pero no nos parece sangrante hacer el tonto en internet, exponernos y colgar vídeos y tolerar que nos entren anuncios de algo que hemos hablado con un amigo.

- ¿Cómo lleva el confinamiento?

-La pandemia no está siendo inspiradora sino invasiva, intrusiva. Me cuesta hallar el tono para escribir. En "pequeñas mujeres rojas" tenía claro el tono cínico y de humor negro, pero ahora no sé si optar por el megáfono apocalíptico o buenrollista.

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