"La vida es así: obstáculos, retos, desafíos, algunos inesperados y otros esperados, pero la vida es cambio y el cambio es vida". Laura Rojas-Marcos, doctora en Psicología Clínica especializada en trastornos de depresión y estrés, protagonizó ayer una charla digital a través del Club Prensa Asturiana sobre "Adaptación y gestión emocional en tiempos de coronavirus", donde incidió en la importancia de ver la actual situación como una etapa de cambio que hay que vivir sin mirar para otra parte, con los pies en el suelo, pero también sabiendo que, como tantas otras crisis, será superada finalmente.

La cuestión es cómo contribuir a superarla desde el punto de vista psicológico, qué herramientas tenemos todos al alcance para hacerlo. En primer lugar, están las personas a las que la pandemia ha golpeado más, con la muerte de seres queridos, de los que no se han podido despedir debidamente.

Es, a su juicio, "una situación horrible", y el malestar de las personas, "normal, coherente con la situación". Rojas-Marcos dice que esas personas "van a vivir un duelo más largo y mas duro, pero eso no quiere decir que no lo vayamos a superar". Recomienda a esas personas que, cuando puedan encontrarse con sus familiares, "se desahoguen y hagan el rito que ellos necesiten hacer; abrazarnos, ya sea con líquido o mascarillas, es algo que todos vamos a necesitar", sostiene.

Y tiene claro que no se puede saltar el duelo, porque surgirá en otro momento. "Aceptar el sentimiento, aunque sea doloroso, es bueno. La coherencia entre lo que pensamos, lo que sentimos, lo que hacemos y lo que decimos es importante. Nos va a ayudar a superarlo, cada uno a su ritmo", señala la psicóloga.

Esta actitud de aceptación sirve también para aquellas personas en situaciones no tan traumáticas a las que afecta la pandemia con problemas laborales, preocupaciones, conflictos familiares, etcétera.

La psicóloga subraya que "no tenemos control sobre todo lo que nos ocurre, pero si hay algo que sí marca una gran diferencia es la actitud que tenemos frente a la adversidad". Esto, no obstante, no supone "vivir en un mundo de fantasía". Cree, citando a su abuela, que es "muy importante tener los pies en la tierra, la cabeza fría para poder analizar con claridad y ver la verdad, y el corazón caliente, desde la compasión, la generosidad y el entendimiento".

Algo que recomienda encarecidamente es estar "atentos al diálogo interno, a no caer en trampas sentimentales que nos llevan a pensamientos obsesivos, catastróficos". Para luchar contra esta tendencia, recomienda desconectar a menudo de la actualidad y dedicar el tiempo a actividades sencillas que requieran cierta concentración aunque no sean útiles, como hacer un sudoku, leer un libro o tener una conversación "donde no vale hablar de política o del covid".

Además del diálogo interno está el que tenemos con los demás. Son tiempos de convivencia muy estrecha y debe haber comprensión, porque "la irascibilidad y el cambio de humor son muy frecuentes en situaciones de confinamiento y de crisis", y es fácil que haya "mal humor, angustia y ansiedad", y debemos comprender que "somos humanos, no somos perfectos y en algo vamos a fallar".

Para evitar reacciones inadecuadas a estas situaciones, "la amabilidad tiene un papel importante, así como la paciencia y el dejarse en paz un poquito".

La paciencia como remedio

Pero la crisis puede tener un lado más amable, incluso un lado bueno. Aunque en estas situaciones puede aflorar lo mejor y lo peor de todos nosotros, la psicóloga cree que son más los que sacan lo bueno. "Somos capaces de hacer cosas que no nos podemos ni imaginar. Como terapeuta, psicóloga y apasionada de la condición humana he visto a personas hacer cosas increíbles, gente que, con capacidad, fuerza, determinación, llegó a conseguir objetivos que hubiera considerado inalcanzables".

La paciencia es un buen remedio también para superar el miedo a salir que experimentan algunas personas. "Lo mejor es hacerlo poco a poco, llevarte tu gel, tus guantes, tu mascarilla; sales un poco de casa, no hace falta hacer kilómetros, te familiarizas con el aire, hablas con un par de personas... Es como tratar una fobia. Quiero transmitir que es normal, y es temporal. Lo iremos superando", sostiene.

Ella misma es un ejemplo de esa superación. Vivía en Nueva York cuando el atentado del 11-S, y después se trasladó a vivir a Madrid y le tocó vivir el 11-M. Asegura que en este segundo atentado, aunque no dejó de ser doloroso, tenía recursos del anterior que supo utilizar.

A su juicio, si hay un rebrote de la pandemia, que es algo que puede darse con probabilidad, sabremos hacer uso de la experiencia y superar mejor esa segunda oleada. Que, como todo, también pasará.