El 4 de junio de 2003, hace hoy justo 17 años, Margarita Salas se convertía en la primera científica y la quinta mujer que entraba a formar parte de la Real Academia Española (RAE). Además, ocuparía el sillón i, "el de la investigación que ha llenado mi vida", como solía decir la bioquímica. Los resultados de sus investigaciones son tan actuales que se están aplicando en las investigaciones sobre el diagnóstico del virus SARS-CoV-2.

El tema de su discurso de ingreso en la Academia no pudo ser más acertado: "Genética y Lenguaje", quizá influenciado por su participación directa en la elucidación del lenguaje molecular que utilizan los seres vivos, codificado en el ADN. Dicho lenguaje debe ser transcrito, dando lugar a una molécula intermediaria denominada ARN mensajero y a partir de éste se producen las proteínas gracias a la acción de los ARN transferentes, que ensamblan aminoácidos.

Margarita Salas, tras realizar su tesis con el bioquímico Alberto Sols, emprendió rumbo en 1964 al laboratorio del Nobel Severo Ochoa, en la Universidad de Nueva York, junto a su marido Eladio Viñuela. Don Severo (como a Margarita le gustaba decir) les transmitió, no sólo su conocimiento sobre Biología Molecular, sino también su rigor experimental, su dedicación y su entusiasmo por la investigación.

En este laboratorio, usando la bacteria modelo Escherichia coli, Margarita realizó relevantes aportaciones para entender los mecanismos básicos, los primeros balbuceos, del lenguaje de la vida, determinando el sentido de lectura de la molécula de ARN, y descifrando la combinación de letras (bases nitrogenadas) de esta molécula que determina el inicio y el final de la fabricación de cada proteína.

Estos descubrimientos se consideran hoy hitos en la historia de la ciencia y se encuentran en todos los libros de texto de biología.

Su discurso fue un paralelismo entre los dos lenguajes, el humano y el de la genética, una letra del alfabeto, o un sonido, en el caso del lenguaje humano, y tres nucleótidos (un triplete), o un aminoácido, en el caso del código genético.

Su importancia es tal que ha sido esencial para la comprensión de la emergencia de la vida y de la evolución biológica y cultural de la humanidad. La genética utiliza un lenguaje casi universal basado en la combinación de tripletes y de genes, dando lugar a variedades de complejidad creciente y a un número casi ilimitado de especies. En contraste, no existe un código universal de comunicación, la facultad que determina la comunicación humana es muy diferente a la de otros seres vivos. La aparición del lenguaje es un evento único y exclusivamente humano, y sin él posiblemente el desarrollo de nuestra cultura no habría sucedido.

¿Cómo adquirieron los humanos la capacidad de lenguaje, se preguntaba a continuación Margarita Salas?

Y aquí es donde surge la cuestión de si la adquisición del lenguaje está basada en mecanismos innatos o en el aprendizaje. El lenguaje refleja la compleja capacidad cognitiva propia de los seres humanos. Estas funciones emergen de un mecanismo genético que, asociado al ambiente en el que nos desarrollamos, permite comunicarnos y expresar nuestros razonamientos.

Para dilucidarlo empleó la herramienta que poseemos los investigadores: el método científico. Margarita detalló la observación del proceso de adquisición del lenguaje y de la variabilidad genética existente en la población humana en cuanto a la capacidad de desarrollar un lenguaje. La tarea no es obvia: los genes no codifican una función sino una proteína y ésta determina el desarrollo cerebral por medio del cual se va a desarrollar la función. Así, si el lenguaje humano es el resultado de la existencia de estructuras cerebrales específicas posiblemente podríamos encontrar evidencia de una herencia genética.

Margarita relató varios casos de familias con desórdenes del lenguaje que habían llevado a identificar a FOXP2 como el primer gen estudiado que presenta implicaciones en los trastornos del lenguaje. FOXP2 codifica un factor de transcripción que, a modo de interruptor, reprime la expresión de otros genes en el tejido nervioso. Por tanto, mutaciones en dicho gen podrían estar implicadas en un desarrollo anormal de las redes neuronales que permiten la coordinación muscular necesaria para presentar un lenguaje hablado.

La carrera investigadora de Margarita Salas es un ejemplo de cómo la investigación básica genera aplicaciones biotecnológicas de extraordinaria relevancia. Uno de sus mayores logros es el descubrimiento, junto con su discípulo Luis Blanco, precisamente de una proteína "escritora" de genomas. Así, la ADN polimerasa del virus del bacteriófago Phi-29, cuyas características bioquímicas de actividad de desplazamiento de hebra, elevada procesividad y capacidad de corrección de errores de replicación son excepcionales, da lugar a una de las patentes más rentables del CSIC.

El fallecimiento de Margarita Salas el 7 de noviembre de 2019 nos dejó un gran vacío, pero sus estudios siguen siendo de aplicación hoy día. La ADN polimerasa de Phi-29 está siendo utilizada por varios equipos de investigadores españoles, Luis Blanco, Miguel de Vega y Felipe Cortés, para la propuesta de un nuevo método de amplificación del genoma del coronavirus SARS-CoV-2. Comparar las secuencias de este virus en distintas poblaciones permitirá conocer la cadena de transmisión del virus y obtener unos datos más ajustados a la verdad que el lenguaje humano no siempre comunica. Porque la búsqueda de la evidencia, de la realidad, de la verdad, es lo que nos mueve a los científicos.

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.