José María Naveiras Escanlar, "Pepe el Ferreiro", fundador del Museo Etnográfico de Grandas de Salime y descubridor del Chao San Martín en los años 70, falleció ayer al mediodía, a los 78 años, en su casa de Aguasmestas, en Belmonte de Miranda. De allí es originaria su esposa, Olga García López, y allí murió, en su cama y rodeado de su familia, su mujer y sus hijos Pablo, Roberto y Belinda. Etnógrafo autodidacta y apasionado, defensor de la cultura popular y del patrimonio rural, visionario y obstinado, firme en la defensa de sus convicciones, el Ferreiro deja una huella imborrable en Grandas de Salime y en Asturias, y su pérdida es irreparable para la cultura popular. El sábado que viene, a la una de la tarde en la colegiata de Grandas de Salime se celebrará un funeral y hoy, a iniciativa de los vecinos y a las 12 de la mañana, está anunciado un homenaje a las puertas del Museo al que Pepe entregó su vida.

El Museo Etnográfico de Grandas de Salime, creado a partir de la colección de útiles y mobiliario que recogió por desvanes y sótanos de las casas del concejo, es sin duda su gran obra. Se instaló primero en los bajos del Ayuntamiento, en 1984, y unos años después, en 1989, pasó a la casa rectoral. En 2010 José Naveiras fue destituido de la dirección por el consorcio que lo gestionaba, que cuestionaba su particular manera de hacer las cosas. Hubo movilizaciones, posicionamientos en favor y en contra y el asunto acabó en los tribunales.

Pese a aquellos tristes episodios, nunca nadie cuestionó el amor del Ferreiro hacia su pueblo ni el mérito de haber embarcado a sus vecinos en un proyecto que parecía de locos, el del Museo, y que ha acabado haciendo de Grandas de Salime una referencia de la etnografía asturiana y española. José Naveiras devolvió la autoestima a su gente y en unos años en los que "ser de pueblo" era un demérito le inculcó el orgullo de su origen.

Gran divulgador y estudioso autodidacta de la cultura asturiana, tras su salida de la dirección del museo se afilió a Foro Asturias, partido al que asesoraba en materia etnográfica y cultural. Años antes había sido designado por IU como su representante en el Consejo de Patrimonio Cultural del Principado. El Ferreiro, tan singular, era inclasificable también en lo político. Pepe Cachafeiro, alcalde de Grandas de Salime durante 19 años, primero con UCD y luego en el PP, y fallecido el año pasado, fue uno de sus principales valedores para sacar adelante y mantener el Museo de Grandas. La bandera del Ferreiro fue siempre, por encima de las siglas, la de la defensa de la cultura popular y la tradición.

Xuacu López, el director del Museo del Pueblo de Asturias, se esforzaba ayer en contener la emoción para recordar al amigo. "Sin Pepe el Ferreiro no estaríamos hablando hoy de Grandas. A Pepe hay que darle las gracias, todos los asturianos y sobre todo los que estamos interesados por la etnografía, el desarrollo y el turismo rural". López lo conoció unos años antes de la apertura del Museo de Grandas, en el taller en el que trabajaba. "Tenía aquella energía, se empeñó en que había que reivindicar aquel mundo y sobre todo el patrimonio rural...", recuerda. "Todos los ayuntamientos querían tener un Pepe el Ferreiro", comenta y cuenta cómo aquel amor por la cultura popular era un legado que había recibido de su padre, dotado también de una personalidad arrebatadora. Manuel Fernández de la Cera, consejero de Cultura en los años 80, habla del Ferreiro como de "un tipo genial. Nadie hubiera sido capaz de hacer lo que él hizo y esa obra quedará para siempre".

Miembro del Real Instituto de Estudios Asturias (RIDEA), sus estudios y trabajos de campo le valieron numerosos premios, entre ellos el de Asturiano del Mes que le otorgó LA NUEVA ESPAÑA en 2002 o el Urogallo de bronce del Centro Asturiano de Madrid.

Pepe el Ferreiro era muy querido en Grandas de Salime, el pueblo donde nació y vivió, que cuidó, promocionó y mimó hasta el final de sus días. Su pueblo era su vida. "Nos puso en el mapa", le agradecía ayer, muy emocionada, la presidenta de la asociación Amigos del Museo de Grandas de Salime, Idima López, para quien el Ferreiro, con su personalidad "singular", ya forma parte del imaginario colectivo del Occidente.

Grandas recordará a Pepe el Ferreiro por su espíritu luchador. La actual directora del Museo Etnográfico de Grandas, Susana Hevia, habla con mucho pesar sobre él. "El Museo era su casa", contó, y su muerte deja al pueblo "como huérfano". Hevia valora su "talento, la visión, el trabajo y la constancia" y asegura que gracias a todo ello el Museo de Grandas de Salime es una referencia en España: "La forma de construirlo y de entenderlo fue única".

María Jesús Queipo, ex directora general de Cultura y vecina de Grandas durante su infancia y su juventud, creció a la sombra de la enorme personalidad de El Ferreiro y años después, desde su cargo, colaboró estrechamente con él. "Es un referente en mi vida. Transmitió al pueblo el querer por sus cosas, era irascible pero generoso, sensible a más no poder. La historia de Grandas no se entiende sin El Ferreiro: en Grandas hay dos hitos importantes, la construcción del embalse en los años 50 y el Museo Etnográfico en el 83", afirma Queipo, que lo tiene por "un adelantado a su tiempo: cuando nadie hablaba de la España vaciada, él se daba cuenta de que había un mundo que estaba desapareciendo".

El Ferreiro recorrió las caserías con denuedo, recopilando vestigios del pasado para salvarlos del olvido. Estudió la historia y las tradiciones del Occidente asturiano con pasión. Autodidacta, "era un hombre muy culto", explica su amiga Rosa Monjardín, y "se formó como pudo, con lo que había entonces, y siempre, o casi siempre, venció en sus propósitos por su fuerte carácter".

El alcalde de Grandas de Salime, Eustaquio Revilla, que protagonizó sonados desencuentros con el Ferreiro, lamentaba ayer su pérdida en nombre de toda la Corporación municipal grandalesa. "Fue un vecino que hizo mucho por el concejo; gracias a su labor Grandas de Salime es conocido en Asturias y en toda España", reconoció.

La familia del Ferreiro agradecía ayer las incesantes muestras de cariño recibidas durante todo el día. Como homenaje a su padre su hijo Pablo Naveiras pidió a LA NUEVA ESPAÑA que le despidiéramos como él tenía por costumbre hacer. Allá va: "¡Haxa salú!".