Si eres de los que va a coger este fin de semana el petate y piensa desplazarse con la pareja, los amigos o en solitario hasta cualquier playa a espacio abierto para disfrutar del buen tiempo que parece que va a hacer en las próximas horas, igual es buen momento para experimentar esa vena “cocinitas” que muchos desarrollaron durante el confinamiento. Pero esta vez en una versión “cocinitas” de merendero.

Un aviso: abstenerse de seguir leyendo los expertos del mandil porque la receta que os planteamos tiene de complicado lo mismo que el mecanismo de un chupete. Lo que no quita que sea un buen modo de iniciarse en los fogones con algunos de esos trucos “de abuela” que está claro que si nadie te los cuenta igual no son tan de “cajón” como algunos piensan. (Aquí puedes consultar además tres recetas de bizcocho fáciles).

Ahí va la propuesta: empanada clásica de atún, pero con un toque de dulce.

Disponga en su meseta de cocina los siguientes ingredientes:

  • Dos láminas de hojaldre ya elaborado (el principiante no sabe nada de masas laminadas, ni nada que se le parezca. Y lo que se vende precocinado es ideal)
  • Un bote de tomate natural triturado o sin triturar (ojo, no confundir con tomate frito).
  • Media cebolla
  • Un par de ajos
  • Un puerro (usar solo la parte blanca)
  • Orégano
  • Un par de latas pequeñas de bonito
  • Dos huevos cocidos y uno fresco
  • Un bote de pimientos asados
  • Un puñado abundante de uvas pasas
  • Un puñado de sésamo (opcional)

Nos ponemos el mandil y manos a la obra. Lo primero que conviene recordar es que hay que sacar de la nevera las láminas de hojaldre para que atemperen un poco y no estén frías y cuarteen al manejarlas.

Se pican los ajos y se pica, en tamaño pequeño la cebolla (eso va en gustos, pero es mejor no encontrar trozos de “sábanas” de cebolla); se echan a freir en aceite de oliva, primero a fuego fuerte y cuando cojan color al mínimo, para que poche (con un poco de sal y pimienta). Y mejor si tapamos la sartén, con el fuego bajo, para facilitar ese pochado. Cuando veamos el pochado más o menos listo, echaremos el tomate triturado y dejaremos que sigan en plan “chup chup” un buen rato, con orégano incorporado para que tome más sabor. Pasados al menos 15 o 20 minutos (el color del guiso y la reducción del agua del tomate le van a danos la clave) se puede añadir el atún o el bonito escurrido y el puñado de pasas, y dejar todo a fuego bajo para que se integren sabores al menos otros cinco o diez minutos.

Apagado el fuego, dejaremos enfriar el relleno. Procedemos a cocer los dos huevos (si es que no lo hemos hecho), y batimos el huevo fresco como para francés. (Aquí tienes una receta de buñuelos).

Toca extender una de las lámina de hojaldre sobre la fuente de horno que hayamos elegido, estirada un poquito con rodillo o botella. La pinchamos ligeramente con el tenedor para que no se infle y, si está ya frío el relleno, se extiende sobre la masa, bien distribuido. Se le pone por encima tiras de pimiento cocido y rodajas de huevo cocido. (Otro día échale un ojo a las muchas posibilidades del huevo).

Solo queda cubrir todo el relleno con la otra lámina de hojaldre, también ligeramente estirada (pero con prudencia, ya que la masa será la que le de firmeza y consistencia al bocado) y pintar el hojaldre para que tenga un color bonito. Para darle un toque distinto se puede salpicar la empanada ya pintada con sésamo, semillas de amapola o cualquier otra semilla que apetezca. Eso es para que el resultado no parezca una empanada de los años 80. Pero oye, lo clásico también tiene su encanto.

Ya solo queda dejar que el horno haga su trabajo durante unos 30 minutos y a 180 grados. (Recuerda que el horno debe precalentar antes de meter la pieza).

Si al sacar la pieza percibes que la base está con el color de la masa cruda, vuelve al horno con tu pieza y pon calor sólo por abajo. No vayamos a estropear la comida por algo tan básico.