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Los arqueólogos asturianos cambian el trabajo en los yacimientos por el laboratorio

Patrimonio extiende a los profesionales del sector las ayudas para los autónomos que sufren la paralización de su actividad por la pandemia

Claudia Caso y Nieves Candelas, trabajando en el yacimiento de Argandenes, en Piloña, en 2018. LNE

Los arqueólogos asturianos dan por perdida la campaña estival de excavaciones. Las restricciones de movilidad, la parálisis de la Administración y la incertidumbre ante la evolución de la pandemia han decidido a buena parte de los profesionales a posponer las intervenciones previstas para este verano. Yacimientos tan relevantes como Argandenes o Gauzón se quedarán sin excavar este año, pero los equipos arqueológicos que lideran las investigaciones en esos yacimientos no se detendrán y concentrarán sus esfuerzos en el laboratorio, analizando los hallazgos de campañas anteriores. Por otra parte, la Dirección General de Patrimonio Cultural del Principado, que mantiene las subvenciones para proyectos arqueológicos, extenderá a los arqueólogos sus ayudas directas a los autónomos del sector cultural que han cesado en su actividad por la pandemia.

Ayudas directas. "La Dirección General de Cultura y Patrimonio mantiene un diálogo constante con el sector de la arqueología en Asturias. Somos conscientes de su situación y de las consecuencias que la paralización de la actividad económica está teniendo para los profesionales. Por ello, el Gobierno ha decidido ampliar los destinatarios de la ayuda directa al sector cultural para incluir a sectores como los arqueólogos. Es una ayuda (700 euros a aquellos profesionales dados de alta como autónomos) con la que se palía en parte esa bajada de actividad", explica el director general, Pablo León Gasalla. La ayuda, añade, podrá solicitarse desde esta misma semana.

León Gasalla precisa que se mantiene la línea de ayudas para proyectos arqueológicos, que se cuantifica en 50.000 euros. Unas ayudas, incide, "que en los dos últimos años ha permitido el desarrollo, sobre todo en verano, de 15 actuaciones arqueológicas a cargo de los profesionales". León Gasalla, no obstante, avanza que se está trabajando en una modificación de las bases de la convocatoria, cara a 2021, para que se ajuste mejor a las necesidades del sector.

Además de estas ayudas, la Dirección General destaca las que otorgan a ayuntamientos para la apertura al público de espacios arqueológicos, caso de la cueva de San Román de Candamo, La Loja de Peñamellera Baja o el dolmen de Santa Cruz, en Cangas de Onís. De cara a la desescalada, León Gasalla precisa que se está trabajando en la redacción de un documento técnico para la apertura de cuevas, yacimientos arqueológicos y monumentos, "sin muchos equivalentes a nivel nacional, en especial en lo que se refiere a las cuevas". "Es el documento base", añade, "que está siendo tenido en cuenta a la hora de plantear cómo reabren, en la situación actual, estos espacios".

Por último, la Dirección General de Cultura y Patrimonio continúa con la labor administrativa de autorización y supervisión de intervenciones arqueológicas de terceros, además de apoyar proyectos concretos como el del Chao Samartín, en Grandas de Salime. "Supone un inversión de 800.000 euros y contará con un seguimiento arqueológico por parte de la empresa que resulte adjudicataria de las obras y con supervisión constante por parte de la Consejería", resume León Gasalla.

Laboratorio. Más allá del apoyo que puedan llegar a tener por parte de la Administración, los arqueólogos no ven claro que se puedan retomar las excavaciones. "Yo este año, hasta que no se normalice todo, no me meto a excavar. En Argandenes estamos con analíticas de los restos recuperados en campañas anteriores y nos vamos a centrar en eso, en el laboratorio, no vaya a ser que estés metido en un monte y tengas que dejarlo todo para volver al confinamiento. Hasta que no se normalice la situación, creo que no merece la pena menear nada, porque puede complicarse", explica Rogelio Estrada, que dirige las excavaciones de la necrópolis visigótica de Argandenes, en Piloña. En su caso, la pausa le permitirá volcarse en el trabajo de laboratorio, que podría suponer un cambio importante en el conocimiento del yacimiento: "Queremos hacer una datación de morteros de lo que era el edificio donde estaban enterrados los restos que hallamos en la primera campaña. El primer intento nos dio un desfase tremendo, del seis mil y pico antes de Cristo, seguramente porque había usado una arena para un mortero de un depósito anterior. Ahora vamos a intentarlo por otra vía, la datación OSL".

La pérdida de la campaña, en todo caso, supone un problema para el estudio del yacimiento: "Quedan flecos pendientes de la necrópolis y después iremos a buscar el poblado, porque tiene pinta que allí cerca habrá un asentamiento de ese mismo periodo. Pero este verano no podrá ser: tenemos colaboradores de Galicia, de Madrid, Valencia... no podemos pedirles que vengan sabiendo que puede reactivarse el confinamiento. La situación es imposible".

Inversiones. La incertidumbre se extiende al apoyo económico a las excavaciones. La posibilidad de que se produzcan recortes para redirigir fondos a Sanidad o a la reactivación económica hace que los arqueólogos opten por la prudencia. "Es una situación compleja. Excavar se podría, porque además la mayor parte de los yacimientos están al aire libre, y al no ser sitios cerrados son propicios para que haya trabajos. Otra cosa es la situación de las administraciones, tanto a nivel local como autonómico. Seguramente se reduzcan las inversiones e imagino que habrá parón", reflexiona Alejandro García Álvarez-Busto, que codirige con Iván Muñiz las excavaciones del castillo de Gauzón, en el peñón de Raíces (Castrillón). En este yacimiento, García Álvarez-Busto precisa que "lo más probable es que este verano no haya excavación, pero sí avanzaremos en el estudio de análisis de los materiales". La opción del laboratorio, continúa el arqueólogo, permitirá mitigar las consecuencias de esta parálisis. "En Gauzón estamos en el plan B, que es avanzar con la investigación de materiales y restauraciones, con la preparación de publicaciones, la divulgación, transferencia de conocimiento... supongo que va a ser algo generalizado", explica.

Otoño. La única opción que manejan los arqueólogos es un retorno al trabajo de campo ya en otoño, si no hay rebrotes y para pequeñas intervenciones. Rogelio Estrada prevé una intervención en la isla Monasterio, en Villaviciosa, y David Álvarez pretende hacer un muestreo en la cueva de Los Azules, en Cangas de Onís. "Lo tenemos pensado para septiembre, si finalmente contamos con permiso y las cosas no están mal. Pero se trataría de un pequeño muestreo, que no requeriría de un grupo amplio: las excavaciones de mayor calado, como otras que tenemos en marcha en Segovia y Guadalajara, las hemos cancelado", explica.

Álvarez ve problemas en el desplazamiento del equipo: "Si vas con gente, tienes que tenerlos alojados en un sitio en el que se puedan seguir las condiciones que exige Sanidad. Tienes que garantizarles que puedan estar conviviendo los días que dure la excavación. Y luego está el problema de cómo está la Universidad, porque en las excavaciones de verano trabajamos mucho con estudiantes".

La pandemia, añade David Álvarez, es una dificultad más para un sector que llevaba años sufriendo recortes y desatención. "El panorama ya era demoledor antes del coronavirus, sentencia.

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