Se vuelve a aquella España donde se señalaba con el dedo: la de la Inquisición, la de la postguerra, donde había revanchismo en las denuncias. La pandemia del coronavirus puso a aquellas personas que no utilizan mascarilla en el punto de mira. Se recela de ellas y son acosadas por aquellos que por su cuenta quieren imponer la ley. Josefina Vilas del Río es una de esas personas que no lleva mascarilla. No puede y tiene un certificado médico que se lo permite. Tiene 55 años y, con la edad, se le complicó la rinosinusitis alérgica que padece. De ahí que cuando empezó a ser obligatorio el uso de la mascarilla, solicitase de inmediato a su médico de cabecera un informe que le eximiera de llevar este elemento de protección frente al Covid-19.

Pero no le está siendo fácil vivir así. La miran como una apestada y su caso es motivo de denuncias en el cuartel de la Guardia Civil. Sus "riñas" son con las encargadas de la plaza de abastos de Cangas. Todo comenzó el día 3 de junio, cuando acudió a la plaza, como acostumbra a hacer muy a menudo. Relata que una encargada le dijo que no podía entrar sin mascarilla, a lo que ella respondió de inmediato alegando la enfermedad que padece. Le dijeron que, entonces, tenía que poner una de esas pantallas protectoras y guardar la distancia de seguridad.

El día 5 de junio regresó a la plaza de abastos de Cangas. Se volvió a encontrar con las encargadas, que volvieron a llamarle la atención. "Les dije que llamaran a la Guardia Civil", apunta Josefina Vilas, que añade que llamó a la Guardia Civil y que la patrulla explicó a las encargadas que ellas no podían llamar la atención, que no tenían competencias.

Otro día, en la plaza pequeña, en la puerta cercana a la alameda, una de las encargadas llegó con una pantalla en la mano para que se la pusiera. Le dijo que no y volvió a requerir la presencia de la Guardia Civil. Los agentes pidieron a Josefina Vilas que identificara a la personas y que le impedía estar en la plaza y, según comenta, los agentes le indicaron que si quería poner una denuncia acudiese al cuartel.

Y puso denuncia. También comenta cómo un día, en un supermercado, una de las encargadas de la plaza habló con una cajera para que le llamase la atención por no llevar mascarilla. "Menos mal que la cajera dijo que ella no podía hacerlo". Al principio llevaba el informe de su médico consigo, pero después, según dice, aconsejada por la Guardia Civil, hizo fotografías y lo lleva siempre en su teléfono móvil.

Recuerda que el día 25 de junio volvió a tener problemas en la plaza de abastos. Asegura que una de las encargadas llamó a la Policía Local de Cangas. Ella salió por la puerta principal esperando a que llegase, pero como tardaba, decidió llamar ella a la Policía Local. Comenta que vieron el informe y llamaron al centro de salud de Cangas, donde se corroboró la versión de Josefina Vilas. "Ahora voy a la plaza y se quedan mirando. Estoy sufriendo una depresión por culpa de todo esto. También me acusan de no respetar la distancia de seguridad, cuando no es cierto. Pedí una cita con el alcalde".

Desde la Policía Local de Cangas se aseguraba la semana pasada que Josefina Vilas no había presentado el informe médico.