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CRÍTICA / CINE

Amores en el infierno

"First love" encierra una delicada historia de amor en una vorágine de violencia con humor, poesía y furia

Amores en el infierno

Las cosas no le van bien a Leo, un boxeador prometedor en horas bajas. Le vemos al principio entrenándose. Salta. Pega. Amaga. Ni una sonrisa en sus labios, que parecen una herida abierta. Luego saltamos al ring con él, concienzudo y enérgico púgil de mirada triste. Y, de pronto, una cabeza cortada irrumpe en la pantalla desde un callejón. Una cabeza, un parpadeo final. "El olor a guerra está en el aire". Y apesta a muerte. En Tokio las mafias y los policías corruptos cortan el pastel y cualquiera que intente llevarse una parte puede acabar de mala manera. Si el boxeador tiene una vida difícil, la mujer de la que se enamora lo tiene peor: Mónica es una prostituta adicta a la droga que conserva su inocencia a pesar de todo, a pesar de todos. Perseguida por asesinos y por alucinaciones de fantasmas en calzoncillos, su cabeza es lo más codiciado por un yakuza, un policía corrupto y una asesina de la tríadas chinas que mata como respira.

Y en ese lío donde los tiroteos son el plan nuestro de cada día, Leo y Mónica forman una pareja de pureza extraordinaria, dos perdedores absolutos que encuentran una conexión especial e irrompible mientras a su alrededor se amontonan los cadáveres. "Nací solo y moriré solo. No me importa", afirma Leo, a quien un diagnóstico médico parece sentenciarle antes de tiempo. Como se dice en un momento delirante, esto es "aterrador pero divertido". Así juega sus cartas Takashi Miike, un cineasta que hace suya una exclamación de un personaje: ¡esto es una locura! Y, efectivamente, lo es. Una locura que tan pronto despliega una alucinante batalla entre coches de choque y asesinos de filo letal como muestra cabezas cortadas con una sonrisa imprudente, un galimatías en asuntos argumentales que, francamente, no importa gran cosa. First love, vaya título que parece engañoso para una historia de muerte a porrillo y odios sin fin, se permite todo tipo de licencias visuales, desde convertir una escena en dibujos animados hasta congelar el tiempo en una escena de hermosa fatalidad en la que un mnoribundo se dirige hacia el horizonte final perseguido por una riada de coches policía. "La luz de la mañana no es la adecuada para los malos".

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