La gran columna de humo que salía del edificio gótico hizo revivir a muchos las tristes imágenes de abril del 2019 pero, a pesar de su gravedad, el incendio declarado a primera hora de ayer en la catedral de Nantes no alcanzó la dimensión del que devoró el techo y la famosa aguja de Notre Dame de París.

La rápida actuación de los bomberos, que fueron alertados del siniestro por los vecinos a las 7.45, ha sido clave para limitar el avance de las llamas, pero el fuego ha calcinado completamente el órgano de madera de 400 años de antigüedad situado detrás del Rosetón de la fachada. "Se trata de una pérdida irreparable", se lamentaba Michel Bourcier, uno de los tres organistas titulares.

Los bomberos lograron controlar el incendio a primera hora de la tarde, cuando llegaba a la ciudad bretona el primer ministro francés, Jean Castex, acompañado de la ministra de Cultura, Roselyne Bachelot, y del titular de Interior, Gérald Darmanin. Castex felicitó a los bomberos por su trabajo y expresó su solidaridad con los nanteses pero no se aventuró a dar pistas sobre las causas del siniestro. "Ahora es el momento de la investigación que lleva a cabo el fiscal y sobre la que no tengo ningún elemento de información. Es el momento también de la reconstrucción, que espero sea lo más rápida posible y en la que participará plenamente el Estado", declaró a la prensa tras visitar el interior de la catedral.

Los bomberos han encontrado tres focos desde los que se propagaron las llamas. Uno en el órgano, a 30 metros de altura, y otros dos en la nave central a ambos lados del altar. Este hecho ha llevado a la fiscalía a abrir una investigación por "incendio voluntario". Sin embargo, no está descartada la hipótesis de un cortocircuito. El fiscal de Nantes, Pierre Sennès, ha pedido no extraer ninguna conclusión antes de que los expertos examinen el interior del templo y la instalación eléctrica.

La catedral de San Pedro y San Pablo, superviviente de los bombardeos de la segunda guerra mundial, sufrió en enero 1972 otro incendio que arrasó el techo del edificio, reconstruido tras trece años de obras con hormigón armado para evitar nuevas catástrofes. En aquel momento, fue un obrero que trabajaba reparando el tejado quien lo provocó de manera accidental.

Sin embargo, la alcaldesa de la localidad, Johanna Rolland, ha querido tranquilizar a sus conciudadanos al asegurar que los daños están localizados, que la estructura del techo no está afectada y que no se trata del drama que vivió la ciudad en 1972. El presidente Emmanuel Macron ha expresado en Twitter su apoyo a los bomberos "que asumen todos los riesgos para salvar esta joya gótica de la ciudad de los Duques".