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La riqueza aún se hereda: solo un 16% de los hijos de padres pobres mejora su renta

Un estudio sobre la situación patrimonial de los niños de los 90 revela el atasco del elevador social y el poder de arrastre del entorno familiar

La riqueza aún se hereda: solo un 16% de los hijos de padres pobres mejora su renta

El elevador social del Estado de bienestar falla. O no funciona del todo, o sube muy lentamente. La renta todavía se hereda y los padres pobres siguen teniendo más posibilidades de tener hijos pobres, los vástagos de los ricos parten en justa correspondencia con opciones mejores de mantenerse en la escala alta de la renta y la clase media se desdibuja. El proyecto "Atlas de oportunidades", del que responden las fundaciones Felipe González y Cotec, acaba de hacer este ejercicio de pasar la revisión al ascensor social, asomándose para saber qué nivel de vida han alcanzado los nacidos en cada hogar español según el estrato económico de la familia en la que han crecido.

El estudio sigue la pista tributaria a los niños nacidos entre 1984 y 1990 y cruza los datos de las declaraciones del IRPF que hicieron sus padres en 1998, cuando tenían entre 8 y 14 años, con el nivel de renta que habían alcanzado en 2016, entre sus 26 y sus 32 años. Llega el análisis a conclusiones que apuntan a una escasa movilidad social como deducción homologable para el conjunto del país, pero también a una extensa casuística de variación territorial. Se diría que el ascensor está atrancado en toda España, pero que hay sitios donde algunas veces arranca. Mirando a través de la lupa aproximada a la realidad asturiana, los resultados dicen que un 25 por ciento de los hijos de padres considerados "pobres" lo siguen siendo, pero que solo un dieciséis ha mejorado significativamente su situación económica.

No sale esta región especialmente mal parada, pero tampoco ha alcanzado el nivel de unas pocas provincias en las que el porcentaje de hijos de padres pobres que han ascendido en la escala social supera al de los que permanecen en el nivel de renta de sus progenitores. Pasa por ejemplo en Cataluña y sobre todo en Barcelona, donde el 21 por ciento de los descendientes de los menos acaudalados progresa y solo el diecisiete se estanca. Es una excepción. Lo normal en España es que sean más los que se quedan que los que prosperan. La tendencia a la mayor movilidad social se cumple básicamente en el cuadrante Nordeste de la Península, aunque cabe aquí la importante precisión de que el estudio se ha elaborado sin datos de las comunidades forales, País Vasco y Navarra.

En Asturias y el Noroeste, el promedio de hijos de padres pobres que ha conseguido escalar estaría en una versión media-alta en cuanto al grado de funcionamiento del ascensor. Así, ese dieciséis por ciento de jóvenes asturianos que han salido de los estratos de riqueza más bajos solo se ve superado por los de Cataluña, Madrid y Aragón. Rebasa el doce del promedio nacional y está muy por encima sobre todo de los de las comunidades de la mitad Sur, del ocho de Extremadura y Canarias o del nueve de Andalucía.

Pero las oportunidades no llegan a cubrir toda la expectativa. Se evidencia el poder de arrastre de la renta los padres como determinante del emplazamiento social de sus hijos, pero también la influencia del lugar de nacimiento. En el mentado cuadrante Nordeste, y en Madrid, Baleares o las dos Castillas, la renta de la mayor parte de los hijos supera a la de sus padres. En todo el eje Sur -Extremadura, Andalucía y Murcia- y en Canarias, la descendencia ha empeorado en casi todos los niveles la riqueza de sus ascendientes.

La desigualdad entre los ricos y los pobres tiende a mitigarse con el paso de las generaciones. Asturias no es ahí una excepción, pero tampoco se revela aquí con tanta claridad como en otros territorios la constancia de que los vástagos mejoran a sus progenitores: en el Principado, los hijos criados en hogares pobres han progresado -de estar de media en el centil veinte, en una escala de cien, han pasado al 47-, pero aún se mantienen por debajo de la renta media de su generación. Los herederos de familias más acaudaladas han bajado en cambio unos cuantos escalones, hasta el 54 desde el ochenta, y la clase media permanece en el centro de la escala patrimonial, cada vez más cerca y menos marcados los contornos que la separan de los niveles más bajos y más altos.

Si se establece la correlación en euros, se verá que los hijos asturianos de padres pobres tienen una renta mediana de 16.250 euros, los de la zona media suben a 18.997 y los "ricos" pasan por poco los 20.000, y cabe tener en cuenta que en la escala del estudio esos niveles son muy variables en el mapa de las comunidades autónomas. Emerge aquí, no obstante, otra de las salvedades de un estudio que no incorpora a las familias que no hicieron declaración de la renta en 1998, lo que añade un sesgo, porque seguramente se contarían entre las menos beneficiadas.

Todo empeora además si se consideran por separado las mujeres y se constata que tienen menos oportunidad de movilidad social. En Asturias y en España. Y si entre los hombres asturianos se descubre un 18 por ciento de hijos ricos de padres pobres, en la parte femenina el porcentaje baja al 15.

Todo cambia también si se aprovecha la herramienta del zoom hacia el mapa municipal, o incluso al de los barrios y distritos. La casuística por concejos es amplia y difícilmente interpretable. De los que están computados, porque no son todos, algunos de los grandes del área central -Oviedo, Gijón y Siero- reproducen muy básicamente los datos regionales. En la capital, se progresa más en las áreas residenciales del Este que en la zona más tradicional del centro o el Oeste; en Gijón, el "ascensor" funciona mejor en las áreas donde se parte de una situación de renta más acomodada que en el cinturón fabril de la ciudad, por ejemplo. Avilés y algunos municipios de las cuencas -Lena y Aller, sobre todo- presentan mejores datos que Mieres, Langreo o el resto de la cuenca del Nalón, y la oportunidad de progreso social sube respecto al promedio de la región también en algún concejo del Suroccidente -Tineo o Cangas del Narcea- más que en los del Oriente.

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