Parece la típica historia (recargada de tópicos) de grupo juvenil con visos competitivos a la que llega una tutora / guía / mesías de andar por casa con mucho trasfondo por todo lo alto a las espaldas, y cuya irrupción causa un alboroto considerable, acompañado de trastornos de conducta y demás bucles emocionales de las edades tempranas. Y lo es, en parte, pero Dare me ("Rétame") y por eso la rescatamos, es algo más. No mucho más, pero sí en suficientes cantidades para merecer atención y, en algunos momentos, aprecio.

Hay algo peligroso en el aburrimiento de los adolescentes, se dice en un incierto momento de la serie, y es una forma de avanzar por la retaguardia de una edad que invoca constantemente confusiones, inseguridades y desconfianzas. También, necesidad de explorar, conocer, encontrar señales de identidad que ayuden a circular por vidas rápidas, en ocasiones en sentido contrario. Nadie mejor para entender sus ritmos, pausas y caídas que una mujer de "ojos viejos". Claro: de tanto frecuentar la oscuridad y asomarse a precipicios que tatúan huellas que parecen cicatrices.

No es extraño que la serie abunde en frases que hagan referencia al sufrimiento, pero si el íntimo escuece en el alma (o como quieras llamar a lo indescriptible que habita en ti), en lo externo tiene un componente de enseñanza y rigor disciplinario, un poco en la línea de esas películas de cuartel con sargento de hierro que enseña ensañándose con los débiles para hacerlos fuertes (Oficial y caballero, por irnos más lejos). No hay placer más grande que el dolor, vaya frasecita, ¿eh? Pues esta que aparece en una camiseta tampoco tiene desperdicio: "El dolor es debilidad dejando el cuerpo".

El problema de Dare me, aparte de algunas interpretaciones a las que le falta un hervor, es que no tiene continuidad en sus aciertos y al final da demasiada importancia a teclas demasiado vistas ya en el mercado de las intrigas televisivas.

Mientras las partes de roces sentimentales, más o menos domésticos, funcionan en su plasmación de dudas sexuales y deudas pretéritas, las incursiones en asuntos de competitividad deportiva, conciencia grupal y crímenes inesperados no solo desbaratan parte de la eficacia narrativa sino que vulgarizan la propuesta hasta hacerla previsible.

Sirva, en cualquier caso, como una vía alternativa correcta y a ratos intensa a las ficciones de adolescentes, aunque las injerencias de productos similares (desde la voz en off que poco aporta hasta anuncios de crímenes por llegar) sean demasiado evidentes.

El neblinoso trío femenino de atracción quizá fatal, los trasiegos etílicos y convulsos (a veces solucionados por la patada rápida para provocar vómito) y los excesos comandados por la ambición de las acrobáticas experiencias de las chicas en acción dejan las espaldas en todo lo alto, a medio camino entre lo prometedor y lo fallido.

Dare Me (Rétame)

Netflix.

Duración: 42 minutos.

Dirección: Megan Abbott (Creador), Gina Fattore (Creador), Jamie Travis, Megan Griffiths, Olivia Newman, Lauren Wolkstein, Steph Green.

Reparto: Erika Prevost, Taveeta Szymanowicz, Alison Thornton, Brittany Spiteri, Addyson Douglas, Robert Bazzocchi.