Félix G. Modroño viaja a La ciudad del alma dormida con el propósito insobornable de despertar en el lector "sus emociones". Para mí una buena novela ha de entretener a la vez que debe hacer partícipe al lector de la historia. El grado de calidad de una novela lo da la identificación del lector con las emociones de los personajes".

¿Una ciudad en guerra es un escenario propicio para grandes historias de amor?

Sin duda. Cuando nos vemos inmersos en medio de una catástrofe, de una situación extraordinaria contra la que nada podemos hacer, el amor nos da la fuerza para seguir adelante. Se convierte en una tabla de salvación y aviva nuestro instinto de supervivencia, a la vez que nos ayuda a mantener la cordura.

¿Se nota algo especial cuando se llega a una ciudad herida?

Me tengo por escéptico en cuanto a las percepciones extrasensoriales. Sin embargo, he tenido experiencias inquietantes, y que incluso me han hecho dudar. Hay lugares, que sin conocer su pasado, me han sobrecogido. Y luego, al saber su historia, he encontrado una explicación. Es como si las piedras guardasen su alma.

¿El amor ayuda a luchar por la supervivencia o añade puntos de vulnerabilidad?

Sin ser conscientes de nuestra vulnerabilidad no podemos sobrevivir. El amor es el descanso de quien batalla. Acostarte oliendo la piel de la persona que amas te hace dormir sintiéndote frágil, pero te aporta energía al despertar.

¿Qué hay en Bilbao que le conmueve?

Como tantas otras ciudades ha sufrido, especialmente en el siglo XX. Después de un comienzo apacible, llegó la guerra, luego la represión franquista y, por último, el terrorismo. A pesar de ello, el carácter bilbaíno ha conseguido embellecer la ciudad como pocas veces ha ocurrido. Y además, se da la ciircunstancia de que es mi ciudad.

Una librera pelirroja en la ciudad de los ojos grises. ¿Por qué hay que enamorarse de ambas?

Hay una canción que cantaba Carlos Cano, que decía que los trovadores cantan las canciones de amores a muchachas y a ciudades. En mi caso, he procurado establecer esa metáfora. La Izarbe de "La ciudad de los ojos grises" es la Bilbao de principios de siglo XX y la Irene de "La ciudad del alma dormida, la librera pelirroja, es la Bilbao de los años 30 y 40.

¿Ignacio es periodista porque le gustan las preguntas o porque necesita respuestas?

Es periodista porque es el único trabajo que encontró que le permitiera desarrollar su pasión por la fotografía. Su verdadera vocación es la de fotógrafo, ello me permite hacer más visual la novela.

Varias novelas después, ¿conoce sus debilidades y fortalezas como escritor?

Mi obsesión por recrear escenarios. Son dos caras de una misma moneda. Necesito que el lector se sienta inmerso en la historia, que perciba los olores de la ciudad, que escuche su música€ pero entiendo que tengo que controlar el exceso de documentación para no perder de vista la trama. Espero conseguirlo y que el lector disfrute con lo que escribo.

¿Se le hace raro publicar en plena pandemia?

Hemos hablado del instinto de supervivencia en la guerra. Guardando las distancias, esta situación tampoco la hemos elegido nosotros. Las cartas que nos han dado para jugar no son las mejores, pero soy un buen jugador de mus.

¿Aprovechó bien el tiempo en el confinamiento?

Jamás había estado tan desconcentrado. No he escrito una sola línea desde noviembre, cuando terminé la novela con el consiguiente sobrepeso que eso me suele conllevar. Aproveché el confinamiento para comer sano y perder veinte kilos.

En "La ciudad de los ojos grises" contó cómo cambia Bilbao por la transformación económica y en esta el cambio social. ¿Qué nos espera en una futura entrega?

Necesito cierta distancia para volver a escribir sobre Bilbao porque he acabado exhausto y ese último reto volverá a agotarme psicológicamente. Nos trasladaremos a épocas más recientes, vividas en primera persona. Y estoy seguro que removerá mis emociones.

¿Se puede entender mejor la personalidad de Bilbao actual conociendo su pasado?

Es absolutamente imprescindible. El pluralismo político se forja en esos años. Y la violencia posterior nace de ahí. No es justificable pero sí puede ayudar a entender lo que pasaba por la cabeza de quienes la practicaron.

En la Navidad de 1935 nadie esperaba lo que vendría después.

En Nochevieja se brindó por un año lleno de paz y de salud. Supongo que como hicimos nosotros la última noche de 2019. El destino es caprichoso, y siempre burlón.

¿Qué le fascina más del personaje de Juanita Mir, la única periodista vasca de la época?

Me apena su olvido. Y me admira su transformación de periodista costumbrista -ya entonces hablaba de lo difícil que es ligar en Bilbao- a periodista de opinión. Los bombardeos de Durango y Gernika removieron su conciencia y sus columnas se convirtieron en alegatos antibelicistas.

¿Escribir sobre el terrorismo vasco es aún una tarea complicada?

Sí, sobre todo si no queremos convertir la novela en un culebrón. A ver cómo lo explico: para escribir sobre ello hay que tener cierta distancia en el tiempo pero a la vez haberlo vivido desde dentro. Van apareciendo algunas novelas interesantes. Supongo que cuando escriba mi novela sobre finales del siglo XX en Bilbao, tendré que afrontarlo. Lo malo es que aflorarán los recuerdos, lo bueno es que lo haré con conocimiento de causa.

¿Qué aporta en la historia el personaje de chico del pueblo de Irene enamorado de ella?

He pretendido que represente la nobleza del mundo rural, la inocencia frente a las exigencias cosmopolitas. La tradición frente a la modernidad. Koldo, el pescador pelotari, me resulta un personaje entrañable porque no entiende la vida más allá de su mundo.

¿El mundo de los alemanes en Bilbao muestra señales de lo que ocurrirá con los alemanes en el mundo?

La Guerra Civil fue un magnífico campo de pruebas para ellos. Empezando por su capacidad de transformar diplomacia en espionaje y terminando por el bombardeo de Gernika. Me resultó curioso descubrir el entramado alemán en Bilbao y que algunos de sus habitantes, casados con vascas, estuvieran en la lista de los nazis más buscados en España.

¿El comisario Zumalde es el engarce con la novela negra clásica?

Zumalde era joven en "La ciudad de los ojos grises". Ahora han pasado los años y es veterano y descreído, pero fiel a sus principios. Solo le preocupa la búsqueda de la verdad. Es indudable que para su creación bebo de las fuentes de los años 40 y 50.

Hay quien compara esta crisis actual con las penurias de nuestros abuelos.

Yo creo que la crisis actual nos ha desestabilizado emocionalmente. Sin embargo, ellos pasaron hambre y estaban expuestos a las balas y a las bombas, en la mayoría de los casos incomunicados durante meses, con la incertidumbre que ello conlleva. No creo que sea comparable.

Dejó la banca para dedicarse a escribir. O sea, que no es una misión imposible vivir de la literatura en un país donde se lee tan poco.

Digamos que fui osado. Dejé un trabajo muy bien remunerado, pero que no me aportaba ninguna satisfacción personal, para convertirme en autónomo de las letras en un país que debería leer más y donde proliferan los autores, aunque escritores hay menos. De momento, me da para comer, otra cosa es que me dé para cenar...