Esta historia nos la sabemos: lobos y corderos, gatos y ratones, cazadores cazados. Liebres y tortugas. Pero el arranque descoloca con sus giros brutales a tumba abierta: ves a alguien con pinta de protagonista escapando de la quema y de repente, zas, se lo cargan. Y así sin parar hasta que llega la prota de verdad, una veterana de la guerra que se las sabe todas en eso de sobrevivir matando. Rambo y ella serían uña y carne.

La caza se lo pasa en grande al principio demoliendo expectativas: un vuelo de aparente normalidad con una charla sobre champán se convierte como quien no quiere la cosa en un episodio de violencia a lo bestia. Es que vale todo, oye: bolígrafos, taconazos... “La guerra es la guerra”. Y cuando pasamos de las nubes a la tierra quemada, con cerdos, arsenales y mordazas, la pregunta que viene a la cabeza es la misma que pronuncian los cautivos: ¿de qué va esto?

Pues esto va de un campo de minas o de una zanja letal donde cada paso puede ser el último. Y cuando se amplía el horizonte y entra en escena una pareja de apacibles lugareños en una tienda, los destrozos empiezan a encajar. Todo es un engaño. Mortífero. Élites liberales cazando como conejos a ultraconservadores que defienden la tenencia de armas, rechazan el cambio climático y son homófobos, racistas y demás. Todo el mundo miente, y no se sabe si circulan por ahí listos “fingiendo ser idiotas o idiotas fingiendo ser listos”. ¿Arkansas o Croacia? ¿Dónde demonios estamos?

La caza juega con cartas marcadas, claro, y así es difícil tomársela en serio: por un lado mete en la batidora crítica social y política sin que quede claro lo que pretende denunciar (si es que lo pretende, claro, tal vez sea un engaño más porque la función desprende un superficial aire a gamberrada) y, por otro, y es lo que causó un revuelo importante en EE.UU que aplazó su estreno dos veces, muestra con duelos y señales las consecuencias de la violencia , rematada, tras la sorpresa de un nuevo personaje que lo destapa todo, con un clímax a lo “La guerra de los Rose” en el que se habla de las virtudes del cuchillo del pan para cortar tomates antes de la gran batalla final. Ojo con las salpicaduras.

Dirección:

Craig Zobel

Guion:

Damon Lindelof, Nick Cuse (Historia: Richard Connell)

Música:

Nathan Barr

Fotografía:

Darran Tiernan

Intérpretes:

Betty Gilpin, Hilary Swank, Ike Barinholtz, Wayne Duvall, Ethan Suplee, Amy Madigan, Emma Roberts, Justin Hartley, Glenn Howerton, Sylvia Grace Crim, Dean J. West, Hans Marrero, Iyad Hajjaj, Ned Yousef, Teri Wyble, Steve Coulter, J.C. MacKenzie, Reed Birney, Hannah Culwell.