El éxito de Italia a la hora de contener la pandemia de coronavirus y sus eventuales rebrotes ha impresionado a otros países europeos. El transalpino, que en marzo era el epicentro mundial de la pandemia, ha registrado, en los últimos 14 días, una media de 6 casos diagnosticados de coronavirus por cada 100.000 habitantes. Esto supone menos de una décima parte de los que se han contabilizado en España, que registra 62,9 casos por cada 100.000 habitantes en ese mismo período. Un triunfo que los italianos están consiguiendo a costa de sacrificar, en gran medida, su ocio nocturno y su turismo, lo que está teniendo graves consecuencias económicas.

La estrategia de Italia para contener el covid-19 se apoya, para empezar, en una extensión de su estado de emergencia hasta el 15 de octubre. Mientras otros países, como España, flexibilizaban la movilidad y abrían fronteras, los italianos fueron mucho más prudentes, pese a los perjuicios económicos que eso suponía.

Para empezar, las discotecas permanecen cerradas en toda Italia. Sí que se permite el ocio nocturno al aire libre, aunque esto no deja de generar cierta controversia en el país, donde se han producido algunas aglomeraciones y se ha registrado, como también en España, una notable reducción de la edad media de los nuevos infectados, que ahora ronda los 40 años.

Las autoridades italiana mantienen, además, un estricto control de entrada al país, incluyendo cuarentenas obligatorias para los viajeros procedentes de varias naciones. Entre ellas figura Estados Unidos, que es precisamente el lugar de procedencia de buena parte de los turistas que, año tras año, recorren la Península Itálica.

Todas estas medidas están teniendo un gran impacto económico en Italia. Según Confesercenti, una asociación que agrupa a unas 360.000 pymes turísticas y del sector servicios de todo el país, se estima que solo en las cinco ciudades que reciben más turistas del país -Roma, Florencia, Turín, Venecia y Milán-, dejarán de recibir este año alrededor de 34 millones de turistas, lo que supondrá una merma de ingresos de unos 7.600 millones de euros. Una cantidad que se podría incrementar si en el otoño no se produce tampoco una desescalada de las medidas de restricción. Para mitigar las pérdidas económicas, Confesercenti pide ayudas para las empresas y ha propuesto que se creen zonas francas en los centros históricos de municipio que registren un alto flujo turístico.

Junto a estas duras medidas para su pujante sector turístico, las autoridades italianas han reforzado los mecanismos de seguimiento de positivos, especialmente incorporando rastreadores: en la mayor parte de las regiones hay al menos un rastreador por cada 10.000 habitantes. En España, la media es de uno cada 12.000 habitantes, aunque algunas regiones están muy lejos de esas cifras. En Madrid, por ejemplo, tienen un rastreador por cada 47.000 habitantes.