Corren tiempos coronavíricos, así que la soprano Ainhoa Arteta hizo un guiño a la pandemia en la última propina del concierto de anoche en el Auditorio de Oviedo, en el que se ganó un intenso aplauso del público, gran parte de él puesto en pie. Como despedida, cantó el zapateado de "La tempranica", de Gerónimo Giménez, donde la letra dice que "la tarántula es un bicho muy malo" y donde Arteta cantó que "el covid es un bicho muy malo".

Un detalle para cerrar el concierto con el que el auditorio ovetense reabría sus puertas después de los cierres obligados en toda España para limitar la expansión de la pandemia de coronavirus. El Auditorio reabrió con la mitad del aforo, unas 700 localidades disponibles y con separación entre los asientos. Todos los asistentes acudieron con mascarilla y en la megafonía, al principio y al final, se radiaron las instrucciones para la evacuación de los asistentes al ritmo y orden que fuera marcando el personal de sala. No hubo aglomeraciones. El Auditorio abrió una hora antes para ir permitiendo la afluencia. El público llegó con sus entradas impresas y tuvieron que presentar el DNI en la puerta, como en adelante se exigirá. Al comenzar la velada, tanto la soprano guipuzcoana como Lucas Macías, director titular de Oviedo Filarmonía, agradecieron al público su presencia. Arteta elogió las "ganas de música" que tiene el público asturiano.

El concierto que anoche ofreció Arteta en Oviedo estuvo basado en preludios de Zarzuela y también incluyó algunas canciones y romanzas de obras líricas españolas.

Todas ellas fueron muy del gusto del público que acudió a escucharla. Pero hubo algunos momentos en los que la soprano se hizo con el corazón de algunos asistentes, especialmente cuando cantó "La romanza de Paloma" de "El barberillo de Lavapiés". Fue, sin duda, una de las piezas más aplaudidas de la noche junto con la romanza de "Las hijas del Zebedeo", de Chapí. Que fue la primera propina de la noche. Arteta explicó al público el cariño personal que sentía hacia esa composición pues, según dijo, era la primera romanza que había estudiado en su vida.

Fue una noche deliciosa para los amantes de la zarzuela, aunque en algunas ocasiones la soprano tuvo pequeños fallos de memoria en las letras de la composiciones. Una mayoría del público la despidió en pie y en medio de un sentido aplauso. La música volvió por fin al Auditorio de Oviedo después de tantos meses del silencio viral que enmudeció a gran parte del sector cultural español.