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Toda la chispa de Sagi para volver a la ópera tras la pandemia

La brillante puesta en escena de "L'heure espagnole" y "Les mamelles de Tirésias" deleitó a los asistentes, todos con mascarilla

Sabina Puértolas y Regis Mengus, en una escena de "Les mamelles de Tirésias". IVÁN MARTÍNEZ

Fue un comienzo lleno de frescura y color, con una puesta en escena magistral firmada por el ovetense Emilio Sagi, que ayer cumplía 40 años de su debut en la temporada del teatro Campoamor. El arranque de la LXXIII temporada, con el doble programa compuesto por "L`heure espagnole" y "Les mamelles de Tirésias", se salió de la norma de preferencia por el "bel canto", pero por su derroche de gracia dejó el mejor sabor de boca entre todos los asistentes. La velada, la primera con público con mascarillas y el aforo limitado para mantener la distancia y evitar la extensión del coronavirus, contó entre las dos óperas con una pausa de cuarenta minutos, más larga de lo normal para la preceptiva desinfección.

Una pantalla con fondo negro esperaba a todos los asistentes al comienzo de la función. En el centro, escrito en latín, "Tempus Fugit"; el tiempo vuela. Un voz en off indicó que "pocos han sido sitios tan seguros como los teatros" y tras homenajear a las víctimas durante la pandemia y recordar a los fallecidos Pepa Ojanguren, diseñadora de vestuario, y Jaime Martínez, expresidente de Ópera de Oviedo, comenzó "L`heure espagnole".

Entonces, relojes de todos tipos, formas y tamaños se apilaron sobre el escenario, como si fuera el patio de juegos de los cinco personajes, que aparecían y desaparecían dentro de ellos. Casi sin escenas corales hasta el final, en un continuo diálogo con múltiples referencias a España, el tiempo de la pieza se le hizo corto a un público que no tuvo oportunidad de aplaudir hasta el final. Y en la pausa, sonaba con elogios el nombre de la mezzosoprano Maite Beaumont, que hacía el papel de Concepción, la mujer del relojero Torquemada que aprovecha las salidas de su marido para reencontrarse con su amante.

La segunda parte, "Les mamelles de Tirésias" contrastó con la anterior. Tenía una estética próxima al musical, que reforzaba el texto de carácter surrealista firmado por Apollinaire. Sabina Puértolas, la soprano, y el barítono Regis Mengus, y todo el equipo escénico de Sagi fueron los que se llevaron al final los mayores aplausos.

En esta obra, el escenario estaba dividido en dos partes, aludiendo a dos realidades muy diferenciadas. Resultó muy llamativo el personaje que encarnó Sabina Puértolas, Thérèse. Se trata de un papel vocalmente muy difícil, que supo defender muy bien. El vestuario, firmado por Gabriela Salaverri, resultó muy interesante por el carácter surrealista que supo imprimirle, acorde con la obra. Regis Mengus también cautivó al público al interpretar al marido de la protagonista y destacó por la solvencia con afrontó los cambios de registro que incluye la partitura. En esta segunda parte participó el coro de la Ópera de Oviedo. Y como son tiempos pandémicos, todos cantaron con mascarilla.

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