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MARZENA DIAKUN | DIRECTORA DE ORQUESTA, SE PONDRÁ AL FRENTE DE LA OSPA EN LA APERTURA DE LA TEMPORADA "SERONDA"

"Las orquestas lo están pasando mal porque no hay tejido cultural"

"Las agencias generan muchas veces productos, no artistas, y abren y cierran las puertas de los auditorios en su beneficio"

Marzena Diakun.

La Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias (OSPA) emprende un nuevo y atípico curso con un programa de ocho conciertos hasta final de año. La temporada "Seronda", con la que vuelve a recuperar su actividad sinfónica, ofrece conciertos a precios reducidos y con reducción de aforo en las salas. La crisis sanitaria ha impedido el normal desarrollo de la temporada de abono. El primer concierto de "Seronda", con música de Weinberg y Martin, en el teatro Jovellanos de Gijón mañana y en el Auditorio de Oviedo el viernes, a las 20.00 horas en ambos casos, será dirigido por Marzena Diakun, con quien la OSPA trabajó anteriormente. Diakun ha dirigido a orquestas como la de la Suisse Romande, la Orquesta Philharmonique de Radio France, la Orquesta de Cámara de Lusanne o la Orquesta filarmónica nacional de Varsovia, entre otras.

- ¿Cómo está siendo la vuelta a la rutina en la actividad cultural en la nueva normalidad?

-He comenzado mi nueva temporada hace tres semanas, y a juzgar por los lugares en los que he estado, todos los músicos tenemos una cosa en común: muchas ganas de subirnos a un escenario de nuevo, de devolver a las orquestas sinfónicas a sus salas de conciertos y retomar la actividad que teníamos antes de la pandemia. Es algo que se puede ver en las caras de los instrumentistas y en su predisposición a la hora de trabajar. En mi caso particular, gran parte de los conciertos que estaban programados se consiguieron posponer, como éste con la OSPA, que creo estaba fijado para abril, pero en otros casos se han cancelado directamente.

- Con los trastornos consiguientes que ello trae para los músicos.

-Si es cierto que muchos músicos y agrupaciones lo están pasando mal, y creo que lo pasarán mal durante un tiempo largo, e incluso algunas podrían desaparecer, porque no hay un tejido y una conciencia cultural lo suficientemente sólidas. Yo he sido muy afortunada, en mi caso he cobrado mi caché por conciertos que se cancelaron en Alemania y he pasado en casa cuatro meses sin viajar a ningún sitio. Vamos a ver cómo se desarrolla la situación, que es muy difícil.

- Los conciertos con la OSPA de esta semana no son el primer proyecto que desarrolla junto a la sinfónica, y me gustaría saber qué destacaría de esa colaboración.

-Hemos llevado a cabo programas muy diferentes y creo que es una orquesta muy flexible, muy técnica. He visto las enormes ganas que tienen de hacer música, han sido muchos meses sin desarrollar actividad musical en directo y esas ganas de volver están presentes en el día a día de nuestro trabajo. Nunca hay ningún problema para volver a repetir un pasaje con el que no estamos satisfechos, en buscar una segunda lectura con un carácter diferente para un tema en concreto, y eso ayuda mucho en el desempeño de la dirección musical. Poder tocar en directo es nuestra vida, las grabaciones y retransmisiones están bien, pero no puedes sentir toda la energía que tiene un concierto en directo.

- ¿Cuáles son las claves del programa que dirigirá el jueves y el viernes en Gijón y en Oviedo?

-Mieczys?aw Weinberg y Bohuslav Martin? tienen en común que sus composiciones están impregnadas de la incertidumbre que conlleva escribir música en tiempos de guerra, y tiene una gran contemporaneidad con la incertidumbre que tenemos estos días, en los que no sabemos qué va a pasar mañana. Con la música de Martin? tengo una relación muy cercana desde que hace 16 años comencé a interpretar su música cuando estaba preparando su sexta sinfonía para mi participación en el Concurso de Praga. Fue entonces cuando me enamoré por su música y el sonido que extraía de la orquesta. La sinfonía nº 3 que tocamos es del 1945, justo al término de la guerra, plasma muy bien sus miedos, su dolor y la angustia de una persona que no pudo regresar a su país hasta que todo terminó. Weinberg, nacido en Polonia y de ascendencia judía tuvo que huir a Rusia y comparte con Shostakovich el miedo al régimen de Stalin de que llamasen a su puerta y se llevasen a un familiar, pero lo más llamativo es que cuando escuchas su música oyes alegría y diversión, casi parece terapéutica para salir del horror de la realidad.

- Además de su carrera como directora musical también desarrolla una labor en la formación de las futuras generaciones de directores. ¿Cómo está cambiando la industria musical?

-En la actualidad veo una competencia voraz, pero no en términos artísticos, en términos capitalistas, hasta el punto de que es relativamente fácil hacer carrera con alguien que forme parte de una determinada agencia que tenga poder sobre tal o cual teatro o sala de conciertos. Esto provoca que en ocasiones veamos a un director con una trayectoria brillante que en el podio, mientras suena la música, le cuesta mucho defender. La agencias generan muchas veces productos, no artistas, lo que es un gran error peligroso, y además cierran o abren las puertas de los auditorios y teatros para unos u otros en su propio beneficio. Quizá no debería decir todo esto, quizá mi agencia se enfade conmigo (y deja escapar unas risas).

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