El primer ministro británico, Boris Johnson, anunció ayer ante la Cámara de los Comunes un endurecimiento de las restricciones para hacer frente a la pandemia. El líder conservador admitió que su país está en un "peligroso punto de inflexión" y dijo que es necesario "actuar" para contener el repunte de contagios de estos últimos días. El Reino Unido registró ayer 37 muertos por covid-19 en 24 horas, la cifra más elevada desde el pasado 14 de julio, y 4.926 nuevos casos, la cifra más alta desde el 7 de mayo. Los ingresos en los hospitales se han duplicado y Johnson advierte que la situación solo puede ir a peor a medida que avance el otoño y el invierno.

El premier aboga por mantener el "delicado equilibrio" entre la salud pública y el menor efecto posible para la economía, así que descartó un segundo confinamiento. Lo que se imponen a partir de ahora son restricciones como el cierre de bares y restaurantes a las diez de la noche, solo con servicio de mesa. Se impondrán multas de 200 libras a quienes no lleven mascarilla cuando sea obligatoria y de 10.000 a quien viole la cuarentena. Si todas las nuevas restricciones fracasan, no descarta ir más allá: "Nos reservamos el derecho a aplicar restricciones significativamente mayores".