La débil tregua que firmaron Pedro Sánchez e Isabel Díaz Ayuso el pasado lunes en la Real Casa de Correos, sede del Ejecutivo autonómico, se ha roto antes de dar frutos. El Gobierno central ha tratado de usar el comité de colaboración, creado tras la reunión entre ambos presidentes, para encarrilar a la Comunidad de Madrid hacia medidas más drásticas, atendiendo a la "experiencia acumulada" en la lucha contra la pandemia y el criterio de la mayoría de los expertos, pero a la vista de que esta estrategia no daba resultados y el Gabinete de Ayuso seguía erre que erre con los tibios confinamientos, ambos Ejecutivo mostraron este viernes, sin tapujos, sus desavenencias.

Al mismo tiempo que el viceconsejero de Salud Pública, Antonio Zapatero, explicaba que Madrid ampliará a ocho zonas más las restricciones que entraron en vigor el lunes en 37 áreas sanitarias y que permiten libres movimientos en estos barrios y que se pueda salir y entrar perimetralmente por motivos laborales, escolares y un sinfín más, el ministro de Sanidad, Salvador Illa, compareció para evidenciar su disconformidad y difundir cuáles han sido las "recomendaciones" que el Gobierno central ha trasladado al autonómico, en dicho órgano de cooperación.

La primera petición fue que las limitaciones de movimientos y de aforos adoptadas se apliquen a la capital en su conjunto y a todos los municipios con una incidencia superior a 500 positivos por cada 100.000 habitantes. Illa alegó que este nivel de contagio es el doble que la media del país, que se encuentra en 282. Según los datos epidemiológicos de la Comunidad de Madrid, de entre las localidades de más de 50.000 habitantes, apenas Boadilla del Monte, Pozuelo de Alarcón, Rivas-Vaciamadrid, Las Rozas y Valdemoro se librarían.

La segunda petición del Ministerio, que sí se ha visto satisfecha, es que recomiende a todos los madrileños evitar "todos los movimientos innecesarios". Zapatero lanzó este consejo en la rueda de prensa donde anunció los nuevos "cierres", pero la experiencia ha demostrado que este tipo de sugerencias apenas tienen impacto en el control de la epidemia. Entre las 37 áreas sanitarias que ya tienen restricciones a la mobvilidad y las ocho que se confinan ahora, suman alrededor de un millón de residentes.

Y, por último, el Gobierno pidió que se prohíba el consumo en barra en todos los restaurantes madrileños y se restrinja el aforo al 50% en las terrazas. El viceconsejero, fichado por Ayuso por ser el artífice del hospital en Ifema, alegó que esta recomendación se vio satisfecha hace días cuando se decretó que entre las sillas de distintas mesas tiene que haber metro y medio de separación.

Así las cosas, mientras Illa señalaba que "no vale un cierto gradualismo" y "no hay otro atajo" que actuar con "determinación", el integrante del Gobierno de Ayuso señalaba que hay que esperar 15 días a que las "duras" medidas puestas en marcha el lunes en 37 barrios y que este viernes fueron avaladas por el Tribunal Superior de Justicia de Madrid den resultados, porque no "ha ocurrido nada entre el lunes y el viernes" que les obligue a variar el rumbo.

"Mi labor es proteger al ciudadano y tenemos que ser muy cautos a la hora de tomar medidas que afecten al estado socioeconómico y tengan consecuencias casi igual de malas para la salud de los ciudadanos que el propio virus", alegó, al tiempo que mostró su desacuerdo con que Gobierno central no aplique "criterios homogéneos", dado que Navarra supera los 600 casos por 100.000 habitantes y no está siendo presionada hacia el confinamiento.

Zapatero se quejó además de que en la primera reunión del comité bilateral llamado Grupo Covid-19, celebrada el martes, el Gobierno central no les trasladó ninguna recomendación respecto a la movilidad. Sin embargo, fuentes del Ministerio de Sanidad indicaron que esta semana se les hizo llegar las recomendaciones y advertencias verbalmente y por escrito. En concreto, relatan que el jueves por la mañana tanto Illa como su secretaria de Estado, Silvia Calzón, se las enviaron por Whatsapp tanto al consejero de Sanidad, Enrique Ruiz Escudero, como a su número dos, Zapatero, antes de la reunión del Grupo Covid-19. Y este viernes, añadieron desde la Moncloa, el director de Gabinete de Pedro Sánchez, Iván Redondo, contactó con su homólogo, Miguel Ángel Rodríguez, para persuadirle de que tomaran las medidas recomendadas por Sanidad. La conversación no obtuvo resultados.

Además, Illa señaló públicamente el jueves que en Madrid se esperan "semanas muy duras" y que hay que actuar con "determinación".

Así las cosas, la pelota está ahora en el tejado de La Moncloa, que debe decidir si deja a Ayuso estrellarse -o quizá tener éxito, que podría atribuirse más al miedo ciudadano al virus y a las sanciones que a la efectividad de las medidas- o toma el control. El ministro subrayó que el Gobierno seguirá atendiendo las reuniones del Grupo Covid-19 con un "espíritu constructivo y de lealtad", pero también "de mucha claridad". O sea, verbalizando aquello con lo que no está conforme.

Sin embargo, este comité conjunto queda tocado, al evidenciarse las discrepancias de manera nítida. Illa evitó lanzar reproches a Ayuso, remarcando que todas las comunidades están actuando para luchar contra la pandemia, pero preguntado en varias ocasiones por los periodistas si el Ejecutivo decretaría el estado de alarma en caso de que las medidas no funcionen y la situación epidemiológica no mejore, dejó este aviso explícito: "Sobre lo que va a pasar en los próximos días, vamos a ir viendo". Es decir, el Gobierno ya no descarta intervenir.