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El gran triunfo de la voz

La primera función de "I puritani", con Irina Lungu acaparando las ovaciones, estuvo dedicada a la figurinista ovetense Pepa Ojanguren, fallecida en agosto

El patio de butacas del Campoamor, minutos antes de la primera representación de "I puritani". IRMA COLLÍN

La calidad de las voces y la personal puesta en escena, minimalista pero de gran expresividad, brillaron en el estreno de "I puritani", el segundo título de la temporada de ópera del Campoamor. La soprano Irina Lungu, en el papel de Elvira, acapararon las ovaciones, sus compañeros de reparto estuvieron a la altura, el director de escena Emilio Sagi fue muy apluadido y el público disfrutó de la belleza de la música y de la escena. Celestino Varela, el director de la Ópera de Oviedo, dedicó la representación, antes de su inicio, a la diseñadora de vestuario y figurinista Pepa Ojanguren, fallecida el pasado mes de agosto. Se refirió a ella como a una "ovetense universal", de cuyo talento creativo tuvieron ocasión de disfrutar en inumerables ocasiones en Asturias. Al final de la funcion, Varela depositó un ramo de flores blancas sobre las tablas, señalando al cielo y ofreciéndoselo a Ojanguren.

Ayer en el Campoamor se cumplió con el obligado ritual contra el covid -mascarilla, gel hidroalcohólico y distancia de seguridad- y, coincidiendo con el inicio de la Selmana de les lletres asturianes, volvieron con la fuerza de temporadas pasadas los aplausos y los pateos con el aviso en asturiano al inicio de la función.

La soprano Irina Lungu fue la gran triunfadora de la velada. Lungu desenvolvió un registro muy homogéneo y mostró un sobresaliente control sobre los agudos. Al término de la escena de la locura recibió una sonada aclamación. Además de su facilidad para los agudos y los pasajes de agilidad, la soprano sobresale por su gusto por las improvisaciones añadidas, en la línea de la tradición interpretativa del bel canto.

El papel de Arturo, muy difícil, lo interpretó con corrección, el tenor John Osborn, y Luca Tittoto, como Sir Giorgio, fue un descubrimiento: con un color vocal homogéneo y un buen fraseo supo potenciar su personaje.

Dalibor Jenis, ya conocido por el público ovetense, cantó con volumen y cuidó el fraseo; agradó especialmente su interpretación de la cabaletta "Bel sogno beato", uno de los fragmentos más conocidos de este título de Bellini. Laura Vila, como la reina Enrichetta de Francia, también cumplió bien con su papel.

En el foso del Campoamor, Iván López-Reynoso y la orquesta Oviedo Filarmonía hicieron su labor de acompañamiento para los solistas, con un volumen de sonido controlado y cómodo para los cantantes, que no necesitaron forzar su voz en ningún momento para hacerse oír. El Coro de la Ópera de Oviedo, cantando con mascarillas como ya hizo en el primer título de la temporada, subrayó algunos momentos claves de la ópera, en el coro militar del primer acto, en el de la fiesta y al final de la ópera.

La puesta en escena de esta producción del Teatro Real frmada por Emilio Sagi es tan sobria y minimalista como personal, con elementos característicos en sus trabajos, como las lámparas colgadas del techo, las sillas, e incluso el juego de las tonalidades entre el blanco y negro, y su escala de grises. El único punto de color contrastante fueron unas flores rojas. Destacaron, también por la iluminación, los momentos de locura de Elvira, separada del mundo real por una inmensa cortina que proyecta deformadas las sombras de quienes la rodean.

Al estreno de "I puritani" asistió invitado por el Alcalde de Oviedo, Alfredo Canteli, el embajador de Japón en España, Kenji Hiramatsu.

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