Los estadounidenses Harvey J. Alter y Charles M. Rice y el británico Michael Houghton han sido distinguidos con el premio Nobel de Medicina por el descubrimiento del virus de la hepatitis C. Así lo anunció ayer el Instituto Karolinska, que precisó que con esta distinción se quiere reconocer la "contribución decisiva" de los tres científicos en la lucha contra la hepatitis por transfusión (que causa cirrosis y cáncer de hígado), una aportación que ha permitido salvar "millones de vidas".

"Se merecen el Nobel y una estatua de oro, sus investigaciones han salvado muchas vidas, y gracias a sus aportaciones y a las de otros hoy tenemos un tratamiento tan consolidado que permite salvar del orden del 98% de los enfermos, y prácticamente ya no hay investigación", coincide el hepatólogo asturiano Ramón Pérez, que durante varias décadas encabezó, desde el Servicio de Digestivo del Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA), la lucha contra la enfermedad en la región.

"Por primera vez en la historia, la enfermedad puede ser curada, aumentando las esperanzas de erradicar el virus de la hepatitis C de la población mundial", señala el fallo del Nobel, que resalta que todavía mueren más de un millón de personas al año de hepatitis por transfusión, una preocupación para la salud global comparable a la tuberculosis o al virus de inmunodeficiencia humana (VIH).

Fue en la década de 1970 cuando se detectó un tercer tipo entre las infecciones hepáticas, además de las que se transmitían a través del agua o de alimentos contaminados (hepatitis A) y otra, mucho más peligrosa para la salud, que se contagiaba por la sangre y los fluidos corporales (hepatitis B).

Harvey J. Alter, que trabajaba entonces en la sanidad pública estadounidense, se percató de que un número importante de personas que recibían transfusiones de sangre desarrollaban igualmente hepatitis debido a un agente infeccioso desconocido. Posteriormente, demostró que la sangre de esos pacientes podía transmitir la enfermedad a chimpancés y que ese agente tenía las características de un virus.

Después de una década de esfuerzos infructuosos para tratar de aislar el virus, Michael Houghton recurrió a una estrategia innovadora, creando una colección de fragmentos de ADN de ácidos nucleicos encontrados en la sangre de un chimpancé infectado, a partir de la que se pudo identificar el virus.

Faltaba por determinar si el virus podía causar la enfermedad por sí mismo, una tarea que llevó a cabo Rice, quien, gracias a la ingeniería genética, pudo generar una variante del ARN del virus inoculada luego con éxito en chimpancés.

"En los primeros años tras detectarse la enfermedad, no se salvaban más del 5% de los pacientes. Después llegaron los tratamientos con ribavirina, que elevaron la esperanza de vida a entre un 10 y un 20%. Pero eran tratamientos muy duros, con muchos efectos secundarios", recuerda Ramón Pérez, que explica que en 2015, en su último año en ejercicio, el porcentaje de curaciones estaba en el 98%: "En la última serie de pacientes en la que trabajé, de 50 se curaron 48, y los otros dos era porque recayeron y uno tenía además VIH".

A juicio del hepatólogo asturiano, una herramienta fundamental para luchar contra la enfermedad fue el método de diagnóstico desarrollado por Qui-Lim Choo y George Kuo, a quienes asegura echar en falta entre los premiados: "Antes de su tratamiento, prácticamente no había investigación", concluye.