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El abc de la escultura moderna

Las obras de la Fundación Azcona que se exhiben hasta abril en el Niemeyer permiten explorar la evolución hacia nuevos volúmenes y materiales, en un recorrido de 118 años, de Rodin a Bernardí Roig

Ricardo Solís

Avilés está históricamente muy ligada a la escultura. Son muchas las grandes piezas presentes en sus plazas y calles, que se han convertido en elementos identificativos de la ciudad. Y desde ayer suma un nuevo referente, el de la exposición "La emoción del espacio", que reúne en la cúpula del Centro Niemeyer piezas de artistas de la talla de Picasso, Rodin, Miró, Oteiza, Chillida, Gargallo, Julio González, Moore o Man Ray, entre otros.

El éxito de este proyecto se sostiene no solo en la calidad de los artistas, sino también, como explicó la alcaldesa, Mariví Monteserín, en que permite reflexionar sobre la evolución de la escultura y sus técnicas a lo largo de los siglos XX y XXI. Las piezas, pertenecientes a la colección particular de la Fundación Azcona, llegan al Centro Niemeyer gracias al apoyo de la Fundación Banco Sabadell. Su comisaria, María Toral, resume así la muestra, que podrá visitarse hasta el 5 de abril en Avilés: "Es un recorrido por la escultura de nuestro tiempo, desde Rodin, que es el padre de esta técnica, acaba con la escultura monumental en su concepto más aburrido y crea una cierta modernidad de la que beben todos los artistas que van después".

El director de la Fundación Azcona, Sergio "Sacha" Azcona, señala como una de las piezas estrella la "Cabeza de apóstol" de Julio González, que da un salto, en tres décadas, respecto a Rodin y su "Cabeza de esclavo" -también presente en el Niemeyer-, "desde la figuración perfecta hacia un concepto más abstracto y cubista de la figura humana".

Distan 118 años entre esa "Cabeza de esclavo" y "Small Sound Exercises", obra de 2016 de Bernardí Roig, que cierra la muestra, con una técnica nueva, en resina, que bien podría representar la figura del escultor exhausto.

En este extenso recorrido temporal por la escultura moderna, el espectador podrá apreciar cómo este arte ha evolucionado desde el figurativismo hasta la abstracción pura. "Con el paso del tiempo, los escultores han ido dando paso a un concepto distinto de obra tridimensional.

Inicialmente tenía que ser bella, imitar la realidad y tener cierta funcionalidad, siguiendo así con la tradición clásica, pero los artistas modernos y contemporáneos se esforzaron por investigar nuevas formas, materiales y técnicas, impregnándose de culturas lejanas y convirtiendo sus creaciones en obras de arte autónomas", explica María Toral. La idea, abunda en las explicaciones Sergio Azcona, "era crear un diálogo sobre cómo unos artistas influyeron sobre otros de forma que se lograra una reflexión más allá de la estética de cada obra".

Los responsables de la Fundación Azcona ponen el foco en Julio González, cuya obra acaba de ser adquirida y apenas les ha dado tiempo a estudiar. "Es el padre de la escultura moderna", certifica la comisaria. Sobre él realizarán un completísimo estudio, a modo de catálogo razonado, en siete tomos, "una obra exhaustiva y maravillosa", que firma Tomás Llorens, "el gran experto en Picasso, con un trabajo monumental", anunció Azcona.

Otro escultor universal, Martín Chirino, también ocupa un lugar destacado en la muestra. "No hay artista en España igual que él", dicen los propietarios de la obra, que alaban la capacidad del artista para "esculpir" el viento y trabajar elementos "muy poderosos" que también han llevado a la Fundación a embarcarse en el segundo catálogo razonado del artista. La abstracción geométrica de los setenta, las esculturas pintadas del equipo "Crónica" o la señal de tráfico de Juan Gomila están, asimismo, presentes en la muestra.

Sus impulsores llaman a disfrutar de la esencia del arte. "Es un espacio de salud mental", dicen de la oportunidad de contar con exposiciones en tiempos de pandemia.

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