Gran parte del público actual, de diversas generaciones, ha crecido emulando las hazañas de un intrépido arqueólogo, ha soñado con rebelarse ante la tiranía del malvado imperio en una galaxia muy, muy lejana o mantenido duelos imaginarios en tierras polvorientas con hombres fríos de mirada torva. Toda esta magia que transmite el cine, en buena medida gracias a las bandas sonoras, se percibió la noche del jueves en el concierto los premios "Princesa de Asturias".

Abría la cita musical "La fuerza de los justos", de "Los intocables de Eliot Ness", una declaración de intenciones de lo que sería la dirección de Andrea Morricone: despliegue de pasión y energía, sin dar apenas tregua al público, con una percusión y unos metales muy poderosos. También hubo momentos más sosegados, como en "Deborah's theme", con unas dinámicas bien trazadas, pero siempre manteniendo una pulsación muy constante. Aun así, Andrea Morricone optó por unos tempi algo lentos, recreándose en una sonoridad muy brillante y compacta de la OSPA.

"Hasta que llegó su hora" y "El bueno, el feo y el malo" contaron con la presencia de la soprano Vittoriana de Amicis, de voz delicada y etérea, que conquistó a los asistentes con la interpretación de su complejo papel. Lo que debería sonrojar y hacer reflexionar seriamente a la Fundación es tener que recurrir a coros grabados y enlatados para su cita anual más importante mientras mantiene inactivo a su coro, uno de los de mayor nivel y prestigio del panorama nacional.

La segunda mitad del concierto, ya con Óliver Díaz al frente, estuvo reservada a las obras de John Williams, de carácter seguramente más espectacular y colorista. Díaz optó por dar rienda suelta a la orquesta con una dirección más ágil y fluida que, no obstante, conllevaría algún desajuste en el tema principal de "La Guerra de las galaxias". Las piezas de "Harry Potter" estuvieron más ajustadas y con un balance sonoro equilibrado, algo similar a lo que ocurrió en la trepidante marcha de "Indiana Jones".

El violinista malacitano Jesús Reina lució todo su saber hacer en la nostálgica melodía de "La lista de Schindler", con un fraseo muy sutil, dejando momentos de gran belleza. En "Un violinista en el tejado", mostró un gran virtuosismo, aunque la amplificación de su violín provocó cierta reverberación que hizo que el sonido no se percibiera del todo limpio.

En definitiva, un concierto para el recuerdo con una orquesta a gran nivel, donde música y cine fueron de la mano y dieron un resultado excelente, pues, parafraseando a Andrea Morricone: "La música es maravillosa si se toca de forma adecuada".