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JOAN ANTÓN RECHI | DIRECTOR DE ESCENA DE "MADAMA BUTTERFLY", NUEVO TÍTULO DEL CAMPOAMOR

"Madama Butterfly es como una mariposa que entra en casa y no es capaz de salir"

"Los actos culturales han instaurado muchos protocolos de seguridad ante el covid, incluso más de lo razonable, como la limitación de aforos"

Joan Antón Rechi, ayer, junto al teatro Campoamor. IRMA COLLÍN

Joan Antón Rechi (Andorra, 1968) celebra cada día de trabajo con una sonrisa bajo la mascarilla. El director de escena de "Madama Butterfly" se quedó sin estrenar varios títulos en Alemania e Italia en pleno confinamiento, por lo que la obra de Puccini es un soplo de aire fresco. Los ensayos han comenzado esta semana y se extenderán hasta dos días antes de la primera de las funciones, previstas en el Campoamor el 9, 12, 15, 18, 20 y 21 de noviembre con la soprano Ainhoa Arteta, el tenor Jorge de León y el barítono Damián del Castillo como protagonistas.

- Usted sitúa la obra en el Nagasaki de 1945, antes y después de la bomba atómica. ¿Por qué?

-Es una obra que se suele mantener en su contexto; un universo, parecido a un grabado japonés. Siempre la he visto representada con una imaginería preciosista con el típico ciclorama de puesta de sol. Me parecía un drama en tecnicolor del tipo de las películas americanas de los 50, como las de Douglas Sirk con mujeres sufridoras. Por eso me apetecía llevarla más hacia la tragedia.

- "Madama Butterfly" es de principios del siglo XX, pero parece predestinada a ambientarla en la II Guerra Mundial.

-Siempre me ha parecido curioso que el texto narre la historia de un marinero americano que tiene una relación con una geisha en Nagasaki teniendo en cuenta lo que pasó tiempo después. La ópera está basada en una obra de teatro que triunfó en Broadway. Sin embargo, ambas representaciones se prohibieron con la II Guerra Mundial en Estados Unidos.

- Hay soluciones escénicas curiosas, como sustituir la tradicional casa japonesa por un consulado. ¿Por qué?

-Una frase del primer acto me hizo reflexionar. El cónsul norteamericano, Sharpless, le dice a Pinkerton que el día anterior oyó a Madama Butterfly y le pareció muy dulce. Eso me dio la idea de situar a la protagonista fuera de su casa haciendo que pasara todo en el consulado. Un espacio donde se siente vulnerable. Madama Butterfly es como una mariposa que entra en casa y no es capaz de salir porque choca con los cristales. El primer acto pasa en el consulado y el segundo y tercero, en la ciudad destruida. A partir de ahí, la obra es una tragedia colectiva. Eso hace que la historia llegue de forma potente, directa al estómago.

- ¿Ha hecho ajustes escénicos por la pandemia?

-No hay figurantes a excepción del hijo de Madama Butterfly y he ajustado movimientos del coro para que haya menos relación entre los personajes. Además, el coro va a contar con mascarilla. Lo hacemos con mucho gusto porque estamos contentos de poder trabajar por y para la cultura. Son pequeños sacrificios que tenemos que hacer de la misma manera que el espectador tiene que ver el espectáculo con la mascarilla puesta. Es importante hacer este esfuerzo para continuar las temporadas teniendo en cuenta que el aforo se ha reducido y repercute en los costes.

- ¿Hay plan B en caso de que algún artista dé positivo?

-Tenemos dos repartos y nos hacemos pruebas casi constantemente. Los cantantes ensayan con mascarilla. Hemos cancelado los ensayos del coro en la sala de ensayos, los hacen en el escenario.

- ¿La cultura es segura?

-Se está demostrando. No ha habido contagios. Después de los ensayos habitualmente íbamos a tomar algo, pero ahora nos enceramos en el hotel. Los actos culturales han instaurado muchos protocolos de seguridad, ante el covid, incluso más de lo razonable.

- ¿Por qué?

-Sobre todo por los aforos. Se acaba de abrir la temporada de ópera de Bilbao en el Palacio Euskalduna, en el que caben 2.500 espectadores y la ocupación es de 400. Iincluso el 50% de espectadores ya estaría un aforo seguro.

- ¿Cree que a la cultura se le está restringiendo y limitando más que a otros sectores durante la pandemia?

-Creo que todo el mundo intenta hacer lo mejor y que nadie quiere destrozar al otro. Pero sí que es verdad que hay incongruencias. ¿Por qué puedes ir en transporte público con mascarilla y casi lleno y en el teatro hay menos butacas? En un teatro la entrada es escalonada, todo el mundo mira en la misma dirección, hay espacio entre butacas, no se habla durante el espectáculo? He ido como espectador y me siento a salvo.

- ¿La cultura es un bálsamo contra la tristeza?

-Noto que la gente tiene ganas de teatro y cultura. Ya se vio en el confinamiento con el consumo de literatura, series de televisión, películas o música en los balcones. Para nosotros también es muy especial.

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