José Ángel Gayol publica el ensayo "El silenciu invisible", situado entre la obra de arte y el pensamiento: "Pienso que nada cabe fuera del pensamiento. El arte facilita la reflexión. Decía Octavio Paz algo así como que la obra de arte es una señal de inteligencia en cuanto diálogo entre el sentido y el sinsentido. En ese terreno fronterizo, en la obra de arte, el pensamiento encuentra un lugar fértil para ejercitarse".

¿Cómo puede ayudar la pintura a conocer la realidad?

Antes de los modernos medios de comunicación, la transmisión de conocimientos se realizaba mediante las artes. La alfabetización era escasa y las pantallas inexistentes. Arcos de triunfo, catedrales, esculturas, obeliscos, pinturas, todas ellas constituían expresiones plásticas de pensamientos, mensajes simbólicos que cualquier persona podía entender. No miramos igual, y perdón por la obviedad, una Anunciación de Cristo nosotros que una persona que viviera en el siglo XVI. Conocemos y entendemos el significado de la pintura, y podemos apreciar su calidad y reconocer un valor estético. Para alguien del Renacimiento o del Medievo una pintura era algo más, contenía un mensaje moral, cívico, religioso, admonitorio… La pintura condicionaba la percepción de la realidad.

¿El aspecto estético del libro es fundamental?

El libro consiste en capítulos breves que toman de referencia pinturas de todas las épocas y sustentan el texto, sirven de punto de arranque, o lo complementan de alguna manera. No es posible entender el texto de “El silenciu invisible” sin los cuadros que lo acompañan.

¿Qué tiene “El silenciu…” de guía?

Pretendo llamar la atención sobre algo que, por evidente o intuitivo que pueda ser, no merece la atención cotidiana de la gente: que nuestras posiciones ideológicas están limitadas y determinadas por los medios de comunicación, que actuarían como una ventana o una pintura para definir qué podemos ver y cómo podemos verlo. “El silenciu invisible” pretende aportar algunas claves para entender esto.

Plantea el debate sobre el ruido que otorga entendimiento y comprensión. ¿De qué forma?

La ventana comunicacional que ofrecen las redes sociales y los dispositivos de comunicación actuales, desde la televisión a telegram, nos aguijonea de continuo con mensajes e información. Con ello no ganamos entendimiento ni comprensión. Al contrario, el ruido nos abotarga hasta sumirnos en un silencio tácito, invisible, en oposición al ruido visual que nos distrae y anestesia.

¿Qué nos aporta el silencio?

Espíritu crítico y reflexión. No es posible pensar con ruido, salvo que te aísles y te recojas para encontrar el silencio necesario con el que contemplas, por ejemplo, un cuadro. Frente al silencio pasivo del ruido informativo, tenemos que ser capaces de generar un silencio activo y consciente. Aislar aquello que nos comunican y analizarlo. Hay que comprender la realidad, no asumirla según nos la ofrecen.

¿Los ciudadanos tienen una visión sesgada e interesada del mundo? ¿A quién le interesa mantener esa situación?

La élites políticas y económicas emplean un nivel de influencia que la ciudadanía de a pie no puede igualar. Cada persona llega hasta sus amigos o, en el caso de un escritor, incluso hasta sus lectores. Con este libro tengo cierta capacidad para emplear la ventana comunicacional. Pero no ejerzo influencia real en el contenido de esta ventana. Las élites tienen nombre y apellidos, aunque no sean muy conocidos, y sí definen y concretan aquello que se publica en los medios de comunicación generalistas o de gran audiencia.

"No es posible pensar con ruido, salvo que te aísles y te recojas para encontrar el silencio necesario con el que contemplas, por ejemplo, un cuadro"

Habla usted de ventana comunicacional. ¿De qué forma influyen las redes sociales ahora sobre ella?

Les redes sociales son puro silencio en sí mismas. Frente al conocimiento verdadero o Verdad exterior, fundan el imperio de la opinión y democratizan la tontería. Opinar es imprescindible, pero previamente a esa opinión ha de existir un aprendizaje sobre aquello de lo que se va a opinar y una predisposición al entendimiento. Tanto uno como otro lo echo en falta. Las redes sociales sirven de abono a estados emocionales modulados a través de los medios de comunicación mayores (televisión, diarios y, en menor medida, radio). Internet replica en buena medida los contenidos generados en espacios mediatizados por las élites.

¿Qué hay de poesía en la pintura? ¿Y a la inversa?

En palabras de Tom Raworth, la pintura envidia la voz invisible de la poesía y ésta el silencio del ojo. No se puede resumir mejor.

¿Un cuadro siempre nos habla en silencio?

Para Alain Corbin la pintura es la palabra del silencio.

¿El cuadro de la portada, un fusilamiento, está elegido con intención?

La elección de la portada vino determinada por el silencio latente pero expresivo de los rostros de los protagonistas. Se están jugando la vida y lo saben. La ciudadanía se juega la vida en el Parlamento cada día, y en general no se advierte. Los ideales mueren bajo la manta del consumismo menguante. Merecemos espacios públicos en los que se debata sobre las condiciones de vida de las personas, pero asistimos a esperpentos diarios con políticos de escaso nivel retórico y argumentativo, salvo excepciones notables. Los hombres del cuadro de “El fusilamiento de Torrijos y sus compañeros en las playas de Málaga” sabían por qué morían.

Munch no pintó a un hombre que grita sino a un hombre que escucha. ¿Hay muchos malentendidos así en el arte?

El arte es una frontera, un espacio liminal en el que buscamos a tientas. Es normal que cada persona adecúe lo que ve a su narrativa experiencial, a su historia íntima. Cortazar se refería a las lecturas múltiples. El libro del escritor y de cada lector son libros distintos con diferentes niveles de interpretación y sugerencias emocionales diversas. Esa es uno de los milagros del arte.

¿A qué pintores le gusta escuchar?

En general paisajistas del XIX, Caspar David Friedrich siempre, John Constable y William Turner no pueden faltar, Carlos de Haes en España, y los pintores de la Escuela del río Hudson, en particular Frederic Edwin Church, Albert Bierstadt y Thomas Cole. Pero también Edward Hopper o John Brack por el silencio que retratan sus cuadros.

¿El caso Villarejo rompe la ley del silencio cómplice?

El caso Villarejo es el mayor atentado a la democracia de los últimos veinte años. Es de una gravedad tal que en un país normal causaría la desaparición del partido político correspondiente y modificaciones constitucionales de calado. Me parece brutal. Es como si el ejecutivo de una empresa usara, debido a su puesto, conocimientos privilegiados para perjudicar a la misma empresa. Sería cesado y encarcelado. Aunque claro, para las democracias liberales proteger el sistema empresarial es más pertinente que protegerse a sí mismas.

¿Nos manipulan haciéndonos creer que hay una época de transparencia informativa?

Nada resulta más fácil de disimular que aquello que se muestra. El neoliberalismo ha conseguido una esclavitud acrítica sin los peajes violentos de dictaduras totalitarias como el nazismo o el comunismo. Nuestras posibilidades de elección están limitadas por las opciones de que disfrutamos, y creyendo saber mucho, tengo la sensación de que no sabemos nada. Nos ofrecen información, pero no conocimiento. Es como si nos pusieran unos prismáticos y no pudiéramos quitarlos de los ojos ni mover la cabeza. No vemos lo más cercano y lo más lejano carece de verdadera relevancia en nuestras vidas. ¿Un ejemplo? Hay manifestaciones de personas contra impuestos que pagan otros. Surrealista.

¿La política actual necesita del ruido para sobrevivir?

Creo que sin ruido ciertos partidos, sino todos, encontrarían un ecosistema más hostil. Pero tampoco me engaño. La capacidad de adaptación de los partidos es tremenda. Si la ciudadanía se preguntara sobre cómo quiere vivir y votara en función de las cuestiones que les afectan de verdad, los partidos no desaparecerían, sino que mutarían y nosotros tendríamos mejores políticos. Los insultos y las maneras gruesas delatan emergencias que no existen para tomar medidas que benefician solo a una minoría. Y por emergencia no me refiero al coronavirus, que sí es una urgencia inaplazable.

¿La vacuidad del pensamiento nos devuelve a tiempos anteriores a la Ilustración?

En cierto sentido. La libertad de expresión o de reunión permite articular pensamientos en común y trazar rutas ideológicas. Y eso es un avance importante. Pero la vacuidad del pensamiento allana el camino al debate grueso sobre temas irrelevantes. Lo que implica volver al punto de partida: cuando menos nos demos cuenta estaremos perdiendo derechos básicos como las pensiones, la educación pública o la sanidad universal y gratuita. La libertad de expresión o de reunión no sirven de nada si no las usamos con inteligencia para defender las cosas importantes: la salud propia y de nuestros seres queridos, comida y techo para nuestros padres ya mayores, la educación de nuestros hijos para que tengan un futuro… ¿Hay algo más sagrado que eso?

¿Por qué hay tantos fanatismos? ¿La cultura de siglos no ha servido de nada?

Sí, pero el neoliberalismo creó el dios de la individualidad, y somos seres sociales que necesitan anclas simbólicas y emocionales con sus semejantes. Y claro, ahí es donde caemos en un vacío vital que nos angustia y que necesitamos rellenar con banderas y adhesiones.

Tenemos ya una peste, como en la Edad Media…

Y me parece delirantemente cruel que no haya una actuación cerrada, unívoca, unidireccional y respetuosa de la clase política. Las crisis revelan las miserias de la gente.

¿Los nacionalismos conducen a la masa irracional?

Son un ejemplo de movimientos irracionales al margen del diálogo y como motor de distanciamientos. El nacionalismo es bueno como polo de atracción, y malo por lo mismo.

¿Ve la oficialidad del asturiano cerca?

Soy cínicamente optimista. Nunca estuvimos tan cerca y creo que podemos conseguirlo en esta legislatura a poco que ciertos partidos abandonen posturas tactistas y abracen la coherencia que mantienen en otros territorios. La oficialidad no es un drama ideológico, sus enemigos pueden estar tranquilos, y, sin embargo, sería el mayor logro político de la democracia en Asturias. Porque la falta de oficialidad es un drama humano, de menoscabo de los derechos lingüísticos de Asturias. Los efectos positivos serían descomunales y se extenderían a ámbitos de la vida que ni sospechan muchos de los que ahora se muestran en contra (a menudo con argumentos de hace cuarenta años). Pero si no se alcanza en esta legislatura, sucederá no tardando mucho. La apuesta del PSOE por la oficialidad es firme y unos buenos resultados electorales suyos y de los partidos favorables al asturiano podrían provocar un reposicionamiento del PP o una vuelta a posiciones prooficialidad que ya defendieron en el pasado. Los partidos, como ya dije, son entidades diseñadas para sobrevivir.

Hay quien sostiene que la pandemia derribará el capitalismo. ¿Quién se ríe al escuchar eso?

No sé si en los consejos de administración se ríe mucho o poco. Pero la pandemia podría derribar derechos sociales y libertades públicas a poco que nos descuidemos. El sector farmacéutico y algunas empresas tecnológicas están haciendo el agosto. En general, el neoliberalismo se adaptará para seguir sacando rentabilidad y beneficios. Comparto la teoría del mercado eficiente.

¿Las fake news son viejas como el mundo?

Por lo menos ya había manipulación en el antiguo Egipto y en Roma. No son algo nuevo. Lo que cambia es el mayor acceso de la ciudadanía a una información sin conocimiento que enciende sentimientos primarios, y el descaro con el que los mentirosos sostienen las falsedades pese a ser descubiertos. Los políticos se han dado cuenta de que pueden seguir mintiendo si ésa es la mentira que el electorado quiere oír.