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Lucía Viñuela | Hija de Margarita Salas

“Agradezco que mi madre no haya tenido que vivir esta pandemia”

“Ha sido un año terriblemente duro por la pérdida, pero también muy gratificante al ver el cariño y el respeto que se le tenía”

Lucía Viñuela, junto a su madre, el día de la celebración del 80.º cumpleaños de la profesora.

Lucía Viñuela lleva un año con sentimientos encontrados. Hoy se cumple el primer aniversario del fallecimiento de su madre, la bioquímica Margarita Salas. La llora pero le reconfortan el apoyo y los reconocimientos recibidos durante estos doce meses.

–¿Cómo ha sido este año sin su madre y sin la figura de Margarita Salas?

–En lo personal ha sido complicadísimo. La pérdida de una madre es muy dura. Al mismo tiempo ha sido muy gratificante porque sigo viendo y recibiendo el enorme cariño que la gente le tenía a mi madre, no solo en Asturias, que por supuesto, sino también en Madrid o Extremadura. Lo normal es que cuando una persona se va, su nombre empieza a disolverse, a borrarse de forma progresiva. En el caso de mi madre afortunadamente está ocurriendo todo lo contrario. No dejan de llegarme propuestas de homenaje.

–¿Cómo hubiese vivido su madre estos tiempos de pandemia?

–Le hubiese costado mucho, lo hubiese pasado francamente mal. Ahora doy gracias de que no haya tenido que vivir esto. El próximo día 30 cumpliría 82 años y no sé si hubiese aguantado esta pandemia tan terrible que se está llevando a tanta gente de todas las edades.

–El virus ha puesto la ciencia en primera línea política y ciudadana.

–Una de las cosas que más preocupaban a mi madre era la inversión en ciencia e investigación. Siempre reclamaba que se incrementase el presupuesto en ciencia y denunciaba la fuga de cerebros. Estaría muy preocupada por lo que está pasando y porque no tiene visos de que nadie tome las riendas de verdad. En los Presupuestos actuales la inversión que se contempla para investigación es la misma que en 2014, y esto no puede ser.

–Dice que recibe muchas propuestas de homenajes a su madre, ¿cuál ha sido la última?

–Me han llamado de la Comunidad de Madrid para pedirme permiso para ponerle el nombre de mi madre a una escuela infantil.

–¿Y cuál es la que más le ha emocionado?

–La de la escuela infantil es emocionante porque mi madre siempre que se lo pedían acudía a colegios o institutos y le encantaba fomentar la vocación científica de los niños. Otra cosa que me emocionó especialmente tuvo lugar en el tanatorio, justo al día siguiente de su fallecimiento. Se me acercó Cristina Garmendia, que había sido discípula suya, y me dijo: “Lucía, hay que hacer algo grande con el legado de tu madre”. En aquel momento solo acerté a decir un “vale”. Aquello se ha convertido en la Fundación Margarita Salas, en la que están presentes la Universidad Autónoma de Madrid, el CSIC, la Comunidad de Madrid, la Junta de Extremadura y, cómo no, el Principado de Asturias. Nunca hubiese imaginado que aquella frase de Garmendia en el tanatorio fuese a dar lugar a una cosa así.

–¿En vida de su madre era usted consciente del cariño y reconocimiento que se le profesaba?

–Como hija siempre me he sentido, y lo sigo haciendo, muy orgullosa de mi madre, pero ahora me estoy dando cuenta de su enorme legado, de todo el cariño que se está demostrando. Quizás ahora es cuando me estoy dando cuenta de lo querida y respetada que era y eso me llena de orgullo.

–¿Cree que en lo profesional está obteniendo ahora mayor reconocimiento que en vida?

–Su trabajo siempre ha estado muy reconocido. Ella siempre contaba que no lo tuvo fácil. En los años 50 y 60 en España la mujer no pintaba nada, pero gracias a la generosidad de mi padre, Eladio Viñuela, y a su propia valía profesional, con el paso del tiempo todo lo que había sido negativo empezó a ser positivo. Desde que la nombraron directora del Instituto de España, que coordina a las ocho reales academias, su nombre empezó a reforzarse, y siempre ha sido reconocida.

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