Los bombardeos sobre el refugio de Cimadevilla, la plaza Mayor como frente de la Guerra Civil o el hambre de la posguerra son claros ejemplos de que “de peores momentos ha salido Gijón”, siempre con el espíritu del Barrio Alto por bandera. Así lo aseguró Javier Gallego, director del programa de radio “Carne cruda”, en la inauguración del Festival Internacional de Cine de Gijón, (FICX), que “ha sabido sobreponerse a la pandemia” para alcanzar su edición número 68, confirmándose como “uno de los de más solera” del panorama cinematográfico español. Un despegue que fue atípico, porque, aunque no cambió el lugar, sí que lo hizo la forma. Las butacas de un vacío Teatro Jovellanos fueron el único público del programa de radio. Quizá ello hizo que la emoción fuera aún mayor.
A ello ayudó especialmente también Rodrigo Cuevas. El polifacético artista, a su piano, hizo sonar la claqueta del festival con una íntima y redonda versión de “Pescadores”, sempiterno tema del fallecido Manolo Carrizo. Porque el Barrio Alto gijonés estuvo muy presente en el acto. Parte de culpa la tiene Ida Sánchez, hermana de Fredesvinda, por todos conocida como “La Tarabica”, que irrumpió con su desparpajo, socarronería y humor playu para relatar anécdotas de su vida en Cimadevilla. Como cuando su madre ponía a hervir una olla con agua para que los vecinos pensaran que estaba cocinando, tal era la escasez que se pasaba. “Nos faltaba de todo, pasábamos mucha necesidad, pero teníamos mucha alegría”, resume Sánchez. Una sabiduría popular que, a ojos de Gallego, “está muy presente en la obra de Rodrigo Cuevas”. Además, el presentador quiso destacar que “la historia de estas mujeres nos permite conocer la historia de Gijón y todo Occidente en el siglo XX”.
El momento más emocionante del acto llegó cuando salió a relucir otro nombre ilustre de Cimadevilla: el de Rambal, “que yera maricón desde que nació”, en palabras de “La Tarabica”. Una aseveración que compone la primera frase de la canción que Rodrigo Cuevas dedica al popularísimo transformista del Barrio Alto, asesinado hace 44 años. Al escuchar el tema, Ida Sánchez no pudo contener las lágrimas. “Todo el mundo lo quería, menos el que lo mató”, zanja apuntando a dos hipótesis sobre el autor del brutal crimen, que nunca se llegó a esclarecer: “Fue o alguien de dentro del hospital en el que estuvo ingresado, o alguien de Avilés. Pero mandado por alguien poderoso, eso no nos lo quita nadie”. El recuerdo de Rambal, sin embargo, sigue vivo en Cimadevilla. Y, en parte, también en la figura de Cuevas, “que es un dignísimo heredero”, enfatizó Gallego.
La música aun reverberaba en el vacío coliseo gijonés cuando se sentó a la mesa el director del certamen, Alejandro Díaz Castaño, que aseguró que, aunque “echamos de menos el público y las salas”, quiso mostrarse positivo con este nuevo formato, “una forma de llegar a otros lugares del mundo y a aquellas personas convalecientes o confinadas que, si no, no podrían acudir a ver los pases”. El primero de todos, el que abrirá oficialmente el festival, será la película francesa “¡Al abordaje!”, una “comedia inteligente que es un chute de energía y buen rollo” en tiempos como los actuales, faltos de ello.
Precisamente de tiempos, aunque pasados, hablan Celia Viada y Ramón Lluis Bande en sus documentales “La calle del agua” y “Vaca mugiendo entre ruinas”. El primero rescata la memoria de Benjamina Villar, una asturiana que fue, ya en 1914, pionera de la fotografía en España. Una memoria que “se encargaron de borrar de la historia”, con lo que Viada busca “devolverle lo que se merece: el respeto por su trabajo” a esta mujer que fue “un referente, rebelde, luchadora, digna, creativa y que no lograron doblegar”. Bande, por su parte, recupera la historia del Consejo Soberano de Asturias y León durante la Guerra Civil, en los meses anteriores a que cayera el frente norte y que sufrió “un trato histórico injusto”, quedando “borrado y denostado”.
Con música comenzó y con música finalizó la inauguración. Pablo und Destruktion y su tema “Gijón” pusieron el broche de oro, recordando nuevamente a Rambal, que “mucho más que un marica, era un héroe nacional”, y con esa frase cincelada de rebeldía que finaliza la canción: “Que se muera el civismo y viva Cimadevilla”.