Mostrar el orgullo de los gijoneses por su ciudad y, de paso, “resignificar su narrativa visual”. El Festival Internacional de Cine de Gijón ha fichado para la presente edición al fotoperiodista Manu Brabo, premio “Pullitzer” en el año 2013 por su cobertura de la guerra civil de Siria, para ilustrar con sus instantáneas locales la promoción del certamen en diferentes formatos. “Gijón no es tanto un espacio, que también, como las gentes que lo habitan”, enfatiza Brabo, zaragozano de nacimiento, pero afincado en la mayor urbe asturiana desde hace años. LA NUEVA ESPAÑA publica hoy una parte de esta colección.
El fotógrafo ha huido del paisaje para centrarse en el paisanaje. Y no sólo ha elegido algunos de los lugares icónicos de Gijón, como la playa de San Lorenzo o las calles peatonales del centro, sino que ha retratado también sus barrios, que irradian vida propia en cada esquina. La Calzada, Pumarín o Jove aparecen en esta selección de un centenar de fotos. “No se puede obviar la fachada marítima gijonesa, gran paseo de Asturias, pero no quería que fuera la protagonista. Quería adentrarme en su corazón obrero”, indica el fotoperiodista.
Brabo afirma que “es uno de los trabajos más complejos que me he echado a la cara”, por el “fuerte componente emocional” de tener que trabajar en la ciudad que le acogió y le “abrazó”, hasta convertirlo en sportinguista de corazón. “Al jugar en casa, parece que se me encoge un poco la pierna”, asegura quien se jugó la vida en guerras por medio mundo. En base a esa experiencia personal, también buscó representar ese “carácter amable” de la urbe, que “ayuda a los de fuera a construir aquí su vida y a echar raíces”.
La visión de Brabo entronca a la perfección con la que se buscaba desde el Festival, con esa idea de poner “el dardo en la mirada”. Desde la organización se incide en que “toda ciudad tiene una narrativa visual, una representación anclada en el imaginario colectivo”. “El FICX, como proyecto audiovisual centrado en la autoría y en nuevas propuestas formales, quiere aportar, reforzar su integración con la ciudad, serle útil, proponer espejos y contribuir a la conversación, siempre abierta, sobre su identidad”, indican los impulsores. Por eso, le pidieron al fotoperiodista “que volviera su mirada, siempre aguda e incómoda sobre la ciudad, su ciudad”. “Le pedimos que interpretase el proceso de transformación en el que Gijón está inmerso en este momento concreto de la historia, con la piel de sus habitantes atravesada por una pandemia”. Un virus que, en palabras de Brabo, “condiciona todo”. Salvo el poder de transmitir con imágenes.