El Festival Internacional de Cine de Gijón, que este año se celebra en versión telemática por los estragos del covid-19, organizó ayer uno de los debates más interesantes de esta edición: “El cine como ejercicio de fantasmas”. Y eso pese a que el título no parece muy afortunado. Una conversación en realidad, conducida por la realizadora Irene Gutiérrez (compite en el FICX con la singular “Entre perro y lobo”), sobre las conexiones entre cine, memoria, los rostros y los paisajes.

Participaron Celia Viada, que entronca con el “Nuevu Cine Asturianu” por su ópera prima, “La calle l’Agua”, y el vigués Fon Cortizo, que también compite en sección oficial con “9 fugas”. Y además la cineasta Pilar Monsell, que forma parte del jurado del FICX. Tres directores que practican un cine “valiente”, según Gutiérrez, y altamente experimental.