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Director, presenta en la sección oficial “Lluvia de jaulas”

César González: “Filmé a mis personajes como a pequeños emperadores de la calle y de la nada”

“Cuando se pone en relación ‘Lluvia de jaulas’ con ‘Los olvidados’ de Buñuel supone un halago sublime porque él también mira sin juzgar”

César González, en una imagen facilitada por el FICX.

Una de las seis películas que los espectadores del Festival Internacional de Cine de Gijón (FICX) deben ver. Lo ha dicho el programador del certamen, Fran Gayo. César González (Buenos Aires, 1989) es el autor de “Lluvia de jaulas”, un extraordinario y duro poema o alegato visual sobre los pibes que mueren o sobreviven en las periferias de las urbes del capitalismo global. El autor, que no ha podido desplazarse a Asturias por las restricciones sanitarias causadas por la pandemia, atendió vía telefónica a LA NUEVA ESPAÑA.

–Es su quinta película. ¿Qué le impulsó a hacer “Lluvia de jaulas” y cuánto hay ahí de autobiográfico?

–En toda obra hay algo biográfico del artista por más que no quieras, incluso en las más fantasiosas. Aquí hay una continuación de temas míos: la adolescencia y juventud que habita en los barrios populares, pero cada vez con un microscopio con mayor aumento sobre la violencia, la droga, en esas vidas cotidianas. Pero no hago de eso una épica o un juzgamiento moralista. Desde un punto de vista formal, tuve mucha libertad. Esa vida de barrio fue también parte fundamental de mi vida.

–Y se nota, pero ¿cuánto hay de documental y cuánto de ficción?

–Es, sobre todo, documental: filmar la cotidianidad en sus confines más recónditos del barrio donde vivo. Es una película que, digamos, guionicé al revés. Tomé, primero, muchas imágenes a lo largo de tres o cuatro años. Tenía una idea del tema y en el montaje fui encontrando la película. Las categorías en el cine son problemáticas. El registro más crudo viene, tal vez, del “cinéma vérité”.

En toda obra hay algo autobiográfico y esa vida de barrio fue fundamental en mi propia vida

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–¿Tuvo muchas dificultades para filmar? Lo digo por esas escenas cotidianas y los perfectos registros de los personajes...

–Bueno, el cine es un arte muy muy dificultoso en su realización técnica. Para que algo se vea dignamente hay que cumplir con unos pasos técnicos esctrictos; hasta el cine más barato, que es el digital, es caro y requiere mucho dinero. “Lluvia de jaulas” fue hecha de manera discontinua, cuando las personas tenían tiempo. Está resuelta sin presupuesto. Tuve la suerte de que la vieran algunos programadores, entre ellos Fran Gayo. Es un año triste para la humanidad, pero maravilloso que la película este en Gijón y las reacciones que está generando,

–Háblenos de los personajes de la película...

–Alan (Garvey) es una especie de “alter ego” mío que empezó de chiquito y está en todas mis películas. Por una de esas crueles paradojas de la vida, cayó preso por algo relacionado con las drogas. ¿Cómo puede ser? Es como un oxímoron absurdo. Hay muchas jaulas: la policía, la convivencia... Alan sigue preso, como otros chicos que aparecen en la película. Esa complicidad con la cámara viene porque hicieron cosas mías cuando eran más chiquitos.

–Y se nota.

–Son unos pequeños dioses de la calle, como dice Hegel de los personajes de Murillo. Y así los filmé, como pequeños emperadores de la calle y de la nada. Tienen una gran vitalidad superior a la de mucha gente que tiene asegurado lo material. No hago épica de la pobreza, pero hay una visión romanticista más que romántica.

Es un año triste para la humanidad, pero maravilloso porque mi película está en Gijón

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–¿Su película bebe de una tradición como la que plantea Buñuel en “Los olvidados”?

–Que se relacionen ambas películas es un halago sublime. Es una de las obras maestras de la historia del cine y de las primeras que la Unesco declaró Patrimonio de la Humanidad. Buñuel mira a esos jóvenes sin juzgar, sin orientar moralmente nada. En “Los olvidados” hay un fotograma en el que sale una jaula. Adoro toda la obra de Buñuel.

–¿Por qué incluye en el filme sus poemas y las citas de pensadores de la izquierda?

–Fue difícil la decisión de crear esa voz en off. Siempre me costó conjugar lo visual con lo verbal poético. He escrito tres libros de poemas y estoy con el cuarto. ¿Cómo puede entrar eso en el cine? La poesía construye imágenes. Y las citas las incluyo para que la película no quede en un limbo de neutralidad política, para no negar mi punto de vista y aportar a la discusión sobre la vida de los jóvenes en estos barrios.

No quiero negar mi punto de vista y que el filme quede en un limbo de neutralidad política

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–La película refleja las tensiones entre unas partes y otras de la ciudad.

–Existe más en Latinoamérica, en lo que se llamó el Tercer Mundo. Ahí hay contrastes en centímetros. Buenos Aires es similar a Bruselas o Madrid, pero tiene “villas miseria” con indigencia. Y esas realidades están separadas por una calle. Dos universos separados por unos metros de asfalto.

–Una frase: “Aquel que tiene un porqué para vivir se puede enfrentar a todos los cómos”.

–Es de Nietzsche. Un papelito que nos dio una de esas estatuas humanas en una peatonal. Yo me tuve que aferrar a un porqué sin tener los cómos, es decir, los medios de producción.

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