Como cada 25 de noviembre conmemoramos el Día Internacional contra la Violencia de Género. Por suerte para nuestro país, España es hoy una sociedad concienciada de una lacra que cuenta con un consenso muy amplio para su erradicación; un consenso que trasciende ideologías y bancadas. Es obligación y deber de todos los que componemos los poderes públicos el velar por la desaparición de una violencia injusta e injustificable, y promover medidas para combatir todas las formas de violencia (no sólo la física) contra la mujer. La declaración de la ONU define como violencia contra las mujeres “todo acto de violencia que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o sicológico para la mujer, así como las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de la libertad, tanto si se producen en la vida pública como en la vida privada”. Una declaración adoptada por unanimidad en la Asamblea General: por casi 200 estados soberanos con gobiernos de muy diferente signo político.

Porque la violencia contra las mujeres es una lacra que como sociedad no podemos permitir, y ante eso hay un acuerdo que debería ser unánime, hacen falta aún más recursos y más campañas de sensibilización para seguir avanzando en la defensa hacia una sociedad más justa e igualitaria, así como lograr mayor efectividad en el control de las medidas judiciales de protección a las víctimas de violencia de género. También nos preocupan enormemente las víctimas más silenciosas, los y las menores. Es urgente avanzar en su protección y en la atención a aquellos que padecen esta situación en sus hogares.

En un año especialmente complicado para todos, en el que el hogar ha sido más que nunca el escenario de nuestras vidas, celebrar este 25N es más importante que nunca para no dejar de lado el problema. No dejemos que la pandemia y sus consecuencias nos hagan retroceder. En esta lacra debemos ir, todos juntos, avanzando hasta el final.