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Benjamina Miyar, la fotógrafa asturiana que inspiró la película más premiada del FICX

La fotógrafa de Corao que inspiró el largometraje “La Calle del Agua”, de Celia Viada Caso, premiado siete veces en el FICX, fue pionera en el mundo rural, republicana y relojera

Benjamina Miyar, una vida de película Luján PALACIOS

Benjamina Miyar Díaz nació el día 9 de agosto de 1888, hija del relojero Roberto Miyar Álvarez y de María Manuela Díaz Montero, en el pueblo de Corao, en el seno de una familia de libreros y relojeros. Fue fotógrafa notable, republicana y víctima de represión y palizas durante la Guerra Civil, enlace del maquis y defensora incansable de la libertad, y sin embargo su figura apenas es conocida en Asturias. Fallecida en 1981, se llevaría una buena sorpresa y se sentiría a buen seguro halagada al saber que su historia ha sido multipremiada en la 58.ª edición del Festival Internacional de Cine de Gijón (FICX), gracias al minucioso trabajo de investigación de la joven Celia Viada Caso. “La Calle del Agua” es la finca de la calle en la que Benjamina Miyar vivía con unas primas, y desde ayer es una referencia indispensable para conocer un poco más de la historia de una pionera, reflejo de “lo modernas que fueron las mujeres de las aldeas, algo que no es nada conocido y que me alegra mucho mostrar”, explica Viada.

La historia de la fotógrafa de Corao es su ópera prima y con ella ha logrado en esta edición del FICX nada menos que siete premios, arrasando entre el público y la crítica especializada. Y es solo un punto de partida, porque “sigo investigando para hacer alguna cosa más, quiero investigar a fondo en el archivo de Asturias, es algo que me interesa mucho”, recalca la autora, con la satisfacción de haber reflejado en su largometraje, sobre fotografías de Belarmina Miyar y con voz en off, “el papel de las mujeres en las aldeas: fueron mujeres muy valientes en todos los sentidos, que se expusieron durante la guerra y que nunca se reconocieron como deberían”. En el caso particular de Miyar, su papel es incluso más relevante porque en su época no fueron muchas las mujeres que se dedicaron a la fotografía. “Fue una pionera en Asturias y en España”, reconoce Celia Viada, quien tardó tres años en dar forma a la historia, con una intensa labor de montaje y documentación previa.

Gracias a su trabajo de inmersión histórica se sabe que la fotógrafa de Corao trabajó intensamente y de su lente se conservan más de 200 imágenes en archivos familiares particulares. Sobre todo, retratos de sus vecinos y familiares, antes de la Guerra Civil, en los que dejó plasmada la esencia de los pueblos de la época.

Se sabe que Benjamina Miyar era una mujer sensible, “pero también recia y vigorosa”, que creció observando a su padre, Roberto, y a su tío Ismael, dedicados a la fabricación de los relojes de Corao que alcanzarían gran fama, aprendiendo así las claves del trabajo manual y la técnica. En la finca familiar de la Calle del Agua se crio con sus hermanas y sus primas, un núcleo femenino que cultivaba el gusto por el arte y la literatura.

Tal y como recoge en sus crónicas la Sociedad Perriniana de Corao, Benjamina Miyar se educó en la escuela de niñas de Corao y en el colegio de Cangas de Onís regido por su tío político el maestro de Instrucción Primaria Melquíades Vázquez Mariño. No fue solo Benjamina una adelantada a su tiempo, también su hermana Armida destacaría como “delicada pintora”, atestigua Francisco José Pantín Fernández, uno de los mejores conocedores de la historia local.

Benjamina asumiría el peso de la casa tras quedarse ciega su madre, mientras componía y reparaba relojes para ayudar a su padre en el taller de relojería. Dicen que “leyendo revistas”, relata Pantín, adquirió los conocimientos para dedicarse a la fotografía sin tener antecedentes familiares en el oficio. Entre sus obras se cuentan “retratos colectivos de vecinos, escolares o niños que realizan su primera comunión, o de algún suceso importante con el que se sentía plenamente identificada, como el ‘Homenaje a la vejez’ organizado por la Sociedad de Labradores ‘El Despertar’”, enumera la crónica de la Sociedad Perriniana. No obstante, destacó por los retratos de sus vecinos, campesinos humildes, jóvenes llenas de vida o personajes con más poder. Y así, en un pequeño cuarto de la planta baja de la casa familiar de Corao instaló su taller e hizo de la fotografía su medio de vida, con trabajos que llegarían a ser publicados en la revista “Mundo Gráfico” y en los semanarios cangueses “El Popular” y “El Orden”, donde se dice de ella que, “sin haber salido de la aldea en que naciera, sin haber recibido lecciones de ningún maestro, posee cualidades tan sobresalientes que pudiera comparársela con los fotógrafos de más renombre”.

Durante la guerra defendió el taller de su padre, fallecido en 1935, para evitar el pillaje de las tropas nacionales durante su entrada en Corao. En la posguerra mantuvo contacto con guerrilleros y acabó encarcelada y apaleada por defender la República. Acabaría su vida viviendo con sus primas y su ahijada Felisa, y tras ser operada de cáncer en Palencia y pasar una temporada en Madrid, falleció en su Corao natal. Ahora, su vida quedará para siempre en el recuerdo visual y emocional de la Asturias profunda.

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