Eugenia Rico (Oviedo, 1972) contesta al teléfono sentada en un café frente a la laguna de Venecia. “Vivo aquí desde hace cinco años, pero voy mucho a España, aunque este año es más difícil”, dice. Su estancia en Venecia tiene mucho que ver con la literatura, con el pasado y con el futuro. Cuando era adolescente sus compañeros de clase del Instituto Aramo se fueron de viaje de estudios a Italia. Ella se quedó en Oviedo, “sentada en las escaleras”, y fue una de esas muescas que quedan en la memoria. Además, “en Oviedo había tenido un novio que me enseñó italiano”. El chaval era de Oviedo, pero se le daba bien el idioma.

La relación con Italia se convirtió en enamoramiento cuando a la escritora le concedieron una beca en la Academia de España en Roma. El país y la escritora empezaron a entenderse. Un entendimiento que en España no se da con igual facilidad. Rico sabe de primera mano que en España “la literatura no da para comer”, pero hay otros países en los que el menú incluye una ley de Mecenazgo. Así que a la autora ovetense le ofrecieron vivir en uno de esos maravillosos palacios venecianos y ella, que se considera “una mujer del siglo pasado”, cuando “Venecia era como Manhattan y todos los escritores tenían que ir”, se instaló allí. Y no le ha ido mal.

Ha convertido la biblioteca en su oficina y se pasa ocho horas al día escribiendo. Lo último que ha dado a la imprenta es “La historia del silencio”. Un libro pandémico, creado durante el confinamiento, que se ha publicado en italiano, inglés y español. Ahí están Venecia, ciudad actual; Estados Unidos, donde residió Rico, y Oviedo, ciudad natal. Lo suyo es que el libro trata de ese silencio del confinamiento y su precio de venta es de un euro. “El dinero lo donamos a una organización que lucha contra la pobreza infantil”, explica. “La pandemia ha dejado al descubierto que muchos niños no tienen ordenador y no pueden asistir a las clases telemáticas”, añade.

“La historia del silencio” es, en definición de su propia autora, “una reflexión mirando al futuro en tono poético”. En su opinión, “la pandemia ha demostrado que se puede hacer un cambio del centro a la periferia y que el teletrabajo nos puede permitir estar más cerca de la naturaleza”. Desde Venecia mira a Asturias y piensa que es el lugar perfecto para “volver a los bosques”.

Rico ya ha descubierto Italia, aquello que le había quedado pendiente del viaje de estudios, y ahora Italia la está descubriendo a ella a través de sus obras. Estos días anda presentando “La edad secreta”, libro con el que fue finalista del premio “Primavera” de novela en 2004 en España. Además se ha convertido en madrina de la candidatura de Trieste como ciudad literaria de la Unesco. “Me encantaría poder hacer algo así en Oviedo”, confiesa.

“La edad secreta” es parte de una trilogía ya publicada en nuestro país y que ahora leen los italianos en su idioma. El libro es una suerte de canto a la posibilidad de la utopía, porque, como resume la autora, “en realidad nuestra verdadera edad son los años que nos quedan por vivir”.