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Poeta, publica “Calibán”

Natalia Menéndez: “La poesía nos permite poner palabras donde se ha impuesto el silencio”

“Tal vez la pandemia nos haga adoptar una visión literaria algo diferente tras demostrarnos que somos más frágiles”

Natalia Menéndez, con su nuevo libro, “Calibán”.

Natalia Menéndez Rodríguez (Avilés, 1973) acaba de publicar su sexto libro de poesía, titulado “Calibán” (Ed. Torremozas). Menéndez, que es directora del IES Carreño Miranda de Avilés, es una de las voces más asentadas de la poesía en Asturias y cuenta con distintos galardones, entre ellos el premio “Nené Losada” o el “Asturias Joven” de poesía.

–¿Qué hace Calibán, el personaje de Shakespeare en “La Tempestad”, dándole nombre a su poemario?

–Me interesa la dualidad humana, la combinación de diferentes pasiones, de fuerzas opuestas o contradictorias, y el concepto de “otredad” que representa. Calibán encarna lo más primitivo del ser humano. Asimismo, es interesante la relación simbólica que establece con Próspero, la imposición desde el paternalismo colonial que caracteriza a este último, perfectamente extrapolable a la experiencia femenina. El libro aborda, en general, las relaciones de poder que se establecen entre las personas a distintos niveles.

–¿Es éste un poemario más sombrío que su anterior obra, “Invadir Babel”?

–Posiblemente esas sombras que tiñen en cierto modo este libro provengan de la adopción de una voz que habla de lo colectivo. Asumir una voz colectiva supone una responsabilidad mayor e implica la necesidad de denunciar o aludir a cuestiones más amargas. De Invadir Babel, no obstante, retomo la importancia del idioma, que también es un instrumento de poder, la relevancia tanto de la palabra como del silencio y el papel que juegan en la sociedad. La memoria, grupal e individual, nos marca.

–Las referencias a la condición femenina son numerosas, aparecen en poemas como “Grito de guerra”, “Mujeres solas” o “Soy”...

–Sí, conforman una parte fundamental del libro. Hacen referencia a estereotipos con los que las mujeres hemos tenido que lidiar a lo largo de nuestra vida, como la maternidad como rasgo definitorio, la construcción del miedo, o la imposibilidad de acceder a ciertos lugares “sagrados” por el hecho de ser mujeres. La poesía nos permite poner palabras donde en ocasiones se ha impuesto el silencio.

–Se estructura en cuatro partes, a modo de capítulos. ¿Qué aborda en cada una?

–En la primera parte los poemas adoptan una perspectiva de grupo, en la segunda, más intimista, son poemas de experiencia individual. Para estructurar el poemario he utilizado a Calibán como eje vertebrador, ya que abre el poemario y reaparece para cerrarlo en la tercera parte. No obstante, he elegido el poema final, “Sangre”, como texto último, ya que retoma la situación de la mujer en el mundo pero desde una perspectiva esperanzadora. Esa es la visión final de futuro que quería darle, más positiva.

–Todo lo que lee en “Calibán” fue escrito antes de la pandemia. ¿El coronavirus le ha cambiado la escritura?

–No especialmente. Las preocupaciones presentes en el libro no han cambiado, ya que hablo de la supervivencia, del miedo, de la memoria, del paso del tiempo, de la adolescencia, del cuerpo y la construcción de la imagen... Tal vez se pueda adoptar una visión literaria algo diferente tras la demostración de que somos más frágiles de lo que creíamos, pero en general los motivos que trato en el libro no han cambiado con la pandemia y siguen teniendo entidad suficiente para ser temas recurrentes en libros posteriores.

–¿La poesía, escribirla o leerla, ayuda para algo en estos tiempos pandémicos?

–La poesía se vale de la palabra, que es un arma muy poderosa. Ojalá que la poesía pueda paliar en cierto modo los estragos de la pandemia. Sin embargo, no me gusta aludir a la poesía como si se tratase solamente de una herramienta de autoayuda. La Literatura es un arte, y como tal tiene una función mucho más amplia que servir como estrategia emocional en momentos de crisis. No obstante, es cierto que a veces hay que escribir (o leer) para zanjar cuentas pendientes con el pasado, o para asumir y comprender nuestro presente.

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