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El esplendor monástico de Asturias

Un equipo de arqueólogos documenta en un libro el auge y el colapso de los 31 cenobios y conventos que llegó a haber en el Principado

Restos del monasterio de San Francisco, en Oviedo

Lo que no se llevó por delante la desamortización de Mendizábal en el siglo XIX lo arrasaron la Revolución del 34 y la Guerra Civil. Así que poco queda de las decenas de monasterios que poblaron la geografía asturiana. Las Clarisas, las Pelayas y los Dominicos en Oviedo son los únicos que quedan con uso religioso, según afirma Alejandro García-Busto, coordinador del libro “Asturias monástica”, en el que se analiza el estado de estos inmuebles.

El volumen es una catalogación de 31 monasterios, pero es también una reivindicación para que no se pierda lo poco que queda de lo mucho que hubo. En bastantes casos “no hay más que restos arqueológicos”. “En Asturias se hizo un buen trabajo para acabar con todo”, explica García-Busto, que pone como ejemplo el monasterio benedictino de San Martín de Soto en Parres, “el más arrasado de todos, del que no queda nada, tan solo unos restos arqueológicos que se encontrarían si se excavase”. En San Bartolomé de Nava, por poner otro ejemplo, se mantiene la iglesia, pero no es la del monasterio, sino una reconstrucción posterior a la Guerra Civil.

De aquel esplendor se conservan también complejos con usos hosteleros como el monasterio de San Juan Bautista de Corias o el de San Pedro de Villanueva en Cangas de Onís.

La explicación es sencilla. Tras la desamortización “era imposible mantener complejos tan enormes, son gigantes”, apunta el coordinador del libro. Un ejemplo: el monasterio de Corias tiene más de 20.000 metros construidos divididos en tres plantas y bajocubierta. Se acabó de levantar en 1808 y durante más de un siglo fue el edificio más grande de Asturias, título que le arrebató la Universidad Laboral de Gijón en 1946.

Tras cinco años de trabajo, el grupo de expertos que participó en el estudio ha constatado que la situación actual es “muy irregular”. Los monasterios que mantienen usos religiosos y los que han sido reconvertidos en establecimientos hosteleros se encuentran en buen estado, hay otros de los que apenas quedan restos y cuatro que García-Busto afirma que se conservan “en un estado problemático”, por lo que requerirían una actuación más o menos urgente.

Entre estos últimos se incluyen el monasterio de San Antolín de Bedón (Llanes), y el de Cornellana, del que se reparó la cubierta en 2016 “pero habría que tapar las ventanas y restaurar el claustro”. El monasterio de Obona, en Tineo, está, dice García-Busto, en un estado de “abandono preocupante”, por lo que considera que “hay que intervenir con urgencia, ya que algunos de los arcos del claustro podrían colapsar y venirse abajo”. También en Tineo, García-Busto llama la atención sobre el monasterio de San Miguel, en Bárcena, en el que en su opinión habría que rehabilitar los edificios auxiliares. Siguiendo en el Occidente asturiano, destaca el experto el interés de los vecinos y el Ayuntamiento por consolidar las ruinas del monasterio de Santa María en Villanueva de Oscos. “Han logrado que el deterioro no fuese a más, pero se debería seguir con la rehabilitación”, apunta García-Busto.

El libro es una llamada de atención sobre estas edificaciones y ha sido editado por APIAA (Asociación de Profesionales Independientes de la Arqueología de Asturias), que cumple así con uno de sus objetivos fundacionales: “Promover el conocimiento del patrimonio arqueológico de Asturias y difundirlo socialmente”.

Los autores destacan que “no existe en ninguna región española una obra semejante con este enfoque histórico y arqueológico, ni probablemente la habrá en muchos años”. En el libro participan los arqueólogos Otilia Requejo Pagés, César García de Castro, Sergio Ríos González, Juan Muñiz Álvarez, Javier Chao Arana, Gema Adán Álvarez, Fernando Miguel Hernández, Luis Blanco Vázquez, Fructuoso Díaz García, Patricia Suárez Manjón, Andrés Menéndez Blanco, Iván Muñiz López, Alberto Morán Corte, Paloma García Díaz, Fernando Gil Sendino, Nicolás Alonso Rodríguez, Alicia García Fernández, José Antonio Fernández de Córdoba y Alejandro García-Busto.

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