La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

López-Otín redefine el concepto de salud y sienta las bases de la medicina del futuro

El investigador de la Universidad de Oviedo describe las claves de un organismo sano, que la tecnología y la inteligencia artificial pueden controlar

Carlos López-Otín. | Luisma Murias

Carlos López-Otín, catedrático de Bioquímica y Biología molecular de la Universidad de Oviedo, redefine el concepto de salud en una nueva colaboración con el biólogo celular Guido Kroemer, de la Universidad de París y con el que escribió su ensayo “El sueño del tiempo”. En un artículo, publicado en la revista científica norteamericana “Cell” y titulado “Hallmarks of Health” (“Las claves de la salud”), ambos concretan, por primera vez y de manera integral, las características biológicas que determinan la salud humana. Van más allá de la definición tradicional, que es la de “la ausencia de patologías”, y, con un enfoque positivo, abogan por “una futura medicina de la salud”, que aprovechará los recursos tecnológicos y la inteligencia artificial para desarrollar modelos predictivos que se adelanten a la enfermedad.

Carlos López-Otín considera este último artículo, en el que junto con su colega de la Universidad de París, afronta la cuestión de la salud con una perspectiva holística, “como el más importante, a nivel teórico, que he escrito” de entre los 500 que ha publicado a lo largo de su trayectoria científica.

López-Otín y Kroeman especifican, en el arranque de su artículo, que “la salud suele definirse como la ausencia de patología. Aquí, nos esforzamos por definir la salud como un compendio de características organizativas y dinámicas que mantienen la fisiología”. Los investigadores enumeran las condiciones que deben darse en un organismo sano y las organizan en tres grandes apartados: compartimentación espacial (la integridad de las barreras y la contención de perturbaciones locales), el mantenimiento de la homeostasis o autorregulación a lo largo del tiempo (reciclaje y rotación, integración de circuitos y oscilaciones rítmicas) y respuestas adecuadas al estrés. “La alteración de cualquiera de estas características entrelazadas es ampliamente patógena y causa un descarrilamiento agudo o progresivo del sistema junto con la pérdida de numerosos estigmas de salud”, explican los dos investigadores.

La “medicina de la salud”, que defienden, “podría detectar trayectorias peligrosas para interceptarlas mediante intervenciones específicas, mucho antes de que la tradicional medicina de la enfermedad entre en acción”. Al fijar los marcadores de la salud, ambos científicos están sentando las bases para “futuros estudios mecanicistas, para programar algoritmos que integren parámetros biomédicos y para diseñar intervenciones sobre la esperanza de vida y la salud humana”. En su artículo, López-Otin y Kroemer lanzan la idea de que la información clínica y biológica generada por las nuevas tecnologías y el análisis de datos masivos, con el empleo de algoritmos de inteligencia artificial, pueden tener valiosas aplicaciones en el mantenimiento de la salud. El artículo de “Cell” plantea las posibilidades actuales de implementar estas nuevas ideas en un contexto de enorme progreso tecnológico, sin olvidar que también deberían “integrarse necesariamente en sistemas de salud frágiles y amenazados por factores biológicos, sociales, económicos y políticos”. Este nuevo enfoque de la salud y la medicina que promueven López-Otín y Kroemer puede “redundar en intervenciones dirigidas a mejorar la calidad de vida y retrasar la aparición de enfermedades que disminuyen considerablemente nuestra esperanza de vida”.

Lopez-Otín y Kroemer consideran que son ocho las condiciones fundamentales que deben darse en un organismo sano: la integridad de las barreras, la contención de perturbaciones locales, el reciclaje y el recambio, integración de circuitos, oscilaciones rítmicas, resiliencia homeostática, regulación hormonal y reparación y regeneración. Y las agrupan en tres grandes categorías, antes citadas: compartimentación espacial, mantenimiento de la homeostasis a lo largo del tiempo y resistencia al estrés.

A lo largo de su artículo, desarrollan cada uno de esos requerimientos básicos de salud. Hablan, por ejemplo, de las barreras que mantienen la integridad del organismo: mitocontrial, plásmatica, hematoencefálica, intestinal, en el tracto respiratorio y la piel. “Todo ser vivo debe protegerse de su entorno erigiendo barreras selectivas que permitan mantener su identidad y la reducción de la entropía”, especifican. Desarrollan conceptos como el de “metaorganismo”: “Los organismos multicelulares son metaorganismos compuestos por el huésped y las bacterias, arqueas, hongos, fagos, virus y parásitos que los habitan”. También tratan sobre los ritmos que rigen el funcionamiento del cuerpo humano: “El orden preciso, el control temporal, así como el tiempo mismo de los eventos moleculares y celulares (por ejemplo, en el desarrollo embrionario o en la regeneración) son esenciales para la vida”.

Cuando una de las ocho condiciones de la salud decae, explican López-Otín y Kroemer, suele inducir el fallo de alguna de las otras. “Las principales características de salud aquí enumeradas no suelen desaparecer una a una. Más bien, el colapso de las características organizativas que normalmente mantienen un estado saludable ocurre en una cascada de dominó. Por esta razón, un evento importante como un accidente cerebrovascular, un infarto de miocardio o un cáncer suele ir seguido por la aparición acelerada de otro evento, en comparación con los controles sanos de la misma edad”, indican.

Compartir el artículo

stats