Es conocida la obra pictórica de Darío de Regoyos Valdés. El Museo de Bellas Artes de Asturias le dedica casi en su totalidad la sala 18 y se han escrito numerosos estudios sobre su pintura. En su localidad natal, Ribadesella, el pintor tiene calle, una placa en su casa y un concurso de pintura que tiene su nombre, pero la villa tenía una deuda pendiente no sólo con él sino también con su padre, el que fuera arquitecto municipal Darío de Regoyos Molenillo. La deuda la ha saldado Antonio Silva Sastre, Toni Silva, que gracias a la Asociación de Amigos de Ribadesella ha publicado el libro “Los Regoyos y Rochelt”, que ayer se presentó en el Museo de Bellas Artes de Asturias.

Toni Silva bucea en la vida y en la obra de los dos Regoyos. Del padre, el arquitecto, quiso aclarar ayer, igual que hace en el libro, algunos malentendidos que se han extendido durante años. Lo primero es que no es ingeniero, como siempre se dijo, sino arquitecto. Tiene estudios de ingeniería, cierto, pero no la titulación. Eso no invalida su gran labor urbanística. “No es solo el padre del pintor sino el padre de nuestra villa”, explicó Silva en referencia a sus trabajos en Ribadesella, en especial el ensanche de la villa y la urbanización de la zona portuaria tras su ampliación.

Dos nombres importantísimos para Ribadesella pero también para toda Asturias, que se completan con Rochelt, discípulo del Regoyos pintor. Y es que “Regoyos nunca pintó Ribadesella, pero esa carencia la salvamos con la obra de su discípulo”, apuntó Alejandro Criado, de los Amigos de Ribadesella, editora del libro. Alfonso Palacio, director del Museo, elogió el trabajo de Silva, “un estudio muy documentado y que aporta datos nuevos de la familia, algo muy importante para los historiadores”, subrayó.