«El 7 de octubre nos desahuciaron, el Ayuntamiento nos gestionó seis días en una pensión y como salimos sin saber dónde meternos nos fuimos a la furgoneta. Así llevamos tres meses», cuenta esta semana Yolanda de 40 años, vecina de Campanillas.

Yolanda y José Manuel, su pareja, de 39 años, tienen la furgoneta aparcada delante de un centro escolar de Campanillas, donde estudian dos de sus hijos. Tienen en común cinco hijos pero una sexta hija, mayor de edad, vive con ellos en la furgoneta. El resto de hijos, «uno en Cártama, otro con otra maestra, otro con otra», comenta José Manuel.

Todo se empezó a torcer cuando la madre de Yolanda, a causa de una enfermedad, dejó la vivienda de alquiler de Campanillas en la que también vivían su hija y sus nietos, pues últimamente José Manuel, a causa del trabajo, vivía en otra parte.

«Le pedimos al propietario que nos la siguiera alquilando a nosotros pero dijo que quería vender el piso. Yo no me podía quedar en la calle con los niños, solicité un piso al IMV y ayuda de urgencia pero me la denegaron porque José Manuel no estaba empadronado aquí», detalla.

Fue entonces cuando decidió aguantar en la casa. «Reconozco que estuvo mal hecho, pero llevaba viviendo allí ocho años y no sabía a dónde ir con mis niños», explica la madre.

Finalmente, el desahucio empujó a la pareja a irse a vivir a la furgoneta, que además es el medio de vida de José Manuel, que explica que es administrativo y profesor de golf, pero actualmente tiene una empresa de compra y venta de objetos de segunda mano. «Si no tengo trabajo me lo busco donde sea buscando chatarra pero si dentro están las camas ¿dónde dormimos?, ¿dónde las dejo?», se pregunta.

Desde entonces, viven de la solidaridad de varias asociaciones y familias de Campanillas. «La gente se ha portado de calle, nos ha reunido alimentos, mantas, ropa... y en Nochebuena y Nochevieja nos pagaron una pensión y por lo menos los niños han desconectado», señala Yolanda. Además, también tienen la ayuda de la Asociación de Vecinos Evolución de Campanillas.

Sus hijos menores, cuenta la madre, desayunan y meriendan con ellos, mientras que almuerzan en el colegio y cenan en las casas de las generosas personas que los han acogido. Y en cuanto al aseo diario, la pareja también usa los de amigos y José Manuel el de la gasolinera más próxima.

En este tiempo, explican que en noviembre, a través de los Servicios Sociales del Distrito de Campanillas, supieron que les habían concedido una ayuda de alquiler por tres meses (1.500 euros) que todavía no han recibido.

«Una casa en alquiler por tres meses y con cinco niños no me la alquilan», lamenta José Manuel.

Por este motivo, Yolanda confiesa que sus esperanzas estarían puestas en un piso oficial o bien en una ayuda al alquiler «al menos de un año», para que la familia pueda salir del bucle en el que se encuentra.

Este periódico trató de recabar ayer una respuesta del concejal de Derechos Sociales, Francisco Pomares, sin resultado. Sí atendió la concejala de Campanillas, Ruth Sarabia, que informó de que «la unidad de calle ha estado en diferentes ocasiones para darles soluciones y no las han cogido». Entre ellas, «plaza en la red de plazas de personas sin hogar y en hostales».