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Un broche de oro excepcional con Bizet

Vítores y aplausos para “Los pescadores de perlas”, que combina sobriedad y exotismo con brillantez

Ekaterina Bakanova y Celso Albelo, durante la representación.

La Fundación Ópera de Oviedo lo ha conseguido. Pocos pensaban que la temporada lírica ovetense pudiese celebrarse pero ayer se estrenó el último título, “Los pescadores de perlas” y el público lo celebró con aplausos y vítores al terminar la representación. Al buen hacer de cantantes, orquesta y coro se sumaron los aplausos a todos los trabajadores que han logrado sacar adelante el ciclo. Un cierre excepcional, por lo bello de la propuestas y por lo complicado de sacarla adelante. Eso sí, las medidas anticovid restaron mucho público a la representación.

El japonés Yoshi Oïda planteó una puesta en escena sobria, minimalista, huyendo de los tópicos orientales pero sin renunciar al ambiente exótico, seña de identidad de la ópera de Bizet. En ese punto, de ausencia de elementos que distraigan en escena, toma especial relevancia el vestuario. Así, con pocos elementos, las telas, dos grandes pinturas, un juego de espejos y una muy cuidada iluminación, el director de escena japonés logra el exotismo necesario.

Su propuesta afecta al propio desarrollo de la obra. Tal vez para eliminar todo lo accesorio, la representación se abre con un flash-back en el que la pareja de enamorados, Nadir y Leila, huyen de la aldea en llamas. Es el final de la historia y Oïda lo presenta al principio de modo que el espectador no debe estar pendiente de lo que ocurrirá y puede centrarse en el disfrute, en el desarrollo. Los cantantes contribuyeron a dotar de fuerza a la escenografía de Oïda. El minimalismo les deja espacio para que destaque su parte actoral, como ocurrió ayer en el Campoamor.

La soprano Ekaterina Bakanova, durante la función.

Respecto a los cantantes, además de la importante presencia vocal y escénica del coro de la Ópera de Oviedo, que se defendió de manera excelente en los pasajes más complicados, destacó el dúo entre el barítono Borja Quiza (Zurga) y el tenor Celso Albelo (Nadir). Quizás estaba ayer en estado de gracia y su entrega se vio recompensada con los aplausos del público, tanto en ese dúo con Albelo como en los que protagonizo con la soprano, Ekaterina Bakanova.

Aplaudido fue también el tenor canario tras la interpretación del aria “Je crois entendre encore”. Albelo, ofreció una sentida interpretación muy metido en el papel de Nadir. El bajo Felipe Bou, el cuarto en escena, ejerció de maestro de ceremonias proyectando su voz con mucho acierto.

La mujer protagonista, Bakanova, destacó especialmente en la ceremonia de la sacerdotisa. Bakanova se encontró vocalmente muy cómoda en ese momento en el que se le encomienda rezar durante todo el año para que la pesca de perlas sea propicia. Si lo hace, será compensada con la mejor perla, si no cumple, será condenada a muerte. Bakanova hizo gala de una gran flexibilidad en su voz en los cambios de registro y su buen gusto en los fraseos.

El alcalde de Oviedo, Alfredo Canteli, segundo por la izquierda, junto a sus acompañantes, en el teatro Campoamor.

La orquesta Oviedo Filarmonía (OFIL), bajo la dirección del maestro José Miguel Pérez Sierra, estuvo en todo momento en el punto justo de acompañar y subrayar lo que ocurría en escena. La OFIL aportó ese punto de color exótico de la partitura del compositor francés.

Hubo aplausos, merecidos, para todos ellos.

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