Alberto Chicote no hace milagros. Son muchos los restaurantes a los que acudió el programa "Pesadilla en la cocina", pero no se logró el objetivo de que convertirlos en negocios rentables y con un funcionamiento profesional. En Asturias, hay varios ejemplos. Quizá los más sonados son dos: la sidrería La Habana de Gijón y el restaurante El Orbayu, en Avilés. Algunas estadísticas hablan de que siete de cada diez locales que aparecen en el programa acaban cerrando.

La sidrería La Habana de Gijón es un ejemplo de cómo un local que tiene una oferta buena, bonita y barata no logra triunfar por falta de organización. El programa fue grabado en agosto del 2016 y dejó un mal sabor de boca a los propietarios del local. “Es un montaje, está todo preparado”, apunta una de las participantes. De poco sirvieron las quejas porque el local terminó cerrando y este es un ejemplo de los comentarios que dejaban sus clientes: "Fue un trato horrible al cliente, el camarero es un sinvergüenza descarado. Jamás me hicieron sentir tan incómodo en el lugar en le que estoy pagando, echando en cara que por una sidra todas las servilletas que habíamos cogido. Dice mucho lo vacío que está el local"

En el restaurante El Orbayu, en Avilés, paso tres cuartos de lo mismo. Llegó Chicote y comprobó que, a pesar de tener una buena ubicación, la falta de organización y de interés por parte de las dueñas era motivo de cierre. El chef hizo su trabajo, les mostró cómo hacer las cosas, pero el local terminó cerrado. La propietaria del local, Sandra Álvarez aseguró que el bar funcionaba, que la reforma de Chicote había sido un éxito pero que había tenido que bajar la persiana por “motivos familiares”. “No me da tiempo a todo”, aseguró la hostelera haciendo hincapié en que cuando llegó Chicote ya se estaba planteando cerrar y que llamó a la productora para comunicárselo.