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"La pornografía como escuela": así quiere frenar Asturias a la generación porno-nativa

La experta María Rodríguez presenta una guía para evitar que los mensajes distorsionados sean "la fuente de información de los adolescentes"

Cartel de una tienda de objetos eróticos

El Conseyu de la Mocedá del Principado de Asturias ha presentado esta mañana “Construcción del imaginario sexual en las personas jóvenes: la pornografía como escuela”, una guía que tiene como objetivo facilitar la reflexión sobre cómo influye la pornografía en el imaginario sexual de las personas jóvenes y sobre la necesidad de que la educación sexual sea la alternativa a los mensajes distorsionados sobre la sexualidad que ofrece. La guía ha sido escrita por María Rodríguez Suárez, sexóloga y Doctora en Género y Diversidad. Consta de una parte teórica y divulgativa y de una unidad didáctica con diferentes actividades diseñadas para repensar críticamente la pornografía con personas jóvenes a partir de 16 años. Asimismo, contiene un glosario de términos donde se aclaran algunas de las categorías pornográficas más populares y un apartado de información sobre los servicios de asesoramiento sexual gratuito para jóvenes en Asturias. Esta nueva publicación del CMPA está dirigida a profesorado, familias y otros agentes sociales.

Álvaro Granda, Presidente del CMPA, afirma que “esta guía es fruto de un largo proceso de reflexión y análisis de los datos extraídos de los muchos años de trabajo realizado en las aulas de Enseñanza Secundaria Obligatoria de Asturias, en las que se desarrolla el programa de educación sexual “Ni ogros ni princesas.” Para Granda, “la experiencia de estos años, tras cientos de talleres e intervenciones con las y los jóvenes en las aulas, nos sirvió para cerciorarnos de la omnipresencia de la pornografía en la construcción de su imaginario sexual, además de la urgente necesidad de que tanto las familias como la escuela contrarresten mediante una verdadera educación sexual la visión reduccionista y distorsionada que la pornogrfía nos ofrece”.

El documento comienza mostrando cómo las edades de inicio de consumo de pornografía son cada vez más tempranas (la media de edad son los 12 años), remarcado la idea de que hoy en día estamos frente a una generación “porno-nativa”: jóvenes que han crecido con acceso instantáneo a Internet y cuyas prácticas, gustos y preferencias sexuales tienen que ver más con las experiencias observadas en el porno que con las experiencias vividas. El visionado es frecuente. El 68,2 % de las personas adolescentes ha visto porno en los últimos 30 días, llegando a consumir los chicos el doble que las chicas (81,6 % frente al 40,4 %). Ellos buscan porno casi a diario y ellas tienen variaciones entre el consumo semanal y mensual.

Para María Rodríguez, “frente a la falta de educación sexual, la pornografía se ha convertido en la principal fuente de información y en un poderoso agente educador que enseña qué es el sexo, cómo tenerlo, con quién, en qué situaciones, en qué lugares, con qué partes del cuerpo o para qué”.  El 48% de las personas jóvenes la validan como una fuente de aprendizaje (un 12% más de chicos que de chicas) y para el 30% es la única fuente de información sobre sexualidad. El problema, como explica la autora, es que “el porno normaliza unos tipos de prácticas, de cuerpos, de relaciones e imaginarios simbólicos cargados de estereotipos”.

El texto aborda cómo la pornografía jerarquiza y normaliza las prácticas y las relaciones entre los cuerpos, qué visión ofrece de la sexualidad, cómo influye en la normalización de prácticas de riesgo, de qué manera escenifica la violencia sexual a través de los roles sexuales en función del género o cómo privilegia el deseo masculino heterosexual frente a la diversidad sexual. También se centra en los límites difusos del consentimiento y la simplificación de las relaciones interpersonales que presenta. Además, insiste en la importancia de transmitir la idea de que el porno es una ficción y que lo que vemos ahí representado es un modelo de sexualidad hiperbólica, donde los tamaños, los tiempos, las poses, las relaciones de poder o las formas de violencia son exageradas y desproporcionadas.

Según María Rodríguez, “el porno no está hecho para educar, pero las personas jóvenes lo están usando como fuente de información y aprendizaje”. Por eso, esta guía se presenta como un soporte educativo para poder acompañar, resolver dudas y desmitificar la idea de sexualidad que ofrecen las narraciones pornográficas, ayudando a interpretarlas críticamente a través de la educación sexual. 

El prólogo es de Benito Aláez Corral, Catedrático de Derecho Constitucional de la Universidad de Oviedo, que indica que la guía ayuda de formación “a quienes tienen la responsabilidad directa o delegada de impartir esas enseñanzas sobre sexualidad lo hagan como se debe: con objetividad, con rigor científico y con racionalidad”.

La guía estará disponible en la web del CMPA para su descarga y los ejemplares en papel serán distribuidos a los centros de profesorado de Asturias, oficinas de Información Juvenil, entre otras entidades.

El diseño y la maquetación de “Construcción del imaginario sexual en las personas jóvenes: la pornografía como escuela” es de Studio Llunik.

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